viernes, 15 de abril de 2016

Revista de Cultura :A contratiempo

 

 

Por Jaime Quevedo y Beatriz Goubert



PRIMERA ÉPOCA: LA APUESTA DEL PROFESOR CARLOS MIÑANA CON DIMENSIÓN EDUCATIVA.



A comienzos de los 80 el profesor Carlos Miñana Blasco ambicionó un proyecto editorial: una revista crítica, descomplicada y divertida, que recogiera el movimiento de músicos y músicas del momento. Tal idea se gestó en Dimensión Educativa, una ONG que lideraba procesos de alfabetización de adultos en distintos países de América Latina y de África. En medio de esta tarea, se conformó un grupo de personas provenientes de distintos campos, para trabajar específicamente en educación popular. Fue así como el teatro y la música, ésta última en cabeza del profesor Miñana, se aunaron a la iniciativa. Su aporte incluyó la recuperación de la tradición oral de los grupos con los que trabajaban, con un énfasis en la canción y la música popular.

Durante el desarrollo del proyecto pedagógico de Dimensión Educativa, se realizaron encuentros nacionales y regionales de grupos musicales, promotores, líderes y formadores que estaban trabajando con música popular. Estos encuentros resultaron ser un espacio propicio para identificar personas que estaban haciendo trabajos muy interesantes desde universidades, entidades, y casas de la cultura. Así, A Contratiempo se perfiló para dar respuesta a la necesidad de la circulación de materiales sonoros y pedagógicos, y de creación de espacios de discusión para esta gente inquieta que estaba en todo el país.

En 1984 el proyecto de la revista tomó autonomía dentro de la ONG, y se centró en apoyar y promover la música popular:

En esa época entendíamos por música popular música que se hacía en la base, música que hacía la gente del pueblo; esa palabra tenía sentido en esa época y tenía como cierto impacto social, cierta crítica social, cierto arraigo en lo que son las necesidades de la gente. […] El proyecto inicia explorando cómo se conforman los grupos populares, los grupos de barrio, los grupos sindicales; y se empezó a apoyar una serie de grupos que encontrábamos en los barrios, en las veredas etc. Se trataba de cualificar el trabajo musical de estos grupos que era bastante precario, se trataba de elevar el nivel musical y el nivel también ideológico de estos grupos. Ese proyecto se fue ampliando a otros temas, viendo la música popular ya ligada a todo lo que es la nueva canción, la nueva trova, todo ese movimiento de la nueva canción y de música popular. [El proyecto] se fue ampliando, ya no [se dedicaba] solamente a lo popular de músicos de barrio de base sino también a músicos urbanos que querían hacer música popular con cierto contenido social […] (Entrevista a Carlos Miñana, 2009)
Hubo algunos intentos similares por la misma época que se quedaron en el primer número. No había en el panorama ninguna revista en donde se publicaran temas de música; había muchas revistas de cultura, pero la dificultad técnica que implicaba acompañar un texto con una partitura o ilustraciones musicales, hacía que la divulgación de este tipo de materiales fuera casi nula. Además se necesitaba un medio que específicamente vinculara las prácticas de la música popular con la danza puesto que lo que se encontraba en provincia era el mundo sonoro popular directamente ligado al dancístico. Como los grupos de danza tampoco tenían una revista, A Contratiempo convocó a Cesar Monrroy para coordinar esta faceta.

La revista funcionó con corresponsales en distintas ciudades del país, desde Florencia hasta Santa Marta, quienes a su vez hacían las veces de distribuidores. Este esquema generó materiales muy valiosos para publicar. Sin embargo, los procesos de edición y diagramación eran muy artesanales y complicados puesto que los artículos requerían partituras, gráficas de planimetrías de danzas, diseños, dibujos, y demás. La distribución fue un reto porque sumado a las dificultades de comunicación de la época, no había una industria editorial consolidada, ni redes de distribución serias. Las agencias distribuidoras se ocupaban de envíos, distribuciones y remesas por grandes volúmenes, sin embargo, A Contratiempo era una revista producida con muy pocos ejemplares -en promedio 700 por número- altamente especializada que debía ir a públicos particulares en unos nichos muy localizados.

La primera época de la revista, con todos los avatares de su producción, incluyó ocho números desde 1987 hasta 1992 mediante el apoyo económico de ONGs europeas y canadienses. El esfuerzo constante del profesor Miñana abrió un camino nuevo para las publicaciones musicales en el país, que aún sigue vigente décadas después.

