Por WHANGBAI BAHK
(Corea del Sur)
Al leer los poemas del poeta Alfredo Pérez Alencart, me ha
parecido que su poesía se puede dividir en dos facetas importantes:
la primera se refiere al aspecto formativo de su niñez y adolescencia,
las cuales transcurrieron en la selva virgen de la amazonía peruana;
y la segunda faceta, se centra en su madurez intelectual que tomó
lugar en Salamanca, España.
Sin embargo, la prodigiosa naturaleza del Amazonas por la cual
estuvo rodeado durante su niñez llegó a ser un recurso de su poética
del karma ya que su perspicacia se alimenta del fenómeno
epistemológico de su juventud. La presencia de Pérez Alencart en
Salamanca marca el regreso a sus orígenes, porque anteriormente sus
antepasados habían emigrado hacia América.
Es de resaltar que en su discurso poético hay elementos de la
samsara y de la transmigración del Budismo, y esto no sólo en el
sentido de que la selva renace y se degenera sino también que la
perpetuidad del clan Pérez es algo circular; de tal manera que el
poeta canta a sus padres (a sus antepasados) y a su hijo (y a su
descendencia).
Además el hecho de que el poeta desea unirse con Dios para
hacerse uno es similar al alcance de la Iluminación del Budismo Zen.
En fin, los lectores encontrarán en sus poemas, la generosa pasión
de la vida del poeta hispano-peruano que se encuentra arraigado
firmemente en los campos de Castilla.
Del libro Arca de los Afectos
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