jueves, 23 de noviembre de 2017

El septyimo cielo en los ojos n°60



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LAK-BERNA Pag.y LAK-BERNA Revista  
Amigos  finalizamos por este año la publicación
Este es el último número de este año !Quiero agradecer a todos !colaboradores ,lectores ,y a todos los que acompañaron a la publicación ,a los entrevistados y a los que pude realizar pequeños homenajes en los números especiales!
Quiero agradecer especialmente a Manuel Barranco Roda por todo lo que hizo y hace por las publicaciones,su dedicación y compromiso con la misma!y a mandarle un saludo tambien a todos los que han participado en sus entrevistas colaboraciones !!!!!!!!!Hasta la próxima !

Cuentos bajo el sol :James Thurber


LA VIDA SECRETA DE WALTER MITTY

“¡Estamos pasando!” La voz del comandante se oía como cuando se quiebra una capa delgada de hielo. Llevaba el uniforme de gala, con la gorra blanca, cubierta de bordados de oro, inclinada con cierta malicia sobre uno de sus fríos ojos grises. “No lo lograremos, señor. En mi opinión, está a punto de desencadenarse un huracán”. “No le estoy pidiendo su opinión, teniente Berg ‑dijo el comandante‑. ¡Ponga en marcha el generador de luz a 8.500 revoluciones! ¡Vamos a pasar!” El golpeteo de los cilindros aumentó: tá‑poquetá‑poquetá-poquetá‑poquetá‑poquetá. El comandante observó la formación del hielo sobre la ventanilla del piloto. Dio unos pasos y manipuló una hilera de complicados cuadrantes. “¡Conéctese el motor auxiliar número 8!”, gritó. “¡Conéctese el motor auxiliar número 8!”, repitió el teniente Berg. “¡Dotación completa en la torrecilla número 3’, gritó el comandante. “¡Dotación completa en la torrecilla número 3!” Los tripulantes atareados en el desempeño de sus respectivos trabajos, dentro del gigantesco hidroplano de ocho motores de la Armada, se decían entre sí, con sonrisa aprobatoria: “¡El viejo nos hará pasar! ¡Ese viejo no le tiene miedo ni al diablo… !”
‑“¡No tan aprisa! ¡Estás manejando demasiado aprisa! ‑dijo la señora Mitty‑. ¿Por qué vamos tan deprisa?”
“¿Qué?”, dijo Walter Mitty. Con un extraño asombro miró a su mujer que estaba sentada al lado de él. Le hizo el efecto de ser una mujer desconocida que le hubiera gritado en medio de una multitud. “Íbamos a cien kilómetros –dijo-. ­Sabes bien que no me gusta correr a más de sesenta. Sí, ¡llegaste a cien!” Walter Mitty siguió conduciendo el coche hacia Waterbury, en silencio, alejándose el rugido del SN202 a través de la peor tormenta que había experimentado durante sus veinte años de vuelos al servicio de la Armada en las íntimas y remotas rutas aéreas de su imaginación. “Te encuentras de nuevo sufriendo una tensión ‑dijo la señora Mitty‑. Es uno de tus días. Quisiera que el doctor Renshaw te hiciera un examen.”
Walter Mitty detuvo el coche frente al edificio adonde su esposa iba para que le arreglaran el peinado. “No te olvides de comprar los zapatos de goma, mientras me peinan”, dijo ella. “No necesito zapatos de goma”, dijo Mitty. Ella colocó el espejito de nuevo en su bolsa de mano. “Ya hemos discutido eso ‑dijo apeándose del coche‑. Ya no eres joven.” Él aceleró el motor unos instantes. “‑¿Por qué no llevas puestos los guantes? ¿Acaso los perdiste?”. Walter Mitty se llevó la mano a un bolsillo y sacó de él los guantes. Se los puso, pero tan pronto como ella volvió la espalda y entró en el edificio, y después de llegar a una luz roja, se los quitó. “¡Dése prisa!” le gritó un policía cuando cambió la luz, y entonces Mitty se puso de nuevo los guantes y reanudó la marcha. Anduvo recorriendo calles sin rumbo fijo, y luego se encaminó hacia el parque, cruzando de paso frente al hospital.
-… es el banquero millonario, WeIlington McMillan, dijo la linda enfermera. “¿Sí?”, preguntó Mitty, mientras se quitaba lentamente los guantes. “¿A cargo de quién está el caso?” “Del doctor Renshaw y del doctor Bendow, pero hay también dos especialistas aquí, el doctor Remington, de Nueva York, y el doctor Pritchard‑Mitford, de Londres, que hizo el viaje en avión.” Se abrió una puerta que daba acceso a un corredor largo y frío, en el que apareció el doctor Renshaw. Parecía aturdido y trasnochado. “¡Hola, Mitty! ‑le dijo‑. Estamos pasando las de Caín con McMillan, el banquero millonario que es un íntimo amigo de Roosevelt. Obstreosis del área conductiva. Una operación terciaria. Ojalá que usted quisiera verlo”. “Con mucho gusto”, dijo Mitty. En la sala de operaciones se hicieron las presentaciones en voz baja: “El doctor Remington, el doctor Mitty. El doctor Pritchard‑Mitford, el doctor Walter Mitty”. “He leído su libro sobre estreptotricosis ‑dijo Pitchard‑Mitford, estrechándole la mano‑ Un trabajo magnífico”. “Gracias”, dijo Walter Mitty. No sabía que estuviera usted aquí, Mitty ‑murmuró Remington‑, llevar bonetes a Roma; eso fue lo que hicieron al traernos a Mitford y a mí para esta operación terciaria”. “Es usted muy bondadoso”, dijo Mitty. En aquel momento, una máquina enorme y complicada conectada a la mesa de operaciones, con muchos tubos y alambres, comenzó a hacer un ruido: poquetá‑poquetá‑poquetá. “¡El nuevo anestesiador está fallando! ‑exclamó
un interno del hospital‑. ¡No hay aquí quién sepa componer este aparato!” “¡Calma, hombre!”, dijo Mitty, en voz baja y serena, y en un momento se colocó frente a la máquina, que seguía haciendo de forma irregular poquetá‑poquetá‑cuip. Comenzó a mover con suavidad una serie de llaves brillantes. “¡Dénme una estilográfica!”, dijo secamente. Alguien le entregó una pluma estilográfica. Sacó entonces un émbolo defectuoso y en su lugar insertó la pluma. “Esto resistirá unos diez minutos ‑dijo‑. Prosigan la operación.” Una enfermera se acercó y dijo algo al oído de Renshaw, y Mitty pudo ver que el hombre palidecía. “Ha aparecido la coreapsis ‑dijo Renshaw, muy nervioso‑. ¿Quisiera usted intervenir, Mitty?” Mitty se les quedó mirando a él y al atemorizado Bendow, y fijó luego la vista en los rostros austeros y llenos de incertidumbre de los dos grandes especialistas. “Si ustedes lo desean…”, dijo. Le pusieron una túnica blanca y él mismo se ajustó una máscara y se puso los guantes de cirugía que le presentaban las enfermeras.
“‑¡Atrás, Mac, atrás! ‑dijo el encargado del parque‑. ¡Cuidado con ese Buick!” Walter Mitty aplicó los frenos. “No, por ahí”, continuó el encargado. Mitty murmuró algo ininteligible. “Déjelo en donde está. Yo lo colocaré debidamente”, dijo el aparcador. Mitty se apeó del coche. “¡Pero déjeme la llave!”. “Sí, sí”, dijo Mitty y entregó la llave del motor. El aparcador saltó al coche, lo hizo retroceder con insolente habilidad y lo colocó luego en el lugar debido.
“Son gente demasiado orgullosa”, pensó Walter Mitty mientras caminaba por la calle Main; “creen que lo saben todo.” Una vez, a la salida de New Milford, había tratado de quitar las cadenas antideslizantes de las ruedas y las enredó en los ejes. Hubo necesidad de llamar a una grúa para que el mecánico desenredara las cadenas. Desde entonces, cuando se trataba de quitar las cadenas, la señora Mitty le obligaba a llevar el coche a un taller para que efectuaran esa sencillísima operación. “La próxima vez, pensó Mitty, me pondré un brazo en cabestrillo y entonces no se reirán de mí, pues verán así que me era imposible quitar yo mismo las cadenas.” Pisó con disgusto la nieve fangosa en la acera. “Zapatos de goma”, se dijo, y se puso a buscar una zapatería.
