domingo, 3 de julio de 2016

El septyimo cielo en los ojos n°53


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   En esta oportunidad  el especial es para el Ezequiel Martin Buono un joven músico porteño, que ama escribir relatos, poemas y letras de canciones ademas de actuar en cortos, mediometrajes y en teatro .Una profunda entrevista a la querida Silvia Favaretto poeta,Gestora Cultural,docente y Traductora de Venecia que ama Latinoamerica .Roberto Romeo Di Vita con Encuentro Nacional de escritores en Córdoba y un ensayo por el escritor y poeta Julio Bepre

Pitágoras de Samos, Las calles mas raras del mundo, Exposición "Río Congo, artes de África Central”, Cuentos bajo el Sol :Leónidas Andréiev(Rusia), Poesía a dos voces:Michel Krott (Holanda),Ensayo:Julio Bepre,Cortos:Violencia de género, Día del Locutor.

viernes, 1 de julio de 2016

Día del Locutor.

por Hector Javal

El 3 de julio pasado se celebró el Día del Locutor. Se recuerda en la fecha la fundación de la Sociedad Argentina de Locutores (SAL) de lo que ya pasaron 72 años.
Enamorado de los sonidos de la radio, ya que nací y crecí escuchándola a raíz de la actividad de mi padre que dedicó buena parte de su vida a la reparación y venta de receptores en Radio “Sic”, desde temprana edad se pegaron a mis oídos voces consulares del éter de todos los tiempos. Seguramente esa resultó la razón principal para dedicar mi vida a todo lo que tiene que ver con el periodismo.
Entre los 21 locutores fundacionales de la SAL en 1943 se contaron dos nombres que años más tarde cruzaría en mi trayectoria radial y de estudios: Jaime Mas, que era director artístico de Radio Splendid en el primer programa que realizara en la década del 60 “Bando Deportivo” y Pedro Valdez, presidente del Círculo de Periodistas Deportivos de Buenos Aires del que egresara en 1964.
Recuerdo que para que habiliten salir al aire a nuestro programa por Radio Splendid, además de tener que pagar el espacio, debimos dar un exámen de como iba a ser el ciclo. Indudablemente vivíamos tiempos de radios en serio. Hoy pareciera que son una serie de voces improvisadas, comentarios incoherentes, palabras mal pronunciadas o empleadas sin conocer su significado. Pero, es lo que hay...
Recuerdo que mis primeros locutores en Radio Splendid fueron Víctor Arriague, que en los programas de Héctor Larrea por Radio Rivadavia, personificara al “Dr. Pueyrredón Arenales” y Raúl Batallez integrante del Grupo Vocal Argentino. Arriague estuvo diez veces ternado para el premio “Martín Fierro” de APTRA antes de adjudicarse la estatuilla, todo un ejemplo de perseverancia para quienes critican cuando no acceden rápidamente a la premiación.
Con “Bando Deportivo” eramos vecinos del programa de Dante Panzeri y reforzaba nuestras entregas la orquesta de Leopoldo Federico cantando Julio Sosa ya que por entonces los grupos tangueros hacían la previa en distintas emisoras antes de actuar en los escenarios de la noche de Buenos Aires.
Luego de Radio Splendid incursionamos en Radio Excelsior, lunes, miércoles y viernes a las 20,45 con la locución de Jorge Beillard, famoso por ser el animador de los prestigiosos bailes de esa época de “La Escala Musical”. Previamente la voz de Lacuanite realizaba los avisos de Geniol y Nora Pesce los de Lanas “Mamita”.
