Nota salida eb Letrarte
Con un título tan extraño que pareciera estar
más bien dedicado para niños, la editorial Educación y Cultura
proporciona a las masas lectoras del país (no es sarcasmo, o tal vez
sí) un cuentario de un autor uruguayo con un sentido humorístico
agradable y un oficio que se agradece.
Es difícil encontrar libros de cuentos en México
cuyo contenido sea interesante, ya ni se diga magnífico. Están, por
supuesto, los cuentarios de autores mexicanos o hispanoamericanos
reconocidos (y clásicos). Por fortuna, se siguen consiguiendo las
obras de Cortázar, Borges, Monterroso, García Márquez, Rulfo,
Arreola, Arredondo o Dávila, por nombrar a algunos de los más
conocidos, y sin poner el dedo en la llaga con algunas obras
inconseguibles. No, no estoy hablando de Guadalupe Dueñas. Ahora
bien, la literatura, afortunada o desafortunadamente, sigue
ampliándose, creciendo, y brotan de un lado y de otro obras
cuentísticas supuestamente propositivas. En algunos casos sí que lo
son: algunos cuentos de Enrique Padilla, una obra de Samantha
Schweblin, algunos relatos de Oliveiro Coelho o un libro de un
uruguayo de nombre Héctor D’Alessandro. Aunque, antes de
continuar, aclararé una cosa: estos cuentos no son aventuras; no se
piense en una narración tópica para jóvenes lectores ni en libros
a la Verne. Porque las narraciones aquí son tan variadas que, más
que aventuras, son tremendas experiencias oníricas, físicas,
orgánicas y, a veces, profundas.
Trece cuentos conforman El cucaracho y otras
aventuras. El formato es cómodo e identificable. Extraña el
ancho de los libros de Educación y Cultura, pero no hay ninguna
imposibilidad en su manejo. La hoja tiene un color agradable y está
bien impreso. Si trabajaran más en su presentación, los libros
podrían ser mucho más agradables a la vista. Por dentro no hay
quejas. Y menos cuando al pasar el primer cuento (el más flojo), el
lector se encuentra con una narración ágil y un uso de temas poco
frecuentes, que a veces rayan lo fantástico. Muchos de ellos lo son;
otros más bien son de corte realista. Lo que no se pierde es una
melodía que antecede a la sonrisa, a la carcajada velada. Algo tiene
de humorista D’Alessandro. Su escritura es ágil y su narrativa,
potente. Hay cuentos con tópicos algo manidos, pero que aun así se
disfrutan. Tal es el caso de “La realidad de las dos ciudades”,
homenaje a Borges y a su nacionalidad, o “Viaje en tren”, con un
encuentro fortuito que sabe a futuro.
Las fortalezas de D’Alessandro se sienten en
varios de sus relatos, aunque el registro sea distinto. Por ejemplo,
en “El cucaracho” se lee otro “homenaje” a un autor sublime:
el bohemio Kafka. Sin embargo, el elemento fantástico irrumpe
acompañado por el humorismo que una situación tan absurda acarrea.
No el absurdo de Kafka, sino el que era capaz de captar Jorge
Ibargüengoitia, aunque no se hable de historia ni de incongruencias
nacionales. Por otro lado, “La noche de la cena del reparto de la
herencia”, con un título tan atroz, pero que sirve a los
propósitos, el uruguayo radicado en Barcelona dicta un cuento con
elementos escabrosos, tétricos y asquerosos, pues narra lo que
tienen que pasar los hijos de una madre muerta, cuyo testamento
indica que deben comerla (en guisos exquisitos) antes de disfrutar de
su jugosa herencia. Bien podría tener una influencia del Lovecraft
más macabro: el de “Los amados muertos”.
Si bien la cuentística de Héctor D’Alessandro
está muy bien trabajada, y varios de los cuentos contenidos en El
cucaracho y otras aventuras son refrescantes y hacen gala de una
prosa ágil y serena, el libro no merece los comentarios
efusivos que Marco Tulio Aguilera Garramuño, el autor de Historia
de todas las cosas, hace en el prólogo. Ya que “Todos los
cuentos de este libro son extraordinarios, divertidos, ferozmente
efectivos” es una exageración. D’Alessandro es un buen autor,
pero no es Cortázar, no es Chéjov, Lovecraft, Hodgson, Arreola ni
Dueñas. Lo que tiene D’Alessandro es una buena propuesta, un
libro, como decía antes, fresco, propositivo, interesante, etc. Pero
El cucaracho y otras aventuras no cambiará la visión de la
literatura que tenga un lector ni hará que se ponga su libro en un
estante para ser reverenciado por todos los críticos, lectores y
escritores del mundo. D’Alessandro no nos ayuda a vivir, como dice
Aguilera Garramuño, pero sí nos muestra una buena prosa e historias
ocurrentes, entretenidas y bien trabajadas.
http://letrarte.gob.mx/2014/03/el-cucaracho-y-otras-aventuras-de-hector-dalessandro/
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