Cuando salió de nuevo a la calle ya con los zapatos de goma dentro de una caja que llevaba debajo del brazo, Walter Mitty comenzó a preguntarse qué otra cosa le había encargado su mujer. Le había dicho algo dos veces, antes de que salieran de su casa rumbo a Waterbury. En cierto modo, odiaba esas visitas semanales a la ciudad; siempre le salía algo mal. ¿Kleenex, pasta dentífrica, hojas de afeitar?, pensó. No. ¿Cepillo de dientes, bicarbonato, carborundo iniciativa o plebiscito? Se dio por vencido. Pero ella seguramente se acordaría. “¿Dónde está la cosa esa que te encargué? -le preguntaría-. No me digas que te olvidaste de la cosa esa?” En aquel momento pasó un muchacho voceando algo acerca del juicio de Waterbury.
‑…Tal vez ésta le refrescará la memoria. El fiscal, súbitamente presentó una pesada pistola automática al ocupante del banquillo de los testigos. “¿Ha visto usted esto antes, alguna vez?” Walter Mitty tomó la pistola y la examinó con aire de conocedor. “Esta es mi Webley‑Vickers 50.80”, dijo con calma. Un murmullo que denotaba agitación general se oyó en la sala de la audiencia. El juez impuso el silencio dando golpes con el mazo. “Es usted un magnífico tirador con toda clase de armas de fuego, ¿verdad?”, dijo el fiscal con tono insinuante. “¡Objeto la pregunta! ‑gritó el defensor de Mitty‑. Hemos probado que el acusado no pudo haber hecho el disparo. Hemos probado que la noche del 14 de julio llevaba el brazo derecho en cabestrillo.” Walter Mitty levantó la mano como para imponer silencio y los abogados de una y otra parte se quedaron perplejos. “Con cualquier marca de pistola pude haber matado a Gregory Fitzhurst a cien metros de distancia, usando mi mano izquierda.” Se desencadenó un pandemónium en la sala del tribunal. El alarido de una mujer se impuso sobre todas las voces y, de pronto, una mujer joven y bonita se arrojó en los brazos de Walter Mitty. El fiscal la golpeó de una manera brutal. Sin levantarse siquiera de su asiento, Mitty descargó un puñetazo en la extremidad de la barba del hombre. “¡Miserable perro!”
‑Bizcocho para cachorro, dijo Walter Mitty. Detuvo el paso, y los edificios de Waterbury parecieron surgir de entre la niebla de la sala de audiencias, y lo rodearon nuevamente. Una mujer que pasaba por ahí se echó a reír. “Dijo bizcocho para cachorro ‑explicó a su acompañante‑. Ese hombre iba diciendo bizcocho para cachorro, hablando solo.” Walter Mitty siguió su camino de prisa. Fue a una tienda de la cadena de A and P, pero no entró en la primera por donde pasó, sino en otra más pequeña que estaba calle arriba. “Quiero bizcocho para perritos muy chicos”, dijo al dependiente. “¿De alguna marca especial, señor?” El mejor tirador de pistola de todo el mundo pensó durante un momento. “Dice en la caja bizcocho para cachorro”, dijo Walter Mitty.
Su mujer ya debía haber terminado en el salón de belleza, o tardaría tal vez otros quince minutos, pensó Mitty consultando su reloj, a menos que hubiera tenido dificultades para teñirse como le había ocurrido algunas veces.
No le agradaba llegar al hotel antes que él; deseaba que le aguardara allí como de costumbre. Encontró un gran sillón de cuero en el vestíbulo, frente a una ventana, y puso los zapatos de goma y el bizcocho para cachorro en el suelo, a su lado. Tomó un ejemplar atrasado de la revista Liberty y se acomodó en el sillón. “¿Puede Alemania conquistar el mundo por el aire?” Walter Mitty vio las ilustraciones del artículo, que eran de aviones de bombardeo y de calles arruinadas.
“…El cañoneo le ha quitado el conocimiento al joven Raleigh, señor”, dijo el sargento. El capitán Mitty alzó la vista, apartándose de los ojos el pelo alborotado. “Llévenlo a la cama con los otros ‑dijo con tono de fatiga‑. Yo volaré solo.” “Pero no puede usted hacerlo, señor ‑dijo el sargento con ansiedad‑. Se necesitan dos hombres para manejar ese bombardero y los hunos están sembrando el espacio con proyectiles. La escuadrilla de Von Richtman se encuentra entre este lugar y Saulier”. “Alguien tiene que llegar a esos depósitos de municiones ‑dijo Mitty‑. Voy a ir yo. ¿Un trago de coñac?” Sirvió una copa para el sargento y otra para él. La guerra tronaba y aullaba en torno de la cueva protectora y golpeaba la puerta. La madera estaba desbaratándose y las astillas volaban por todas partes dentro del cuarto, “Una migajita del final”, dijo el capitán Mitty negligentemente. “El fuego se está aproximando”, dijo el sargento. “Sólo vivimos una vez, sargento ‑dijo Mitty con su sonrisa lánguida y fugaz‑. ¿O acaso no es así?” Se sirvió otra copa, que apuró de un trago. “Nunca había visto a nadie que tomara su coñac como usted, señor ‑dijo el sargento‑. Perdone que lo diga, señor. “ El capitán Mitty se puso de pie y fijó la correa de su automática Webley‑Vickers. “Son cuarenta kilómetros a través de un verdadero infierno, señor”, dijo el sargento. Mitty tomó su último coñac. “Después de todo ‑dijo‑, ¿en dónde no hay infierno?” El rugido de los cañones aumentó; se oía también el rat‑tat‑tat de las ametralladoras, y desde un lugar distante llegaba ya el paquetá‑paquetá‑paquetá de los nuevos lanzallamas. Walter Mitty llegó a la puerta del refugio protector tarareando “Auprés de ma blonde”. Se volvió para despedirse del sargento con un ademán, diciéndole: “¡Ánimo, sargento… !”
Sintió que le tocaban un hombro. “Te he estado buscando por todo el hotel ‑dijo la señora Mitty‑. ¿Por qué se te ocurrió esconderte en este viejo sillón? ¿Cómo esperabas que pudiera dar contigo?” “Las cosas empeoran”, dijo Mitty con voz vaga. “¿Qué?”, exclamó la señora Mitty. “¿Conseguiste lo que te encargué? ¿Los bizcochos para el cachorro? ¿Qué hay en esa caja?” “Los zapatos de goma”, dijo Mitty. “¿No pudiste habértelos puesto en la zapatería?” “Estaba pensando ‑dijo Walter Mitty‑. ¿No se te ha llegado a ocurrir que yo también pienso a veces?” Ella se le quedó mirando. “Lo que voy a hacer es tomarte la temperatura tan pronto como lleguemos a casa”, dijo.
Salieron por la puerta giratoria, que produce un chirrido débilmente burlón cuando se la empuja. Había que caminar dos calles hasta el parque. En la droguería de la esquina le dijo ella: “Espérame aquí. Olvidé algo. Tardaré apenas un minuto”. Pero tardó más de un minuto. Walter Mitty encendió un cigarrillo. Comenzó a llover y el agua estaba mezclada con granizo. Se apoyó en la pared de la droguería, fumando. Apoyó los hombros y juntó los talones. “¡Al diablo con el pañuelo!”, dijo Walter Mitty con tono desdeñoso. Dio una última chupada y arrojó lejos el cigarrillo. Entonces, con esa sonrisa leve y fugaz jugueteando en sus labios, se enfrentó al pelotón de fusilamiento; erguido e inmóvil, altivo y desdeñoso, Walter Mitty, el Invencible, inescrutable hasta el fin.
“The secret life of Walter Mitty”, 1939