Epocas en que las distintas firmas comerciales tenían sus voces oficiales que pregonaban la marca por diversas emisoras con la pretensión de uniformarlas al producto.
Periódicamente también estuvo Efrain Perez Ibañez, uno de los tres locutores que noche a noche por Radio Belgrano junto Miguel Angel Merellano y Santo Biasatti estaban en “Generación Espontánea”. El ciclo marcó el conocimiento de que también podía haber programas de radio hasta bien entrada la noche, que había oyentes, ya que antes era creencia generalizada que todo debía concluír a las 12 ó la una de la madrugada, hora que cerraban sus transmisiones la mayoría de las emisoras.
De Excelsior pasamos a Radio Porteña, con “Nocherama” y a Radio Antártida con “Platea Deportiva”, siempre formando particularmente los equipos de compañeros que se sumaron a la inquietud. A Luis Darío Laplaccette, Daniel Barrionuevo y Fernando Héctor Fielli en Splendid y Excelsior, solían integrarse además Tapia y Turilli. En Antártida ya estuvieron Alfredo Pastor Cabral y Enrique Martín y Guillermo Salatino, cuando a “Platea Deportiva” agregamos “Ecos de Atlanta” y luego “Un Sábado Más” actuando aquí Antonio Vitale, Sdrubolini y Toscano con la locución de Yolanda Oviedo, Manuel Haissiner, Norma Lugani y D’Agostino.
En Porteña las voces consulares de Juan Antonio Ripoll, Bustamante - que además era dentista - Lía Rosa que participó de las tradicionales noches de teatro que emitía la emisora desde distintas salas porteñas, Norberto Malbrán con su programa “Desde Buenos Aires por Porteña”; Tarzi, bien de madrugada, auspiciado por Café “La Morenita”, donde hizo sus primeras armas Jorge Bocacci; Sícora Brescina, que presentaba las entregas de “Cóndor, Voces y Oídos del Deporte”, donde se iniciara Néstor Ibarra, programas de Puebla - Ibarra Publicidad.
También tuve un breve pasao por Radio “El Mundo” siendo su director Hernán Jorge Biancotti que recibió la designación por haber sido el presentador de toda la campaña política de Héctor José Cámpora. Ambos, Biancotti y Cámpora eran de San Andrés de Giles.
Biancotti me dio la posibilidad en un programa de espectáculos con la modelo Beba Lorena, donde quisieron ponerme de “chimentero”, inclinación que ya por ese tiempo se vislumbraba. Pero eludí la posibilidad porque interpreto que dicho estilo no es periodismo y jamás sentí esa inclinación.
Ya por entonces sonaba fuerte en mi deseo la posibilidad de ser locutor nacional. Luego de pasar por el ISER estudiando redactor radiofónico logré entrar en COSAL (Comunicaciones Salesianas) teniendo entre otros, como compañeros, a Eduardo Marino, Elsa Silvestre, Arturo Furnó, Jorge Jesús Pipi y Héctor Norberto Trichinello que aun hoy en día prosiguen trabajando en distintos medios. Rescato a Marino en Splendid; Pipi en Rivadavia y Trichinello en Mitre.
En 1973-74 dimos el último exámen ante autoridades del COMFER para acceder al preciado carnet para ejercer la locución. Recuerdo entre otros a Landi, hombre del noticiero de Canal 11 en la mesa de exámen.