SEGUNDA ÉPOCA, EL RETO DEL MINISTERIO DE CULTURA

En 1996 el Centro de Documentación Musical de la entonces Subdirección de Artes de Colcultura evaluó la importancia del proyecto editorial impulsado y desarrollado por el profesor Miñana desde Dimensión Educativa. Consideró el vacío de cinco años que había dejado la suspensión de la publicación, muy reclamada por el medio y estimada hasta ese momento como la única en su género. Basado en el Plan de Desarrollo de la época, el director del CDM Jaime Quevedo inició los trámites con miras a retomar la publicación:
La función del estado [es] identificar, investigar, analizar, conservar, restaurar, difundir y promover el reconocimiento y la valoración del patrimonio cultural documental, sonoro visual y no material o intangible que se expresa en memorias, tradiciones, costumbres, que hacen parte del patrimonio artístico y cultural de la Nación, considerado como eje fundamental del desarrollo y fuente esencial de la memoria y la identidad […] (Plan Nacional del Desarrollo y de Inversiones, 1995)
El maestro Quevedo y la doctora Ana María Ochoa plantearon al profesor Miñana y a Dimensión Educativa los propósitos del proyecto, quienes cedieron todos los derechos para viabilizar la continuidad de su publicación. El Ministerio de Cultura, que inició labores en 1998, y la Dirección de Artes a través del Centro de Documentación Musical decidieron retomar la revista A Contratiempo como una respuesta parcial pero significativa a tal responsabilidad.

Partiendo de la necesidad de generar un espacio plural sobre las músicas en Colombia, la etnomusicóloga Ana María Ochoa como directora de la revista, propuso la segunda etapa del proyecto editorial como un espacio abierto de discusión sobre las prácticas musicales características de las diferentes ciudades y de las sonoridades presentes en sus diferentes regiones. Este enfoque fue concebido como un espacio dispuesto a la reflexión y el reconocimiento de nuestra diversidad musical, a la interacción con otras disciplinas que se entrelazan en el hecho musical, a la valoración de la música como un ámbito investigativo y a la divulgación de obras de compositores colombianos, en reconocimiento y estímulo a su labor. Tales fueron las directrices que orientaron la producción de la revista en esta segunda época para que desde lo musical se generara un espacio de intercambio y diálogo en la diferencia.

Para avanzar con criterio técnico y editorial se definió una estructura de interlocutores institucionales y autoridades que integraron el comité editorial con la profesora Ochoa Gautier en la dirección de la revista para la producción de los números 9 a 11. El número 12 fue el primer número monográfico de la revista que se produjo desde el CDM a cargo del maestro Jaime Quevedo para mantener la publicación vigente.

Al evaluar los repertorios incluidos en la primera serie se reconoció un vacío de repertorio académico que se balanceó al dar inicio en la revista a la publicación de obras de compositores de tradición académica mediante separatas de partitura. Así, se pusieron a disposición de los lectores obras que hasta el momento solo existían en manuscritos. De esta manera la revista asumía también la difusión impresa de patrimonio documental musical colombiano.

También en aras de promover una producción que cumpliera estándares internacionales, se optó por innovar con un diseño que convirtiera cada número de A Contratiempo en un objeto de colección con un valor estético alto, al tiempo que se mantenía la calidad de los contenidos.

Y LA HISTORIA PROSIGUE..

En la tercera época, la historia continúa. A partir del número 13, A Contratiempo se transforma de nuevo, esta vez aprovechando las tecnologías disponibles, para crear una serie en la que se mantiene la calidad de los contenidos, al tiempo que se mejoran los recursos disponibles para el lector. Esta revista en línea se diseña para ser escuchada, vista y leída.

Este balance entre contenidos analíticos y formato novedoso será garantizado a través del proceso de indexación de la revista, objetivo editorial de esta nueva generación, que se posibilita a través del convenio entre el Ministerios de Cultura y la Universidad Externado de Colombia como par editorial.

Actualmente la revista A Contratiempo se encuentra indexada por Electronic Journals Library y e-revist@s, así como en proceso de indexación por parte de Dialnet.

BIBLIOGRAFÍA Plan Nacional de Desarrollo y de Inversiones 1995-1998 El Salto Social. (1995) Diario Oficial No. 41.876, 5 de junio. ENTREVISTAS Miñana, C. (2009). Entrevista a Carlos Miñana, en Febrero de 2009 realizada por Jaime Quevedo.

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