 Columbus, Ohio, 8 de diciembre de 1894 - Nueva York, 2 de noviembre de 1961) fue un escritor y humorista gráfico estadounidense cuyos trabajos, que van de lo ridículo a lo satírico, le dieron un lugar entre los mejores humoristas del siglo XX.

Poeía a dos voces :Paavo Haavikko



¿El rumor es de la arena o de la revolución?
El paisaje es etéreo.
Nadie habla.
Pero de los momentos felices de la vida,
de los propios acontecimientos,
de los coitos,
no queda mucho.



 
1931- 2008. Dramaturgo y poeta finlandés, autor de decenas de libros de poemas y aforismos y de numerosos textos dramáticos, narrativos y ensayísticos. Fue uno de los autores fundamentales de la segunda mitad del siglo XX finlandés y ha sido traducido al menos a 12 idiomas.

Entrevista a Juan Lima por Gladys Cepeda


Preguntas a Juan Lima



1¿Cuales son tus primeros recuerdos de infancia y de adolescencia ?(familia ,juegos ,amigos,lecturas ,cine,escuela,música ? etc ¿Pensás que puede haber influenciado en tu obra literaria o en ilustración ?

2¿Como fue tu llegada a Buenos aires y que visión tenias de la misma tanto social .cultural económica ,pudiste adaptarte fácilmente?
3¿Como fueron tus comienzos con la palabra escrita y porque elegiste la poesía ?
4¿Antes de escribir poesía como la veías eras lector de la misma o escribías poesía no infantil u otro genero ?
5Cuales fueron tus primeros trabajos y cuando comenzaste a trabajar en editoriales y revistas? , ¿como ves en la actualidad las problemáticas de las editoriales ?

6-¿Que pensás acerca de la evolución que tubo la literatura infantil ?
7-¿La literatura infantil tiene que tener algún tipo de limite (lenguaje,temática etc)?
8-Porque te parece que la literatura infantil se relaciona mas con la narrativa o con las canciones que con la poesía ?
9-¿Que autores o libros y porque recomendarías a los que quieren iniciar una biblioteca ?
10-¿En cuanto a tu escritura tenes algún método de trabajo y como sos con respecto a la corrección?¿Cuanto tiene de inspiración y cuanto de transpiración ?
11-Como ves la relación entre la tecnología y los nuevos lenguajes en la comunicación y las expresiones artísticas ?
12-¿La poesía es el lugar de las cosas no dichas ?¿Tiene un lenguaje que le es propio ?
13-¿Que consejo le darías a quien quiere comenzar a escribir ?
14-¿Que pensás acerca de los talleres literarios para el que quiere empezar a tener producción propia ?
15-¿Que opinas sobre este acercamiento de los niños y los jóvenes hacia lo medieval ,el terror,el manga, video juegos ?
16-¿ Porque te intereso escribir sobre gatos y como fue trabajar con ilustradores?Como reciben esta propuesta los lectores ?
17-¿Cuales son los temas fundamentales en tu poesía ?
18-¿Como es la experiencias de ir a leer en escuelas ?
19-¿Como ves el futuro de la literatura,cuales son los nuevos desafios que plantea ?
20 ¿Futuros proyectos ?