En ese interín también pasé con mis programas por Radio América con la conducción del Dr. Critto teniendo como locutor a Horacio Benceni.
En otro pasaje tuve además programa por Radio Argentina, donde durante algún tiempo se mantuvo “Nocherama” y siendo la conductora de la emisora “Rafi” - que hiciera por Rivadavia el recordado ciclo “Ola, muchachas...” también llevamos adelante la audición “Tiro Libre” con Eduardo Colombo, el cordobés Fabián Blazquez y el correntino Molina, voces comerciales.
En “Nocherama” se sumaron la voz de Ibis Marvel y los comentarios de Norberto Galletti, Jorge Floriani, José Luis Zammito y los inseparables Fielli y Laplacette.
También, ya locutor - periodista, fui informativista de Radio Belgrano llegando a acompañar en el Diario Oral Matutino a un auténtico monstruo de la voz como Ernesto Frith, el mismo del programa “La Aventura del Hombre”. Entonces hicimos micrófono junto a él, Leonardo Chocrón y Montenegro.
En más de 25 años pasé por varias Radios, siempre produciendo publicitaria y artísticamente mis programas. Con menos viajes semanales a la Capital Federal llevé adelante el 1º Taller Municipal de Periodismo y Locución que funcionó en la Biblioteca “Ameghino” siendo su directora Nora Chacón. Durante 15 años fue mi intención contar mis andanzas periodísticas - locutorales a distintos grupos de alumnos de lo que luego pasó a ser curso. Mi satisfacción principal fue la de continuar cosechando amigos y gente conocida, como sucediera en tantas radios cuyos estudios caminara.
Hoy me quedan la alegría de tantos recuerdos gratos y el sinsabor de sintonizar radios y televisores carentes de mayor creatividad y de un idioma que dé realce al castellano, el más lindo del mundo. Pero a los recuerdos de tiempos mejores, no me los puede quitar nadie. Como tampoco a los sueños añorando un mañana mejor.
OTRAS VOCES INOLVIDABLES
Concurriendo diariamente a estudiar al Colegio Marista me colgaba de los barrotes de la ventana del estudio de Publicidad Oral Luján, en San Martín 11, para ver al locutor realizando su tarea. Con el tiempo pude acceder a programas por los altavoces callejeros de esa emisora de Juan María Ricci, que con los años alternó con sus microprogramas tangueros en mis entregas de Radio Excelsior. En una de nuestras Fiestas del Deporte debutó, recién recibida de locutora, María Inés Cristante, la primera villaflandrina que accediera al título nacional. También supo estar Rosa Hernández. Con Rubén Costa y el “Pato” Liguori, seguramente alguna vez compartimos escenarios. Entusiastas del micrófono con Laureano Rodríguez - hoy radicado en Misiones -, Néstor Bonión, infaltable en nuestras fiestas tradicionales y Lisandro Arriola igualmente dieron el aporte de su voz. En General Rodríguez muchas años me acompañaron Jorge Martín y Héctor César Piaggio, por la propaladora pueblerina de esa ciudad. Concurriendo a dar clases de locución en APTRA tomaron mi curso los adventistas del ciclo “Una Voz en el Camino”, Enrique Chaig y José Plescia y Walter Queijeiro a quien puede vérselo en programas de la TV porteña. Hecho similar sucedió con Marcelo Iribarne, actualmente con Soledad Pastorutti en Canal 7, a quien conocí dando clases en Suipacha.
 
