domingo, 1 de marzo de 2015

Reseñas » El cucaracho y otras aventuras, de Héctor D´Alessandro Por Gerardo Lima


 Nota salida eb Letrarte

Con un título tan extraño que pareciera estar más bien dedicado para niños, la editorial Educación y Cultura proporciona a las masas lectoras del país (no es sarcasmo, o tal vez sí) un cuentario de un autor uruguayo con un sentido humorístico agradable y un oficio que se agradece.
Es difícil encontrar libros de cuentos en México cuyo contenido sea interesante, ya ni se diga magnífico. Están, por supuesto, los cuentarios de autores mexicanos o hispanoamericanos reconocidos (y clásicos). Por fortuna, se siguen consiguiendo las obras de Cortázar, Borges, Monterroso, García Márquez, Rulfo, Arreola, Arredondo o Dávila, por nombrar a algunos de los más conocidos, y sin poner el dedo en la llaga con algunas obras inconseguibles. No, no estoy hablando de Guadalupe Dueñas. Ahora bien, la literatura, afortunada o desafortunadamente, sigue ampliándose, creciendo, y brotan de un lado y de otro obras cuentísticas supuestamente propositivas. En algunos casos sí que lo son: algunos cuentos de Enrique Padilla, una obra de Samantha Schweblin, algunos relatos de Oliveiro Coelho o un libro de un uruguayo de nombre Héctor D’Alessandro. Aunque, antes de continuar, aclararé una cosa: estos cuentos no son aventuras; no se piense en una narración tópica para jóvenes lectores ni en libros a la Verne. Porque las narraciones aquí son tan variadas que, más que aventuras, son tremendas experiencias oníricas, físicas, orgánicas y, a veces, profundas.
Trece cuentos conforman El cucaracho y otras aventuras. El formato es cómodo e identificable. Extraña el ancho de los libros de Educación y Cultura, pero no hay ninguna imposibilidad en su manejo. La hoja tiene un color agradable y está bien impreso. Si trabajaran más en su presentación, los libros podrían ser mucho más agradables a la vista. Por dentro no hay quejas. Y menos cuando al pasar el primer cuento (el más flojo), el lector se encuentra con una narración ágil y un uso de temas poco frecuentes, que a veces rayan lo fantástico. Muchos de ellos lo son; otros más bien son de corte realista. Lo que no se pierde es una melodía que antecede a la sonrisa, a la carcajada velada. Algo tiene de humorista D’Alessandro. Su escritura es ágil y su narrativa, potente. Hay cuentos con tópicos algo manidos, pero que aun así se disfrutan. Tal es el caso de “La realidad de las dos ciudades”, homenaje a Borges y a su nacionalidad, o “Viaje en tren”, con un encuentro fortuito que sabe a futuro.
Las fortalezas de D’Alessandro se sienten en varios de sus relatos, aunque el registro sea distinto. Por ejemplo, en “El cucaracho” se lee otro “homenaje” a un autor sublime: el bohemio Kafka. Sin embargo, el elemento fantástico irrumpe acompañado por el humorismo que una situación tan absurda acarrea. No el absurdo de Kafka, sino el que era capaz de captar Jorge Ibargüengoitia, aunque no se hable de historia ni de incongruencias nacionales. Por otro lado, “La noche de la cena del reparto de la herencia”, con un título tan atroz, pero que sirve a los propósitos, el uruguayo radicado en Barcelona dicta un cuento con elementos escabrosos, tétricos y asquerosos, pues narra lo que tienen que pasar los hijos de una madre muerta, cuyo testamento indica que deben comerla (en guisos exquisitos) antes de disfrutar de su jugosa herencia. Bien podría tener una influencia del Lovecraft más macabro: el de “Los amados muertos”.
Si bien la cuentística de Héctor D’Alessandro está muy bien trabajada, y varios de los cuentos contenidos en El cucaracho y otras aventuras son refrescantes y hacen gala de una prosa ágil y serena,  el libro no merece los comentarios efusivos que Marco Tulio Aguilera Garramuño, el autor de Historia de todas las cosas, hace en el prólogo. Ya que “Todos los cuentos de este libro son extraordinarios, divertidos, ferozmente efectivos” es una exageración. D’Alessandro es un buen autor, pero no es Cortázar, no es Chéjov, Lovecraft, Hodgson, Arreola ni Dueñas. Lo que tiene D’Alessandro es una buena propuesta, un libro, como decía antes, fresco, propositivo, interesante, etc. Pero El cucaracho y otras aventuras no cambiará la visión de la literatura que tenga un lector ni hará que se ponga su libro en un estante para ser reverenciado por todos los críticos, lectores y escritores del mundo. D’Alessandro no nos ayuda a vivir, como dice Aguilera Garramuño, pero sí nos muestra una buena prosa e historias ocurrentes, entretenidas y bien trabajadas.

http://letrarte.gob.mx/2014/03/el-cucaracho-y-otras-aventuras-de-hector-dalessandro/

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