Juan Lima sus respuestas

Me crié en un pueblo de campo, frente al mar. Naturaleza intacta, sin soja ni agrotóxicos. Mar y bichos y viento, Allí pasé la infancia y la adolescencia leyendo historietas y todo tipo de revistas a tiempo completo y horario corrido.
Y totalmente abducido por las imágenes. Soy hijo de una modista y de un esquilador de ovejas, cero libro, otra poesía. En mi casa estaban -todos los años renovados- los almanaques de la fábrica Alpargatas, con las impactantes ilustraciones de Molina Campos. Imágenes inspiradas en el mundo gauchesco con un desborde de humor caricaturesco y cromático que se conectaba mucho más con el expresionismo que con lo naif. Esos almanaques fueron la primera hemeroteca y la más visitada exposición permanente en el museo imaginario de mis primeros años. Si mis marcas de infancia no estuvieran hundidas en aquellas siestas polvorientas de pueblo, me pregunto qué razones tendría hoy para pensar imágenes y hacer poesía.
Y comencé, desde ahí, dibujando y escribiendo poemitas satíricos en un periódico escolar, haciendo de mis irrisorios recursos una forma de expresión. Autodidactismo a full, el resto es tanteo, avances y retrocesos, distintos formatos para el aprendizaje hasta el día de hoy. La opción por lo poético, significó condensación de la imagen. Si es que esto significa algo.
Mi primer encontronazo personalizado con la poesía fue más o menos al terminar la escuela secundaria. Sentí que se me abría un poco la cabeza y que “poesía” podía ser tanta otra cosa, más allá de declamaciones en los actos y los manuales de literatura, de toda esa irrealidad tan real. Soy un lector que llegó de la nada, pura intuición, picoteando allá y acá, vacilante entre un hallazgo y otro, entre el sonido y el sentido, me fui convirtiendo sigilosamente en un tipo con la pulsión de perderse en lo extraño. Entre lo inconfesable y lo evidente
De pueblo de campo a estudiar en La Plata, shock, puro aprendizaje, )de mí mismo sobretodo). Luego un poco de viajes por ahí por allá, y finalmente (1972) en Buenos Aires, pero ya estaba un poco más curtido y con la poesía incorporada.
Trabajé en el diario La Prensa y al poco tiempo en el proyecto de hacer una revista para chicos (Humi), con Laura Linares, Ema Wolf, Laura Devetach y Raúl Fortín.

Me parece que hay un proceso renovador de crecimiento y construcción de nuevas poéticas, que otros poetas furtivos asumen el riesgo de trascender el mero oficio, y que nos proponen momentos de incertidumbre con el lenguaje y la creación. Y editores que acompañan y estimulan.…Como te darás cuenta, tengo una mirada muy sesgada, je. Trato de responder tu pregunta desde la simpatía. Lo otro es poética pasteurizada, el loop del mercado.
La infancia es el momento de los sueños, abierto a la musicalidad y al delirio del lenguaje poético. los chicos se desviven por la palabra. Sólo hay que rascarles delicadamente la corteza e invitarlos a jugar con el lenguaje.
Aún en estos tiempos, saturados de consumo y sobreestimulación, donde a un click de distancia y en pocos segundos, podemos observar el océano salitroso de Ganímedes o el hallazgo de un hueso de mamut en la boca de un perro fosilizado hace trillones de años, el vínculo niños-poesía sobrevivirá.
Siempre habrá alguien que con la máquina de cortar el césped escriba un poema dedicado a los parapentistas, (dice el poeta). Y eso les encantará a los niños.


Voy periódicamente a visitar escuelas públicas en distintos lugares del país, una actividad fascinante que me cabe muy bien. Por lo general, han estado trabajando previamente con mis libros, y una vez superados los lugares comunes, las preguntas digamos “protocolares”, una vez que dejamos de mirarnos de soslayo para miramos de frente, ya comienza el intercambio vital con todos los sentidos. Sea formato charla, taller, entrevista, o lo que salga. Practico desde siempre algo así como un histrionismo lúdico que favorece el ida y vuelta conspirativo. Y entre todos leemos una partitura no escrita para instrumentos diversos, y suena una música rara muy divertida. Cuando sale bien, rompemos el molde de lo que se espera de la visita de un autor a una escuela. Y a la hora de despedirnos, todos tenemos esa cara de “yo-qué-sé”.



Elijo ilustrar y escribir, es ahí donde asumo plena libertad creativa, corrido de cualquier condicionamiento extra personal. Cuando estoy diseñando o editando libros de otros autores pongo en juego un poco de cada uno de mis saberes profesionales; algunos saberes a veces te tiran un cable, a veces te pesan como una prótesis. Cuando aprendo demasiado bien mis recursos hago poesía o gráfica relamidas. Inventar cosas visuales y escribir son mi esencia, una forma de curiosidad como de la segunda infancia.

Cualquiera que venga primero estará bien. Cada vez soy más consciente del placer de generar fragmentos, del descubrimiento de lo inesperado por cualquier medio y de practicar la técnica del montaje. También me fascina jugar con lo que viene después.

He compartido espacios de creación durante muchos años, como director de arte de revistas de historieta (Fierro) e ilustración (Raf) y como editor (colección Aerolitos, editorial Capital intelectual), he sido un atento interlocutor de un par de generaciones de creadores gráficos y escritores, compartiendo y alentando críticamente sus búsqueda, sus encuentros y desencuentros. Una compleja, alegre, irritante e increíblemente enriquecedora ensalada de egos, papeles y grafito, je. Y es una posibilidad de autoconocimiento sensacional. Aprendés o aprendés, sobretodo de tus límites, potencialidades, recursos, excusas, rollos, prejuicios, etc. Cada autor, un espejo.

Para Un día, un gato (editorial Calibroscopio, 2017), mi libro más reciente, tomé la decisión de invitar a 27 artistas-amigos de acá y de diversas partes del mundo, que generosamente me hicieron y enviaron “su” gato, a veces más de uno, sin tener la menor idea de los poemas (que ya estaban escritos). Fue una maravillosa experiencia generar ese encuentro, y encontrar la empatía poética entre poemas e imágenes.
En poesía, mi camino ha sido más solitario, muchísimo más despojado del vínculo creativo y social entre pares. Tal vez por saturación y
sobreexposición en mi labor en la gráfica, tal vez por mi natural tendencia al retraimiento hipersensible. He realizado mi obra por los bordes, exoplaneta boyando por fuera del sistema solar de la literatura infantil. El cariño de Laura Devetach, la intensidad de Mirta Colángelo y la más que inteligente lectura de mi obra de Cecilia Bajour, quizás hayan facilitado una cierta apertura a otras sensibilidades, a otras experiencias compartidas, siempre nutricias, siempre delicadas. Hoy tengo poetas cercanos que me hacen el “aguante” existencial y creativo, compartiendo alegría o zozobra. A veces, los encuentro en persona, a veces por mail, siempre en mi cabeza. Pero, esencialmente, el misterio, la soledad y la intemperie siguen construyendo mi espacio poético interno.

En la Feria del Libro 2018 presentaré Astronomía poética (editorial Calibroscopio), como autor integral (poemas, ilustraciones y diseño), y Las Indias, (editorial Comunicarte), poemas míos e ilustraciones de Christian Montenegro.