Extr de El Heraldo Oeste 

Pitágoras de Samos

                                                    (- 572 a - 496)

Biografía

La vida de Pitágoras se encuentra envuelta en leyendas. Nació en Jonia, en la isla de Samos, hacia el 572 a.C. y, al parecer, conoció a Anaximandro de Mileto. Se le atribuyen viajes a Egipto y Babilonia. La tiranía de Polícrates le hizo abandonar Samos, trasladándose a Italia y estableciéndose en Crotona. Allí creó una secta filosófico-religiosa, inspirada en el orfismo, cuyos miembros vivían en comunidad de bienes, participando de un conjunto de creencias y saberes que permanecían en secreto para los no iniciados.
La influencia ejercida por dicha secta en Crotona fue considerable, al parecer, llegando a suscitar la enemistad del pueblo que se rebeló contra el dominio ejercido por las secta pitagórica y, en el transcurso de esa revuelta popular, puso fuego a sus propiedades y los expulsó de la ciudad. Se dice que Pitágoras se refugió en Metaponto, donde murió poco después, hacia el 496 antes de Cristo.

Pensamiento

Son pocas las referencias a su obra entre los antiguos, incluidas las de Platón y Aristóteles, pero abundantes a partir de ellos (lo que genera muchas dudas sobre su autenticidad) y en las que se mezcla, además, la leyenda y la realidad, o lo que podría ser tomado como una referencia real a Pitágoras o a los pitagóricos (hoy sabemos, por ejemplo, que la atribución a Pitágoras del descubrimiento del teorema que lleva su nombre no es defendible). Es difícil fijar también qué doctrinas pertenecen a Pitágoras y cuáles pudieron ser desarrolladas por sus discípulos posteriores: Alcmeón o Filolao, por ejemplo.
La filosofía de Pitágoras se desarrolla en una doble vertiente: una místico-religiosa y otra matemático-científica.
a) Por lo que respecta a la primera, el eje central está representado por la teoría de la trasmigración de las almas y la consecuente afirmación del parentesco entre todos los seres vivos. Según ella, las almas son entidades inmortales que se ven obligadas a permanecer en cuerpos reencarnándose sucesivamente pasando de unos a otros durante un periodo de tiempo indeterminado, hasta superar el proceso de reencarnaciones gracias a la purificación (catarsis), que culmina en el regreso del alma a su lugar de origen. Para ello, era necesario observar numerosas reglas de purificación, por ejemplo, la abstinencia de la carne, así como diversas normas rituales y morales. Esta teoría será adaptada posteriormente por Platón, constituyendo un elemento importante de su filosofía.
b) Respecto a la vertiente matemático-científica, Pitágoras afirmaba que los números eran el principio (arjé) de todas las cosas.
b.1 No sabemos si se concebían los números como entidades físicas o si, por el contrario, se afirmaba que el principio de la realidad era algo de carácter formal, es decir, no material (una relación, una estructura...). Aristóteles pensaba que la doctrina pitagórica del número se basaba en descubrimientos empíricos; por ejemplo, el hecho de que los intervalos musicales puedan expresarse numéricamente. (De hecho los pitagóricos concedieron una gran importancia al estudio de la música, vista su relación con las matemáticas. Esta relación la pudieron ir ampliando al resto de objetos que constituyen la realidad, descubriendo en el número la razón de todo lo real, lo que llevaría a convertirlo en el "arjé" de los  milesios.) Parece, además, que los pitagóricos concibieron los números espacialmente, identificando el punto geométrico con la unidad aritmética. Las unidades tendrían, pues, extensión espacial y podrían ser consideradas, como dice Aristóteles, como el elemento material de las cosas.
b.2 Es dudoso que los pitagóricos hayan podido interpretar el número como una realidad de carácter formal o como una estructura de la realidad, es decir, como algo no material, dado que la aparición clara de la concepción de una realidad no material difícilmente puede anticiparse a la reflexión platónica sobre el tema. No obstante, pese a las explicaciones de Aristóteles, tampoco queda muy claro cómo podría interpretarse el número como una entidad material. También en su vertiente matemática influirán en Platón los pitagóricos.

Las calles mas raras del mundo


Exposición "Río Congo, artes de África Central”

La muestra organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Museo de quai Branly, de París reúne 30 piezas como máscaras, relicarios, estatuas de ancestros, armas, entre otros. Esta muestra permaneció abierta en el Museo Nacional de Antropología hasta el 3 de abril de 2016.(México)
Por: Alejandra Flores.

Cuentos bajo el Sol :Leónidas Andréiev(Rusia)

