viernes, 4 de marzo de 2016

20 Horas de Invierno Por Conchi Sedano González


Dejad sola a mi alma
cansada y extraña en esta tarde…
porque el cielo es gris
y gris mi tiempo
y el sabor de un beso,
sólo eso
y el dolor ,
dolor.

Dejad a mi alma que se arrulle sola,
que se ha hecho girones,
de estar sola
y sola,
sola
¡ tiene que aprender a levantarse mañana!.


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No te quedes conmigo al otro lado del camino...
cuando me falten sueños,
cuando necesite que el viento sea mi compañero,
cuando la tarde se me muera sin piedad,
cuando amanezca mirando al alba desde mi lecho,

No te quedes.
Notarás que quiero estar sola.

 No te quedes conmigo cuando me sobre miedo
porque no quiero que me veas llorar.

No te quedes.

Quédate
cuando adivines un suspiro en mis labios,
cuando brillen de amor estos ojos,
cuando sientas mis versos cercando tus manos,
cuando mienta mi orgullo,
cuando veas tu risa pintada en mis cuadros.

Quédate entonces.

Quédate
y sal a mi encuentro.
Notarás que te estaba esperando.
 

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Tengo desdibujada la sonrisa
y se hace noche.
Solloza en soledad mi ser completo.
Suena a lo lejos, algo…
No sé dónde te encuentras.
No sé qué rumbo tengo.
Soy un bastión perdido,
un árbol incapaz de levantarse,
una definición inacabada,
una insatisfacción gastada en el delirio,
un tejado expuesto al sol de estío,
una constante lágrima,
un suspiro.
Mis manos, como la hierba verde,
amanecieron cubiertas de rocío.

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Frente al sueño de la tarde
-que gime invulnerable-
y desvaneciendo la nube que se aleja…
acabo de aceptar dos versos.
Seré distancia en ellos.
Seré un amor prestado.
Seré un olvido.
Seré quizá mil cosas…
pero…, nadie,
nunca,
descifrará lo que sentí al escribirlos.

Será nuestro secreto.
Ellos y yo mintiéndonos a dúo.
Ellos y yo
y tú presente en ellos,
siempre
y como un eco.

Sólo un testigo…
el mar.



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Pasan las horas por el cristal de siempre.
Se ha hecho oscuridad.
Poso ante nadie…
sin ti,
sin mi,
sin un lamento.

Tan sólo roza el delirio de algún verso
la estricta compañía de unos brazos
-que se saben ausentes-
y un amargo recuerdo aparece entre tanto.
Se ha teñido de bruma una estrofa olvidada.
Mañana será un día más.
Uno más.


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No pude decirle a la noche:
 -mi tibia sonrisa se quedó en sus ojos,
                después de mirarme-
No pude engañar a la aurora.
 No pude mentirle a la tarde.
Mis manos temblaron de frío.
 Ahogué mi pesar…
 y eché a andar para alcanzar un sueño.
 ¡No me preguntes mañana!

He dejado mi remo olvidado…
en la orilla del rio.

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He jugado a mentir a mis versos
-una tarde cualquiera-
 y el otoño rasgó mis sentidos
                            y se volvió distancia
dejándome sola.

Se paga muy caro el silencio.

He jugado a volar con el viento
-vagando en la niebla-
y el invierno llegó a mis orillas
                            y me dio muchas horas
para sentirme sola.

Se pagan muy caros los sueños.

He jugado a jugar con el tiempo…

¡Cuántas cosas se han hecho palabras!
¡Qué caro se paga sonreírle al miedo!


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Escapar de puntillas,
desde el abismo interior en que me encuentro,
sería muy fácil
pero…
¡voy a quedarme amarrada a tus cosas!

Mi ser, vulnerable, buscara tu cuerpo
y serás mi vida, mi pasión…
mi fuerza.

Seré diferente.

Detrás
tu palabra,
mi lágrima ausente
y el saber que estás…
tras de aquella puerta.


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Tu amor es:
un puñado de agua entre mis manos,
                             un grito en el desierto,      
                                          un silencio roto…
el despertar de un sueño.

Tu amor es:
llegar la noche
               mientras que yo
…todavía contemplo la puesta de sol.

Tu amor es:
día y noche
…a la vez.






Se secaron las hojas que vació el otoño
y sólo
       tus ojos mirándome.
Una rosa,
        un lucero,
            un color,
                una palabra.
Es todo tan distinto…
Todo diferente.
Sólo tengo una plegaria que elevar al cielo:
Tenerte

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  Mientras se muere el árbol que planté en aquel invierno
  he surcado libre la niebla que me embarga.
 ¡Las horas se han hecho rocío en mil pétalos blancos!

 Dibujando a mi paso locuras de poeta…
 navegué por tu océano
                           -en aventura desleal-
 ¿Libre?...
          ¡Soy libre!
                  Sólo la voluntad acepta la mañana.

 Se arrancaron los mirtos y la jara.
 Se profanaron todas las distancias…
 -delirio cómplice, quizá, de un cielo nuevo-
Como atalaya:                                                      
                   el tiempo.   

Dos manos,
                 gaviotas blancas a través del ocaso,
son capaces de albergar un sueño
 y de amarse…
                    entre olas de espacios infinitos,
confundidas con la bruma,
en una playa cualquiera.

1 comentario:

  1. Felicitaciones Gladys, bellisima presentacion.

    Interesantes obras de pintura y poemas de la poeta, escritora y pintora.

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