Todos los días, temprano tomo mate y practico rutinas: leo, imagino, boceto, contesto mails, desarrollo ideas. Temprano es la hora de los pensamientos fértiles, aunque el día ideal existe sólo como ilusión. Soy un tipo que improvisa temprano.

Vivo en un barrio antiguo afín con mi deriva existencial, y tengo amigos artistas que viven muy cerca, nos cruzamos con frecuencia, y eso hace la diferencia. También disfruto de un pequeño grupo de poetas y narradores con quienes comparto afinidades estéticas, y de los editores con quienes dialogo creativamente. Son mi horóscopo favorable del día a día, de proyecto en proyecto, de poema en poema


CV

Poeta y artista visual. Autor de numerosos libros de literatura infantil y juvenil, publicados en Argentina y en el exterior.
Participé en la creación de las revistas HumiFierro y Raf, Ilustración y diseño, de las que fue director de arte.

Premiado en reiteradas oportunidades por la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina (ALIJA) en las categorías Poesía e Ilustración. 

En 2015 recibí el Premio Destacado al mejor libro de poesía y el Gran Premio de la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina (ALIJA) por el libro Botánica poética.

Mis libros más recientes como autor integral (poemas, imágenes y diseño) son: El mercado de las pulgas, Atlántida, 2008; Loro hablando solo, Comunicarte, 2012; Botánica poética, Calibroscopio, 2015; Un día, un gato, Calibroscopio (2017), y Las Indias, Comunicarte, (a publicarse en septiembre de 2017).

Nací en El Perdido, en 1944; vivo en San Telmo, sobrevuelo Traslasierra (en Córdoba).

Poemas 








































                                                                                            














































                                                                                           