                                   
                                 Ben-Tovit

El día terrible en que se realizó la mayor injusticia del mundo, en que se crucificó en el Gólgota, entre dos bandidos, a Cristo, ese mismo día, el comerciante de Jerusalén Ben-Tovit tenía, desde por la mañana, un dolor horrible de muelas.
Le había comenzado la víspera, al anochecer. Ben-Tovit experimentó en el lado derecho de la mandíbula, en la muela contigua a la del juicio, una sensación singular, como si se le hubiera elevado un poco sobre las otras; cuando la rozaba con la lengua, sentía un ligero dolor. Pero después de comer, la molestia pasó, Ben-Tovit la olvidó y acabó de tranquilizarse con el cambio de su viejo asno por otro joven y vigoroso, negocio que le puso de buen humor.
Durmió con un sueño profundo; pero, al amanecer, algo vino a turbar su sueño. Se diría que alguien llamaba a Ben-Tovit para algún grave asunto. No pudiendo ya resistir aquella inquietud, se despertó y se dio cuenta al punto de que tenía dolor de muelas. Entonces era un dolor franco y claro, muy violento, un dolor agudo e insoportable. Y no se podía ya comprender si lo que le dolía era la muela de la tarde anterior o las demás contiguas a ella. Toda la boca y toda la cabeza le dolían, como si estuviese mascando millares de clavos ardiendo. Se enjuagó la boca con un poco de agua del cántaro; durante unos momentos el dolor se aplacó, y Ben-Tovit experimentó una ligera tirantez en las muelas. Dicha sensación, comparada con el dolor de hacía un instante, era incluso agradable. Ben-Tovit se acostó otra vez, se acordó de su nuevo asno y pensó que sería del todo feliz a no ser por el dolor de muelas. Trató de volver a dormirse, pero cinco minutos después el dolor comenzó de nuevo, más cruel que antes. Ben-Tovit se sentó en la cama y empezó a balancear el cuerpo acompasadamente. Su rostro adquirió una expresión de sufrimiento, y en su gran nariz, que había palidecido, apareció una gota de sudor frío.
Así, balanceándose y gimiendo lastimeramente, permaneció hasta la salida del sol; de aquel sol que estaba predestinado a ver el Gólgota con sus tres cruces y a eclipsarse de horror y de tristeza.
Ben-Tovit era un buen hombre, a quien repugnaba la injusticia; pero cuando su mujer se levantó, le dijo mil cosas desatentas, lamentándose de que le hubiera dejado solo y no hubiera hecho ningún caso de sus terribles sufrimientos.
La mujer no se incomodó por estos reproches injustos; no ignoraba que era el dolor, y en modo alguno la maldad, lo que hacía hablar así a su marido. Le auxilió, solícita, con no pocos remedios: una cataplasma, en la mejilla, de estiércol seco y pulverizado; una infusión muy fuerte de aguardiente y huesos de escorpión; un pedazo de la piedra en que estaban escritos los diez mandamientos, y que Moisés rompió en su cólera.
El estiércol aplacó un poco el dolor de Ben-Tovit, pero por breve tiempo. Los otros remedios produjeron el mismo efecto y, siempre tras un corto alivio, el dolor volvía a empezar con redoblada fuerza. Durante los escasos momentos de tregua, Ben-Tovit procuraba olvidarlo completamente, poniendo el pensamiento en su nuevo asno; pero cuando se hacía sentir otra vez, empezaba a gemir, a insultar a su mujer y a decir que se iba a romper la cabeza contra la pared.
Sin cesar iba y venía por el terrado de su casa, sin acercarse demasiado a la barandilla, para que los transeúntes no le vieran con la cabeza envuelta en un pañuelo, como una mujer. Con frecuencia, sus hijos acudían junto a él y referían, interrumpiéndose, algo relativo a Jesús Nazareno. Ben-Tovit se detenía entonces un instante para escucharlos; pero ponía luego cara de pocos amigos, hería iracundo el suelo con el pie y echaba a los niños; aunque era un hombre de buen corazón y aunque amaba a sus hijos, se enojaba con ellos, lleno de fastidio, al oír aquellas naderías. Le enfadaba también que la calle y los terrados de las casas vecinas estuvieran llenos de gente que no hacía nada y le miraba con curiosidad pasearse con la cabeza envuelta en un pañuelo, como una mujer. Quería ya bajar, cuando su mujer le dijo:
-Mira, conducen a los bandidos; quizá eso te distraiga.
-¡Déjame en paz! -respondió colérico Ben-Tovit-. ¿No ves lo que sufro?
Pero había en la proposición de su mujer algo como una promesa vaga de que el dolor de muelas se le aplacaría si miraba a los bandidos, y se acercó a la barandilla. La cabeza inclinada a un lado, un ojo cerrado, la mano en la mejilla, miró hacia abajo.
