martes, 14 de julio de 2015

35º aniversario de la quema de libros en Sarandí Por Antonio Gonzalez


Recordaron el 35º aniversario de la quema de libros en Sarandí



Fue uno de los hechos graves de la dictadura del ’76 del cual se cumplieron 35 años y que hemos comentado en varias notas periodísticas. Fue la quema de libros del Centro Editor de América Latina (CEAL) por parte del gobierno de entonces y la cooperación insólita de un juez provincial. Nos reconforta la memoria pública porque tanto los vecinos como el gobierno municipal, así como el escritores y periodistas no dejaron pasar por alto este triste aniversario.



En 1980, desde el depósito que la editorial alquilaba se trasladaron muchas toneladas de libros en camiones hasta el baldío de Ferré, entre Larralde y Lucena, para ser quemados.





El municipio y las biliotecas populares de Avellaneda organizaron el último 26 de junio un acto realizado en la calle Ferré, entre C. Larralde y Lucena, como repudio a la quema de libros. Una gran cantidad de vecinos, jóvenes, directivos de las bibliotecas y funcionarios municipales se dieron cita en el lugar donde se produjo la quema de más de veinte toneladas de ejemplares. Se escuchó el testimonio de una responsable de la editorial cuyos libros fueron quemados. Recordó a la CEAL, dirigida entonces por el editor Boris Spivacow, como «una locura de trabajo, pasión, discusión, risas y llantos». Además, compartió su recuerdo de la quema con los presentes.



En este acto habló además, en nombre de las bibliotecas, Antonio J. González, quien señaló el rol de esas entidades vecinales en la defensa del libro y sus autores. Para finalizar, el intendente Jorge Ferraressi sumó el decidido apoyo del municipio en este acto con la exhibición, sobre el muro de ese lugar, de fotos de aquel fatídico día de 1980 y la donación de libros a los asistentes al acto.



En la nota que en su momento publicó el escritor Mempo Giardinelli en un diario nacional decía sobre aquel triste episodio: «Ese 26 de junio de 1980 está en la memoria más horrible de la Argentina y escribo esto pensando una vez más en todo el dolor que todavía nos deben. Propongo recordar lo sucedido. Propongo que imaginemos aquel 26 de junio de aquel 1980. Día frío y gris, pero no llueve. La acción en Sarandí, partido de Avellaneda, provincia de Buenos Aires.
A corta distancia de lo que entonces se llamaba Capital Federal, vemos que de un gran depósito sobre las calles O’Higgins y Agüero (hoy Crisólogo Larralde) entran y salen camiones cargados de libros. Son veinticuatro toneladas de libros. En silencio, suboficiales, soldados y policías vacían lentamente el depósito bajo las escrutadoras severas miradas de oficiales del Ejército Argentino, algunos muy jóvenes». Recordó también a Boris Spivacow, «un respetado matemático de 65 años, hijo de inmigrantes rusos. Entre 1958 y 1966 había sido gerente general de Eudeba (la Editorial de la Universidad de Buenos Aires) y la había colocado en el pináculo de la consideración pública por sus colecciones de extraordinaria calidad y cuidado a precios populares».

Es bueno constatar que la memoria sigue encendida y viva, también en los barrios de la ciudad.

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