Silvia Favaretto

                                                           Obra de Carmen Parada

 
EL ANIMAL DE LOS POETAS

Por alguna razón que desconozco, siempre me sentí atraída por un extraño representante del mundo anfibio: el ajolote, o como se llamaba en lengua azteca el “axolotl”, o más bien con su nombre científico el “ambystoma mexicanum”. Una salamandra, sí, pero una salamandra muy especial. Sus características son tales que definiría a este monstruecito nativo del ago Xochmilco, en México, el animal de los poetas. A continuación les explicaré por qué.
El lago del que es originario se encuentra al sur del D.F. mexicano: se trata de un lago cuyas frías y calmas aguas hospedan una rica vegetación y estos animalitos que viven a 15-16 grados durante hasta 25 años. Los ajolotes pueden ser verdes (wildtype), albinos con ojos rojos, golden (dorados) o melanoides (negros).
Actualmente se están extinguiendo por la polución y la caza, ya que sus carnes son comidas o utilizadas como ungüento. Y bueno, hasta ahora, nada afuera de lo normal. Algunos detalles más para enterarnos de su carácter: si a muchos ajolotes se los pone a vivir en el mismo acuario, se pueden originar fenómenos de canibalismo y amputación, con pérdida de artos que, sin embargo, y esto es el primer signo de su ser absolutamente especiales, son rápidamente regenerados: un ajolote puede tranquilamente seguir vivo y contento aunque sus coinquilinos le hayan devorado las cuatro patas; no se preocupa demasiado, simplemente las vuelve a crecer: con paciencia y buen humor, en poquitas semanas tendrá manitos y piecitos nuevos y posiblemente mejores de los precedentes. En esto me parecen definitivamente extraordinarios: tienen una capacidad natural de reaccionar a las ofensas sin ser tocados por la tragedia. Si se les hiere, esto no les causa ningún inconveniente, tienen en sí los recursos para restablecer su equilibrio, son del todo autosuficientes. Como decir, “Está bien, hiéreme. Yo saldré de tu amputación, nuevo y resplandeciente, como nunca”. Un animal al que no se pueda hacer daño es un milagro de la naturaleza y, más aún, si es un animal bebé. Sí, porque el ajolote se queda al estado larva durante toda su vida: es el único anfibio que llega a la edad de madurez sexual sin necesitar metamorfosearse en adulto. Esto no significa que no pueda. Claro que puede, pero sólo si decide que los acontecimientos de su entorno lo requieren. Por ejemplo, si su habitat se encuentra amenazado por una temperatura demasiado alta o una superpoblación, en cambio de quedarse a morir en las aguas, decide metamorfosear y volverse una común y corriente salamandra, precisamente el ambystoma tigrinum.
Por lo tanto, como la poesía, el ajolote sabe transformar la dura realidad de la amputación en la serenidad de una nueva creación: como el ambystoma, el escritor, golpeado por la realidad que lo arrolla y lo hiere, es capaz de sobrevivir al horror cantándolo y como el pequeño anfibio el poeta sabe metamorfosear sus palabras según las necesidades, sabe que la transformación es la llave de la vida eterna y también que es el arte la única forma de seguir siendo niños, de poder mirar la realidad jugando con ella.
En fin, este pequeño ser despeinado (hay que ver las branquias que tiene como cuernitos, en los albinos son rosadas y cuando comen se vuelven casi moradas) de gran boca voraz y ojitos redondos se ha merecido ser citado en las páginas de algunos de los más grandes escritores del mundo, tal vez porque en él se reconoce el escritor y e él vislumbra su arte. No sólo tiene el poder de metamorfosear voluntariamente, no sólo puede quedarse un crío toda la vida, no sólo si le amputan partes del cuerpo las puede recrear, sino que de su hado se han interesado nada menos que Julio Cortázar, Juan José Arreola y Octavio Paz, entre otros.
Arreola hunda sus lineas en la mitología tradicional mexicana: «Pequeño lagarto de jalea. Gran gusarapo de cola aplanada y orejas de pólipo coral. Lindos ojos de rubí, el ajolote es un lingam de transparente alusión genital. Tanto, que las mujeres no deben bañarse sin precaución en las aguas donde se deslizan estas imperceptibles y lucias criaturas.»1 Las mujeres debemos mantenernos alejadas de esta criatura mágica porque su misma origen está embebida de sangre y violación (como, de hecho, la historia de todo el pueblo mexicano y su Malinche): según Bernardino de Sahagún, citado por el mismo Arreola, estos animales descienden de una mujer menstruada ya que “un señor de otro lugar la había tomado por fuerza y ella no quiso su descendencia, y que se había lavado luego en la laguna que dicen Axoltitla, y que de allí vienen los acholotes”. Por lo tanto, en la escritura de Arreola se profundiza el aspecto sexual del axolotl: el limgam es en la religión hinduista un símbolo fálico y su destino no puede ser sino el de la violencia y la vejación. Saúl Yurkievich en su artículo “Humana Humanidad en Juan José Arreola” destaca además que Arreola define al ajolote como “pequeña sirenita que menstrua” ya que “es el cuarto animal que padece las reglas (murciélago, mona antropoide y la mujer son los tres restantes)” 2. De la dimensión sexual se pasa a la mitológica e histórica infundida en el poema “Salamandra” de Octavio Paz que he tenido la suerte de escuchar leída por la voz de su autor. De ahí me he enterado que la correcta pronunciación del nombre de esta maravillosa criatura es algo así como “asciólotl”, con la encantadora firmeza de la lengua nahuatl. Recita Paz:
“No late el sol clavado en la mitad del cielo
no respira
no comienza la vida sin la sangre
sin la brasa del sacrificio
no se mueve la rueda de los días
Xólotl se niega a consumirse
se escondió en el maíz pero lo hallaron
se escondió en el maguey pero lo hallaron
cayó en el agua y fue pez axólotl
el dos-seres
y "luego lo mataron"
Comenzó el movimiento anduvo el mundo
la procesión de fechas y de nombres
Xólotl el perro guía del infierno
el que desenterró los huesos en la olla
el que encendió la lumbre de los años
el hacedor de hombres
Xólotl el penitente
el ojo reventado que llora por nosotros
Xólotl la larva de la mariposa
el doble de la Estrella
el caracol marino
la otra cara del Señor de la Aurora
Xólotl el ajolote.”3
Es necesario, para entender este texto remontar a la historia mitológica azteca/nahuatl del nacimiento del axolotl, así como lo cuenta Aida Ortega: “En la mitología náhuatl, el ajolote es la advocación acuática del dios Xolotl, hermano mellizo de Quetzalcóatl, monstruoso a causa del nacimiento gemelar. Xolotl se encuentra asociado a la idea del movimiento y de la vida, de acuerdo con la leyenda del quinto sol. La dualidad se manifiesta en las transformaciones a las que recurre para evitar el sacrificio. Bernardino de Sahagún cuenta que Xolotl rehusaba la muerte, huyendo cuando vio llegar al verdugo y, ocultándose en las milpas, se convertió en una planta de maíz de dos cañas o ajolote (xolotl); al ser descubierto echó a correr otra vez y se escondó en un magueyal, donde tomó la forma de una penca doble o mejolote (metl-maguey y xolotl). Una vez más lo halló el verdugo y escapó de nuevo introduciéndose al agua, donde se transformó en un pez llamado axolotl. Ésta es su última metamorfosis. Finalmente, el verdugo lo atrapó y le dio muerte. Xolotl es un dios que le tiene miedo a la muerte, que no la acepta y quiere escapar de ella mediante sus poderes de transformación”. Más que un dios cobarde, a mi me parece un dios hábil e inteligente.
Los ajolotes son animales esencialmente nocturnos y la luz solar directa los incomoda. Se deslizan suavemente en el agua y tienen una mirada enternecedora, humana. Algo muy especial que divisó también Julio Cortázar: “Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario (...) desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos (...) Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior. (...) A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían tres ramitas rojas como de coral, una excrecencia vegetal, las branquias supongo. Y era lo único vivo en él, cada diez o quince segundos las ramitas se enderezaban rígidamente y volvían a bajarse. A veces una pata se movía apenas, yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco nos damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros; surgen dificultades, peleas, fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos”. Cortázar se vuelve axolotl contemplándolos. La mirada de la pequeña criatura lo compenetra tanto que, al final, él mismo se convierte en una presa del acuario: “Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntos áureos, esa entrada al mundo infinitamente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inútil golpear con el dedo en el cristal, delante de sus caras no se advertía la menor reacción. Los ojos de oro seguían ardiendo con su dulce, terrible luz; seguían mirándome desde una profundidad insondable que me daba vértigo (...) No eran seres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotl eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentía innoble frente a ellos, había una pureza tan espantosa en esos ojos transparentes. (...) Acaso sus ojos veían en plena noche, y el día continuaba para ellos indefinidamente. Los ojos de los axolotl no tienen párpados (...) cuando una pata vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente”4.
La experiencia de Cortázar impresionó también a otro grande de la literatura latinoamericana, Gabriel García Márquez: “Otra de las extrañas experiencias de mi vida fue mi primer encuentro con el ajolote (axólotl). Julio Cortázar cuenta, en uno de sus relatos, que conoció el ajolote en el Jardín des Plantes de París, un día en que quiso ver los leones. Al pasar frente a los acuarios –cuenta Cortázar– “soslayé los peces vulgares hasta dar de pronto con el axólotl”. Y concluye: “Me quedé mirándoles por una hora, y salí, incapaz de otra cosa”. A mí me sucedió lo mismo, en Pátzcuaro, sólo que no lo contemplé por una hora sino por una tarde entera, y volví varias veces. Pero había allí algo que me impresionó más que el animal mismo, y era el letrero clavado en la puerta de la casa: Se vende jarabe de Ajolote.”5
De hecho yo misma, en un mercadillo del D.F. mexicano, en julio de 2008, vi expuestos numerosos envases con dicho ungüento, y no me atrevo a imaginar cómo lo preparan, el simple pensarlo me da escalofríos. Tal vez porque como mi querido Julio yo también siento un extraño parentesco al mirar los ojos de mis 2 ajolotes en la pecera del salón. E, inclusive, no estoy tan segura de la autoría de este artículo...les voy a decir la verdad que puede que me lo haya dictado Frida Marisol, la más chiquita de los cuatro.



Bibliografía:
  • Arreola, Juan José, Narrativa Completa, México, Alfaguara, 1997.
  • Belpoliti, Marco, Primo Levi, Edizioni Marcos y Marcos, 1997.
  • Cortázar, Julio, Final del Juego, Sudamericana, Buenos Aires, 1970.
  • Daumal, René, La grande beuverie, Gallimard, Paris, 1938.
  • De Sahagún, Bernardino, Historia general de las cosas de Nueva España, Conaculta, México, 2000.
  • Dotti, Marco, CsO il corpo senz’organi, Mimesis Edizioni, 2003.
  • García Márquez, Gabriel, Fantasía y creación artística en América Latina y el Caribe, Voces, Arte y literatura Número 2, San Francisco – California, Marzo de 1998.
  • Larraya, Antonio, Perspectivas de “Axolotl” cuento de Julio Cortázar, en Helmy F. Giacomán, ed. Homenaje a Julio Cortázar; variaciones interpretativas en torno a su obra, Las Américas, Madrid, 1972.
  • Levi, Primo, Opere, tomo III, Einaudi, Torino, 1992.
  • Ortega, Aida, The amphibian (ambystoma tigrinum) lateral line, Science direct, México, 2005.
  • Parinetto, Luciano, “Axolotl” en Streghe e potere. Il capitale e la persecuzione dei diversi, Rusconi, Milano, 1998.
  • Yurkievich, Saúl, Humana Umanidad en Juan José Arreola”, en “Formes brèves del’expression culturelleen Amérique Latinè de 1850 à nos tours”, Nouvelle, Conte, Cahiers du Criccal n.18, Presses de la sourbonne nouvelle, Paris, 1997.