A lo largo de la estrecha calle empinada marchaba, en completo desorden, una multitud enorme, levantando gran polvareda. Se oían gritos, centenares de voces mezcladas. En medio de la multitud, encorvados bajo el peso de las cruces, avanzaban los condenados. Por encima de sus cabezas, semejantes a serpientes negras, chasqueaban los látigos de los soldados romanos. Uno de los condenados -el que tenía largos cabellos rubios y llevaba las vestiduras rotas y ensangrentadas- tropezó en una piedra que le habían tirado y cayó.
Redobló sus gritos la multitud, que parecía un mar agitado cubriendo con sus olas la superficie de un islote.
Ben-Tovit, de repente, sintió tal dolor, que se estremeció, como si alguien le hubiera horadado la muela con una aguja. Lanzó un gemido lastimero y se apartó de la barandilla, encolerizadísimo, importándole un bledo cuanto sucedía en la calle.
-¡Dios mío, cómo gritan! -gruñó, imaginándose las bocas muy abiertas, con las muelas no atormentadas por el dolor.
A no ser por el que le hacía ver las estrellas, hubiera podido gritar como los demás, quizá más fuerte aún. Al pensar en esto, se hizo más cruel su sufrimiento, y Ben-Tovit empezó a balancear furiosamente la cabeza y a lanzar gritos.
-Cuentan que curaba a los ciegos -dijo su mujer, que no se apartaba de la barandilla ni dejaba de mirar abajo.
Y tiró una piedrecita al sitio por donde pasaba Jesús, que avanzaba lentamente, medio muerto ya a latigazos.
-¡Tonterías! -respondió Ben-Tovit con acento burlón-. ¡Si posee, en efecto, el don de curar, que me cure a mí el dolor de muelas!
Y tras un corto silencio añadió:
-¡Dios mío, qué polvareda han levantado! ¡Ni que fueran un rebaño! Debían de echarlos a palos. ¡Llévame abajo, Sara!
Su mujer tenía razón. El espectáculo le había distraído un poco, o quizá el estiércol pulverizado le había aliviado. El caso es que no tardó en dormirse. Cuando se despertó, el dolor había desaparecido casi por completo; sólo el lado derecho de la mandíbula parecía ligeramente hinchado; tan ligeramente, que apenas se notaba. Al menos, así lo aseguraba su mujer. Ben-Tovit, escuchándola, sonreía maliciosamente; bien sabía que a su mujer, por su bondad de corazón, le gustaba decir cosas agradables.
Un rato después llegó su vecino, el peletero Samuel. Ben-Tovit le enseñó su nuevo asno, y, lleno de orgullo, escuchó los plácemes de Samuel a propósito del cuadrúpedo.
Después, a ruegos de Sara, que era muy curiosa, se dirigieron los tres al Gólgota, a ver a los crucificados. Por el camino, Ben-Tovit refirió a Samuel, sin omitir detalles, cómo había tenido dolor de muelas, cómo sintió al principio la molestia en el lado derecho de la mandíbula, cómo se había despertado al amanecer, atacado, súbitamente, de un dolor insoportable. Para dar una idea más exacta de sus sufrimientos, hacía muecas, cerraba los ojos, balanceaba la cabeza y gemía. Su vecino asentía compasivamente, acariciando su larga barba blanca, y decía:
-¡Dios mío! ¡Es terrible!
A Ben-Tovit le complacía observar que Samuel apreciaba toda la intensidad de sus sufrimientos recientes. Refirió por segunda vez cuanto le había sucedido. Después recordó que hacía ya mucho tiempo había tenido un dolor de muelas, pero en el lado izquierdo de la mandíbula inferior.
Así, en conversación animada, subieron al Gólgota. El sol, condenado a alumbrar el mundo durante aquel día terrible, se había ya ocultado tras las colinas lejanas. En el firmamento, hacia el Oeste, llameaba, semejante a un rastro de sangre, una ancha banda roja. Sobre el fondo del cielo se destacaban vagamente las cruces. Al pie de la de en medio podían distinguirse siluetas humanas prosternadas.
La multitud se había ido hacía tiempo. Comenzaba a sentirse frío.
Después de dirigir una mirada distraída a los crucificados, Ben-Tovit cogió a Samuel del brazo, y los tres se encaminaron a la casa. Ben-Tovit experimentaba un deseo violento de seguir hablando, y comenzó de nuevo a hablar del dolor que había tenido. Así, charlando, caminaban Gólgota abajo. Ben-Tovit, animado por las exclamaciones de compasión que profería de vez en cuando su vecino, daba a su rostro una expresión de sufrimiento, cerraba los ojos, balanceaba la cabeza, gemía, mientras de las profundas simas de la montaña y de las llanuras lejanas ascendía la obscura noche, que parecía deseosa de ocultar al cielo el gran crimen que se acababa de cometer sobre la tierra.
 Traducción de Nicolás Tasín
Ext.de Ciudad Seva

