El jueves 28 de
mayo visité la biblioteca del Establecimiento Penitenciario de Carquín.
Estuve acompañada por el bibliotecólogo Henry Chávez, de la DEBAE.
Carquín es un distrito a nivel del mar, una caleta cercana a Huacho
dentro de la provincia de Huaura, departamento de Lima.
Henry labora para la Dirección de Bibliotecas Académicas y Especializadas (DEBAE), ubicada en la Biblioteca Nacional del Perú,
sede de la Av. Abancay. Fui invitada por las amigas Rosa María Merino y
Cecilia Ferrer Mariátegui, quienes son responsables del Programa de
Bibliotecas Penitenciarias, a través del cual se realizan diversas
actividades de canalización y promoción de la lectura en los penales del
país.
El profesor Jaime Alca
es el director del CETPRO “San Judas Tadeo” de dicho penal desde hace
un año y fue quien nos condujo a su biblioteca, en donde nos esperaban
veinticinco internos y una colección aproximada de 1 000 ejemplares,
bien ordenada en estanterías de metal.
Con la sonrisa en los labios, escucharon las travesuras
de Alicia y sus amigos
Luego de ser
presentados por el profesor Alca a los internos, el Licenciado Henry
Chávez hizo un monitoreo de la biblioteca, a través de la cual pudo
constatar el nivel de eficiencia y disponibilidad que se puede dar a
estos internos deseosos de aprendizaje y lectura.
Cecilia me
sugirió que llevara mis libros y que con ellos hiciera una sesión de
lectura. De la bolsita mágica o lámpara de Aladino empezaron a salir,
uno a uno, algunos de ellos. Sentí la mirada de los lectores. Y así se
inició con La tortuga Alicia, leyéndoles algunos versos (libro
hecho en verso, para niños y adolescentes) en un diálogo dinámico y
emotivo. Paraba, los escuchaba. La recepción fue de encuentro con
personas, con seres que aman la lectura y además tienen la experiencia
vivida por mares y tierra de este nuestro país y nuestro mundo.
Ellos, de
diversas edades, de diversos tiempos y oficios, desde los 30 hasta los
80, en un trabajo de introspección paseamos por los océanos Pacífico y
Atlántico, por los canales de Suez, de Panamá y del futuro canal de
Nicaragua, por la peña en España llamada: Perejil. “Perejil, jil, jil”…
Se reían de los nombres que les había puesto a los personajes de
Alicia, la tortuga. Caminaba como pez en el agua. El delfín gana al
tiburón siempre, me dijo un anciano. Y así fuimos hasta Lobos de afuera,
Lobos de tierra. Y al lago Titicaca. A nuestros dioses.
Sirenas y
ondinas. Tritón y la mar, no el mar. “La mar bota a las mujeres hacia
afuera” dijeron varios de ellos y a “los hombres se los lleva”. “La mar
es mujer”, confirmó otro. El “lago es hombre”. Por supuesto, el río. Y
así llegó la luna-mujer hecha leyenda y poesía. Tendido de sol maduro con la risa de nuestra América morena. La Pachamama y la Madre.
Conocen lo que sucede, lo que pasa, las mafias, la corrupción y otros. Claro, cómo no.
Cuando les hablé algo en este tiempo breve del libro Encuentro con Huacho y allende los mares,
surgieron las migraciones. E inevitablemente vinieron apellidos y el
aporte de estas migraciones a esta provincia. El interés crecía de los
que son de esta zona. Escuchaban con interés y atención. Uno de ellos
me reconoció por la labor que alguna vez hice en lo que fue la
“Biblioteca Pública Municipal de Huacho Domingo Torero Arrieta” (hoy no
existe) y dialogamos, muy a nuestro pesar, de su final y de la falta de
comprensión de parte de nuestras autoridades locales y regionales, al
respecto.
Salimos con la
satisfacción de la tarea cumplida y de haber dejado en ellos un momento
diferente y con sabor a “En toda el alma hay una sola fiesta”
Jipirapafapa,
les comenté que es una historia que está dedicada a mi única nieta
Lola. Qué les dice Jipirapafapa, pregunté. Y la respuesta fue inmediata,
juego de palabras: Jirafa. Me quedé anonadada como la historia de
esta Jirafa y la leche asada. Sherezade vino a este puerto y con ella
las Mil y una noches. Hablaba con lectores-escritores. Uno pidió un
diccionario francés-español, español-francés porque él leía en francés.
Un ciudadano francés que había estado en el Centro Penitenciario le
había enseñado al peruano el idioma francés. Y junto a él otro abrazaba
las Narraciones de Edgar Allan Poe. Cuando lo vi ahora vaya a los
poetas malditos, a Bukowski, a Artaud, a Verlaine y a Baudelaire –entre
otros- expresé. Apuntaba. Apuntaban.
Están sus niños
de por medio, les remarcamos Henry y yo, los que los visitan los
domingos, así que les recomendamos que los escucharan, que dialogaran de
sus sueños, que escribieran en papel lo que sus niños les dejaran;
fomento al diálogo y la lectura con la siguiente generación.
Unos se tocaban
el corazón y hablaban de él, otros me enseñaban sus diplomas como
escritores de cuentos e historias que les había otorgado el Director del
CETPRO. Algunos mostraron su interés en participar en concursos. Uno
me hizo la pregunta de cómo se podía comercializar los cuentos en
nuestro país. Les dije de algunas dificultades con el libro en nuestro
país, de las casas editoras, de las librerías. Y, por supuesto, de la
falta de bibliotecas infantiles, escolares y públicas en el Perú, lo
cual fue confirmado por el colega Henry Chávez y como en otros países
como Colombia, Chile, Costa Rica, entre otros, había una educación
planificada en años y por consiguiente bibliotecas como almas receptoras
de lectura.
En un momento
salió a relucir Vargas Llosa y García Márquez, los tipos de escritura,
las técnicas en las novelas, el realismo; el realismo mágico
maravilloso en América Latina. Comentaron de La ciudad y los perros, de la novela y de la película, de la actuación de Gustavo Bueno, el que ahora actúa en la telenovela Al fondo hay sitio y conserva su capacidad actoral. De Pantaleón y las visitadoras.
Y Detrás de la aldaba,
libro calientito como comentó Henry, vino casi como remate con tres de
sus micro-textos. (Monterroso y su dinosaurio). Nacimiento: “Zeus toma
el cuerpo de la Ballena de Jonás para seducir a Moby Dick. Poco más
tarde nace un pececito, y es dorado”. Sus ojos se agrandaron, sus
sonrisas y aquellas miradas tristes se tornaron con sabor a chocolate.
Moby Dick y Melville, dijo uno. Y el pececito que nace, es dorado.
Rieron.
El tiempo llegó
a su fin, Henry tomó la palabra para agradecer y felicitar a Jaime
Alca, director del CETPRO, por su trabajo y por esta jornada. Uno de los
internos nos agradeció y habló del perdón y dentro del perdón del
olvido. Como conclusión de ese perdón y del olvido en el perdón, esa
palabra que mueve al mundo: amor.
Fotos dentro de la Biblioteca que tiene el nombre de uno de los escritores huachanos del siglo pasado: Antero B. Rosadio López, aquel que nos dejó Soldaditos de plomo y Orquestas infantiles,
en poesía. Las fotos finales en la puerta de la Biblioteca que
curiosamente dan a un patio adornado por tortuguitas terrestres, en
cerámica.
http://bibliotecasencontextodeencierro.blogspot.com.ar
Podría decir pero qué cosa chica. Muchas gracias
ResponderEliminar