1 Tomado de «El ajolote», en Arreola, Juan José, Narrativa Completa, México, Alfaguara, 1997.
2 Tomado de “Humana Umanidad en Juan José Arreola”, en “Formes brèves del’expression culturelleen Amérique Latinè de 1850 à nos tours”, Nouvelle, Conte, Cahiers du Criccal n.18, presses de la sourbonne nouvelle, 1997, p.195.
3 Octavio Paz, “Salamandra”, en Obras completas, Fondo de cultura, 2004.
4 Cortázar J. Final del Juego, Sudamericana, Bs. As., 1970.
5 Gabriel García Márquez, Fantasía y creación artística en América Latina y el Caribe. Voces. Arte y literatura, San Francisco, 1998.

 
Cortázar J. Final del Juego, Sudamericana, Bs. As., 1970
 
Gabriel García Márquez, Fantasía y creación artística en América Latina y el Caribe. Voces. Arte y literatura, San Francisco, 1998.

Dario Fo


“La comedia es la forma de expresión más elevada que conozco”

Dice que nació “politizado”. Rey de la farsa, cómico impenitente, fue símbolo de la cultura revolucionaria italiana en los años 60 y 70. En los 90, y con el Nobel de Literatura de 1997 bajo el brazo, Dario Fo se convirtió en el ejemplo de artista comprometido. Ahora, el autor y director se prepara para dirigir la ópera de Rossini La Gazzetta, y ha comenzado la redacción de sus memorias. En Madrid, la compañía Uróc estrena Pareja abierta el próximo 5 de julio en el teatro Alfil. Su mujer y fiel colaboradora, Franca Rame, escribe para EL CULTURAL sobre el trabajo diario con Fo y el proceso de creación de sus obras.




Entrevistar a Dario Fo es convertirse en uno de sus personajes. Su casa es un camarote de los hermanos Marx en el que cada vez coge el teléfono una persona distinta. “Il maestro labora”, dice uno. “Il maestro dorme”, dice el siguiente. Finalmente, “il maestro riposa” y puede atendernos. Lo hace mientras escucha un aria de Rossini: su próximo trabajo como director, en este caso de escena y vestuario en la ópera La Gazzetta, que estrenará el próximo 11 de agosto en el Rossini Opera Festival (Pesaro, del 10 al 24 de agosto). “Perdóneme que esté un poco ido, pero tengo la cabeza en la música”, nos dice.

Música para el trabajo y tinta para escribir sus memorias. “Il maestro” -como le llaman en su entorno-, controvertido premio Nobel de Literatura, también ultima su autobiografía. Fo recuerda y el montón de folios va aumentando. Hijo de un jefe de estación y una campesina, es autor de 47 comedias, tres películas y más de 60 canciones. Ha dirigido 80 obras en los escenarios de todo el mundo, desde la Comedia francesa a la ópera de Pekín, y su carrera ha estado plagada de éxitos y de encontronazos con la censura y el poder oficial.

Un bufón humillado

Cuando en 1997 recibió el Nobel por “emular a los bufones de la Edad Media con sus ataques a la autoridad y por mantener la dignidad de los oprimidos”, confesó que el premio era “una compensación por tantas humillaciones sufridas a lo largo de nuestra vida”. Ahora, más tranquilo, pero no menos inquieto, Fo hace memoria, y la escena se echa a temblar.

-Respecto a Pareja abierta, que ahora se estrena en el teatro Alfil de Madrid el día 5 de julio, ¿qué le llevó a escribirla y que significa dentro de su producción teatral?
-El origen es autobiográfico, como en casi todas mis obras. Es una historia familiar, de hipocresías, engaños... una mezcla de diversos sucesos que me ocurrieron o me contaron. Partiendo de ahí trabajamos basándonos en las improvisaciones con Franca Rame y con otras personas... y así surgió el texto.

-En algunos momentos recuerda a Woody Allen.
-Sí, es cierto. Cuando el tema es análogo hay forzosamente un parecido, pero en Pareja abierta el desarrollo es diferente. Yo estoy más cerca de la comedia del arte que de la comedia americana de Allen.

-Además va a estrenar una ópera y prepara sus memorias. ¿En qué estado se encuentran ambos proyectos?
-El montaje La Gazzetta se estrenará pronto en Pesaro y estoy muy ilusionado con él. Por eso, ahora la música me acompaña a todas horas. También estoy muy ocupado redactando mis memorias, lo que me lleva cierto tiempo diario. Uno se expresa en sus obras, en las que refleja parte de su propia vida; pero no deja de ser vida transformada literariamente. En el teatro, la vida de uno es el punto de partida; al escribir tu autobiografía, se convierte en el punto de llegada.

Vida y obra se cruzan en las propuestas escénicas de Fo. Si en la década de los ochenta las luchas sociales centraron obras como Aquí no paga nadie, o Bocinas, trompetas y frambuesas, en los noventa la crítica política cede terreno a la social. Tengamos el sexo en paz o esta Pareja abierta (1983), que estrena Juan Margallo y su compañía Uróc en Madrid, giran en torno a las contradicciones de la pareja, la lucha de la mujer y los tabúes de la educación sexual en nuestro tiempo.

Un Papa liberal

De lo que siempre ha estado cerca el Premio Nobel es de la subversión y la denuncia que muchas veces le ha hecho sufrir los cortes de la censura. En 1990 estrenó El Papa y la bruja, junto a Rame, en la que Fo interpretaba a un Papa polaco que promulga una encíclica a favor de la liberación de la droga, el uso de anticonceptivos y el retorno de la iglesia a la pobreza. Su concepto del arte como algo “social, político, contra la opresión” ha estado presente en todos sus proyectos.

-En 1969 creó un grupo cuyos estamentos recogía como objetivo “ponerse al servicio de las fuerzas revolucionarias para llevar a la clase obrera al poder”. ¿Sigue teniendo actualmente una razón de ser este objetivo?
-Por supuesto. Siempre hay que luchar por la idea de la masa al poder. Yo sigo combatiendo a través de mi teatro por los problemas de la salud, de la respirabilidad del aire, la contaminación de los coches, la acústica... Aquí, en Milán, cada día hay tres muertos de cáncer producido por la contaminación atmosférica. Esas son las cosas contra las que hay que luchar: es “la indignación ante la tragedia”.