Poesía a dos voces:Michel Krott (Holanda)



Instrucciones para una vida mejor



Despierta y no dudes de este día.
Sé ahora como un corpiño
tan ceñido como armamento.


Yo no te he hecho para nada.
Divulga la palabra, cree en la rutina
y en la salvación. No hay la muerte.


Codifica la sabiduría en secretos:
la palabra tiene que ser como miel para
los ingenuos - habla pero no digas nada


Rasga los follajes y el color
de un alba fracasada,
pues para el sol es demasiado tarde:

 vende tus sueños a los puercos
y escucha a la noche larga.
Ext.de Artepoetica


Ensayo:Julio Bepre


DECORACIÓN  O  DESTINO
          Es indubitable que el hombre es una entidad determinada por fines; continuamente se hace proposiciones y se encamina hacia algunas, rechazando otras.  La elección, dudas, y el sacrificio por algo que se pretende concretar constituye algo típicamente humano, y es advertible en ello la incidencia recíproca que tienen los factores individuales y colectivos. El fenómeno de la especialización es también una nota propia del hombre y apunta a sus numerosas necesidades: es por una libre decisión o compelido por distintas motivaciones, como se opta por realizar algo. De una forma elegirá (si es que puede) el mísero habitante de una aldea africana, en tanto corresponderá otra muy diversa a quien se encuentra inserto en una sociedad de consumo.
         Hay distintas visiones, si no totalmente negativas al menos escépticas, respecto de la proyección de una sustantividad humana que reúna alcances de servicio y solidaridad incuestionables: la historia abona tales estimaciones. Resalta la crueldad que se desplegó en el cercano siglo XX,  y ni qué decir del ímpetu destructivo que envuelve hoy a la humanidad. Indudablemente hay transgresiones, desconocimiento, negación y hasta rechazo de los valores atinentes al espíritu, de toda aquella virtualidad axiológica que sostiene la dignidad  que corresponde a todo hombre por ser tal.
         La religión, la filosofía, la poesía, el arte y la ciencia en general, devuelven al viviente la certidumbre de que la existencia tiene un implícito sentido trascendente y una participación ennoblecida para con el resto de los demás seres. El infierno son los otros, se afirma en una obra de Sartre, pero en ello existe una total aceptación de lo absurdo, del sinsentido, de la inanidad de un mero vivir sin ninguna referencia a una perspectiva de esperanza o liberación. Y si todo es así ¿qué resulta de ello? ¿Qué podemos creer, crear, compartir o celebrar en nuestro concreto vivir?
         Si en este arduo tiempo que transcurre no vemos asomar con claridad  una esperanza equilibrada y sin retaceos injustos ni con imposiciones arbitrarias de los dueños del poder, existen muchos hombres a pesar de lo apuntado, que con sus gestos y acciones nos recomponen en alguna medida de las desventuras que se sufren en el mundo. Son precisamente aquellos implicados y comprometidos en la aventura de la creación y dación desinteresadas. 
Ubicando como ejemplo al poeta, ¿qué hace este buen hombre? Nada menos que internarse a través del lenguaje en el misterio de la vida y su belleza, para así vislumbrar el núcleo del Ser y aprehender en consecuencia una razón valiosa y verdadera que explicite nuestra humana situación. Esto no implica pretender que la actividad poética suplante la relacionada con otros valores, y menos que sea la solución única que permita enervar la orfandad existencial;  el acto de poetizar, de intentar asir la poesía, implica un salto en el vacío del que no se conoce adónde puede concluir.       Quien haya elegido un quehacer creativo valioso como un seguro recurso para el logro de notoriedad –y sin desconocer que toda buena obra puede avecinarla-- ha errado manifiestamente, conforme a cuanto hemos sostenido antes. Afirmó James Joyce  que nadie puede ser auténtico artista si no logra en algún momento librarse de la mediocridad ambiental, de los entusiasmos baratos, de las sugerencias maliciosas y de todos los aduladores influjos de la vanidad y la ambición.