-¿Esa indignación debe ser el verdadero motor del teatro?
-El teatro nace del contacto con el público, que es algo muy real. Por eso el teatro jamás debe salirse de la realidad. Como decía un escritor ruso, “Contad, hombres, vuestra historia”. Incluso cuando representas un clásico, Shakespeare, por ejemplo, que habla de cosas “antiguas”, estás hablando de tu tiempo. La humanidad cambia sólo en apariencia. Pero la hipocresía, el racismo... todo eso ha existido siempre y sigue existiendo. Hay cosas que se repiten fastidiosamente, que pueden decirse en vaqueros o con jubón, pero que son las mismas.

-¿Qué provoca su indignación a día de hoy?
-¿Qué me indigna hoy? Todo lo que es contrario a lo que busco con mi teatro: me indigna la hipocresía, el poder que siempre quiere más poder, el uso de las guerras para imponerse... Me indigna la gente que no se implica. Callar es una forma de colaborar. No entrometerse no quiere decir no participar, aunque es la forma más indigna, más incomprensible, más mansa de hacerlo.

- ¿Mantiene la esperanza de modificar la realidad con su trabajo?
-Uno debe tomar conciencia de las cosas que pasan a su alrededor, y debe ser parte de ellas. Jamás debemos aceptar que “las cosas son como son”. Es necesario dar una dimensión moral a la vida, luchar por cambiar aquello que crees que no está bien.

Implicaciones políticas

Muerte accidental de un anarquista, escrita en el año 70 y su obra más conocida, se basaba en un hecho real: la aparición de un ferroviario anarquista muerto tras un interrogatorio con la policía de Nueva York, que le acusaba de un atentado que causó varios muertos. ¡Pum, pum,! ¿quién es?¡la policía!, y La mueca del miedo son obras que realizó junto a compañías como Nueva Escena o La Comuna -este último, ligado a la izquierda extraparlamentaria a mediados de los 70-. Su implicación política fue la causa de los sucesos de 1973: Franca Rame fue secuestrada y violada por un grupo fascista. Más tarde, Fo fue arrestado y encarcelado en Cerdeña.

-¿No hay nada en la realidad digno de su celebración?
-Bueno, creo que estamos en tiempo de provocación, no de celebración. Hay que provocar al público, y que éste celebre que se le provoca.

-¿El arte que no se compromete no es arte para usted?
-El compromiso se puede expresar de muchas formas. El lenguaje de Cézanne, por ejemplo, era otro distinto, pero no se puede decir que no sea comprometido o que no arriesgue. Al principio los críticos se reían de sus obras, y ahora nos reímos de esos críticos.

-Ha sido tachado de incómodo, y sus obras de desagradables...
-El teatro debe tocar en el espectador aquello que el público no quiere que le toquen, por incómodo, por desagradable. Debe sacar a la superficie las cosas que lleva dentro sin saberlo, o sin querer saberlo. El espectador es como un gato que se deja acariciar, pero al que hay que azuzar de vez en cuando. Al final, siempre lo agradece.

“Mi vida ha sido una vida aventurera y llena de peligro, pero de verdad. Y soy feliz de que así haya sido”. Con esta frase Fo resume su viaje vital que comenzó en Sangiano (Italia) en 1926 y que le ha llevado del Premio Nobel a su candidatura a la alcaldía de Milán, pasando por la cárcel. La prisión también fue el destino para algunas compañías españolas que durante el franquismo se atrevieron a representar las obras de Fo. Ese espíritu combativo que ha presidido todos sus actos también estaba presente cuando el Nobel firmó, al poco de serle concedido el Premio, un llamamiento al Gobierno español para que negociase con ETA.

-¿Por qué está luchando ahora?
-Por lo mismo de siempre. Cambian las cosas concretas (ahora se llama globalización) pero en el fondo es siempre la misma lucha por la dignidad y contra la hipocresía.

-¿Se han quedado en el camino metas por cumplir?
-Creo que no hay ilusiones no cumplidas. Una reivindicación no es una ilusión, o al menos no debe verse como tal.

Contra la mundialización

»Todavía hay cosas por las que pelear: Hoy por hoy se debe luchar contra el problema horrible de la mundialización, del interés...

-Autor, director, actor, pintor, candidato a alcalde... ¿desde dónde se llega mejor a ese compromiso?
-Como ciudadano es como mejor se llega a ese compromiso. Todo lo demás son variaciones, formas de demostrar ese compromiso que uno debe adquirir como ciudadano.
Para conseguirlo, Fo no duda en utilizar todos los medios a su alcance, incluyendo las nuevas tecnologías. Su página en internet (www.dariofo.it) es curiosa y esclarecedora. En ella se pueden encontrar desde sus cuadros digitalizados -Fo es un consumado pintor- hasta una obra inédita -La confessione- o un texto que va escribiendo por entregas en la red -Il porco-. Fo y Rame también firman combativos artículos sobre Berlusconi, y ofrecen links sobre Cuba, o el movimiento verde.

-¿Desde la comedia se ve más claramente la tragedia?
-La comedia es la forma de expresión más elevada que conozco. Shakespeare era un autor cómico que también escribía tragedias. En Romeo y Julieta, que todo el mundo clasifica como tragedia, hay pasajes cómicos excepcionales. No hay trágico que no sea ante todo un cómico. Quien no ve el lado cómico de la vida no es capaz de comprender completamente su tragedia.

-Alguna vez ha comentado que “el oficio del actor es el del ladrón”. ¿Cuál ha sido el mayor triunfo ganado por usted para esta profesión?
-No sólo el trabajo del actor es el trabajo de un ladrón, también el del creador. Traduttore, traditore, (traductor, traidor) dice un dístico famoso. Pues no sólo el traductor es un traidor, un ladrón...

El estilo de los clásicos

»De una idea robada surge otra que tal vez sea más eficaz. Es imprescindible estudiar a los clásicos. Esto es algo evidente, pero parece que la gente no lo sabe, ni los críticos tampoco, hay que explicárselo continuamente... Cuando representas un clásico lo estás haciendo con tu estilo, y eso ya es creación. Luego puedes dar un paso más o no darlo. Puedes convertir la Marcha Turca de Mozart en rock, como hace Franco Battiato, o hacer una canción completamente original. Pero si optas por hacer una canción nueva, no puedes olvidarte tampoco de que han existido Mozart y Bach, porque ignorándoles no niegas su existencia, sino el interés de la tuya... No puede haber un buen músico que no haya estudiado a Mozart o un buen dramaturgo que no haya estudiado a Shakespeare.

Fo avisa que se ha acabado la ópera de Rossini y con ella nuestro tiempo. “Il maestro” vuelve a su trabajo, a improvisar situaciones de la vida cotidiana, que es la comedia más trágica que nadie haya escrito.
http://www.elcultural.com

El septyimo cielo en los ojos n°60