         No se trata de convertir al poeta, al artista, al filósofo o al científico en ascetas o en seres diversos de sus semejantes; quien se sienta distinto se alejará aún más de la verdad, y sus resultados creativos o de investigación u ordenamiento de la realidad, estarán teñidos de puro solipsismo que a la larga lo establecerán en un callejón sin salida.
 El arte, la filosofía y la ciencia no son algo decorativo; cada proposición que nos hagan implicará un desafío que conlleva y exige una plenitud participativa cuando no la expulsión de cualquier acomodo banal al que a veces nos entregamos. El poeta –reiterando la ejemplificación-- debe asumir su rol de creador con la convicción de que hereda experiencias anteriores que enriquecieron el lenguaje del cual se vale, además de aceptar cualquier eventual éxito como una incidencia facticia.
 La historia acoge sobradas pruebas respecto a esta afirmación. ¡Cuántos celebrados autores lograron con el paso del tiempo apenas una exigua mención en los manuales de historia de la literatura! Los espacios de poder no son propios del arte, de la filosofía, de la ciencia y menos aún de la poesía, puesto que ella –como lo expresara René Menard-- no promete ni consuela de nada. Quien no acepte el desprendimiento que implica la creación, se engaña a sí mismo, y quien se desangra por obtener alguna distinción o merecimiento, necesita retornar cuanto antes a un conveniente equilibrio interior. Si bien el hombre es un haz de posibilidades, la intención de permanecer, de anular el olvido, de conjurar al tiempo, no depende de él, y quien no haya meditado esta evidencia tampoco lleva un rumbo acertado.
El creador, en definitiva, no puede estar calmadamente invadido por la complacencia de ser tal; le corresponde  ante todo sentirse comprometido por ello y, muchas veces, con renuncia de las bondades que quizá provea una existencia más ordinaria. Además toda auténtica y trascendente creación humana, no distrae ni constituye una suntuosidad del espíritu, sino que es un intento máximo para restituirle al hombre las excelencias quebrantadas por la civilización cuantitativa, mecánica y consumista, y de crearle otras nuevas posibilidades de crecimiento interior.
 El creador es un indagador, un buscador, un equilibrista en una cuerda floja, alguien que sabe que deberá alejarse de cualquier canto de sirenas, alguien que debe en cada momento avanzar para acrecentar y prodigar la noble actividad a la que se ha entregado. Se trata entonces de no ser simplemente un buen hombre sino un hombre bueno; el pensamiento desinteresado no puede ser nunca decoración sino destino.

Cortos:Violencia de género

www.porunbuenrollo.es
Realizado por: Alumnado del IES Escultor Marín Higuero de Arriate.
Premiado en el concurso de "Cortos Contra la Violencia de Género" organizado por el Área de Igualdad y participación de la Diputación de Málaga, con motivo del 25 de Noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.España

7°Arte:El gran Dictador

Director Charles Chaplin

El septyimo cielo en los ojos n°60