martes, 21 de noviembre de 2017

Las lecturas de Lolotonico -Manuel Fajardo Quiñones-Mario Garrido Espinosa-María Rosa González Méndez- Mónica Isabel Lugo


     Las cinco preguntas de Lolotónico para Manuel Fajardo Quiñones

Lolotónico: ¿Por qué escribes?

Manuel Fajardo: Escribo para expresar lo que siento. Para mi es más fácil decirlo por escrito, que en público.

Lolotónico: ¿Para quién fue tu primer verso?

Manuel Fajardo: Para mis compañeros de oposición eso fue el inicio de lo que ahora soy.

Lolotónico: ¿Eres feliz?

Manuel Fajardo: Esta pregunta es complicada. La felicidad son momentos, no existe la felicidad eterna, pero en líneas generales se puede decir que sí.

Lolotónico: ¿Adónde te gustaría viajar con tus libros?

Manuel Fajardo: Cualquier lugar relajado y sin ruido, sólo el sonido de la naturaleza.

Lolotónico: ¿Qué cambiarias de este mundo?

Manuel Fajardo: La hipocresía, la envidia, el odio, la sinrazón                      
                                          

BIOGRAFÍA:

Mi nombre es Manuel Fajardo Quiñones.
Me dedico a hacer reflexiones sobre cosas cotidianas, en abril del 2017 publiqué mi primer libro «Reflexiones sobre la Vida» con la editorial Pluma Verde. Un libro de autoayuda, para superar los difíciles retos, que se nos puedan presentar a lo largo de nuestras vidas.

 Nací en Estepona- España el 6 de noviembre de 1974. Estudié EGB hasta los 14 años, luego me puse ha trabajar en la construcción con mi padre. Me saqué el  curso de informática y el de mecanografía. Mi trabajo es una especie de estucador, para que así se entienda. Hace como cinco años empecé a opositar. Eso me hizo pensar todo el tiempo que perdí por no estudiar, me di cuenta que el estudio te aporta sabiduría, es la base fundamental y te hace abrir más tu campo de visión. Todo ello me llevo a descubrir mi lado oculto, ni yo sabía, que tenía ese Don...  Hacer reflexiones en papel. Así, empezó mi historia de Escritor. Me considero una persona humilde, trabajadora y responsable. No me rindo nunca ante nada y siempre busco la manera de ser mejor cada día. Me considero optimista y mi mayor tesoro son mis hijos. Amo a mi mujer, desde que la conocí ha sido un gran pilar para mí. Mi mayor reflexión, es la vida, te ofrece cosas unas buenas, otras no tan buenas, y no deja de enseñarte en cada situación.

REFLEXIONES SOBRE LA VIDA | MANUEL FAJARDO  ¿DÓNDE LO PUEDES COMPRAR?


http://www.editorialplumaverde.es/producto/reflexiones-sobre-la-vida/

Reflexiones sobre la Vida en YouTube


                                                          Mi libro 




                                                   Mi libro parte dos:

https://m.casadellibro.com/libro-reflexiones-sobre-la-vida/9781326982256/5334688



                                                             El Miedo

  4 Reflexiones de Manuel Fajardo Quiñones

1@/ La Vida

Era una noche oscura, la pena me embargaba, ya no estás a mi lado. Miré al cielo y te vi, hermosa, alegre… eres esa estrella, la que más brilla. No poder acariciarte, me enloquece. Recuerdo tus labios carnosos, suave ¡cuánto te echo de menos! Aun cuando duermo sueño, que estas tumbada en la cama, besando suavemente todo tu cuerpo, pero me despierto y solo veo la cama vacía. Cierro los ojos y puedo tocarte, porque estas en mi corazón. Amor, me enseñaste el camino de la vida, ahora debo seguir sin ti, pero mientras brilles, sabré vivir.


2@/ La Pena

Te envuelve y a veces es muy difícil quitar, es como si te arranca parte de ti. La angustia se apodera, el corazón se acelera, la soledad te domina. El llanto es tu consuelo. Tus lágrimas son agujas para tu rostro.
Te preguntas.
¿Por qué?
¿Es que soy débil?
¿Y ahora qué hago?
Es un sentimiento triste, pero nunca debilidad, llorar es un buen desahogo, pero nunca acostúmbranos. Nada es comparable a eso.
La actitud es nuestra mejor medicina, la duración, esta en tus manos, deja atrás ese sentimiento y cámbialo por alegría, por superación, por vivir…

3@/ El perdón

Hay momentos en la vida que decimos y hacemos cosas que no debemos, es por ello, que sin darnos cuenta, en algunos casos, el daño es evidente.
¿Cuántas veces nos arrepentimos y necesitamos que nos liberen de ello?
El arrepentimiento debe ser de corazón y evitar volver a repetir cosas anteriores. Eso nos debe ayudar a mejorar.
Todos podemos cambiar y debemos aceptar que nuestra actitud no es la correcta, es el primer paso.
Una vez hecho todo esto solo nos queda esperar…”el perdón”…


4@/ La grandeza

El comportamiento del ser humano, a veces, es inexplicable, pero lo que si es cierto, es que lo que hacemos o decimos tiene gran repercusión. Cuando somos evaluados por la sociedad no siempre obtenemos lo esperado y eso nos hace replantearnos ciertas cosas. No hay una medida para ello, solo hay actos puros, decisiones correctas, en definitiva, un comportamiento dentro de unas reglas precisas. Más allá de todo esto, están aquellos, que por sus hechos son grandes. Lo adquieren de la propia sociedad, porque no les importa hacer lo que sea por ayudar, a cambio reciben más. Ahora podemos preguntarnos si la grandeza se adquiere o se nace con ella, yo en particular pienso que hay personas que ya lo tienen de serie y eso es lo que lo diferencia del resto. Dicho esto, solo nos queda pensar, que cualquier cosa por muy insignificante que pueda parecer, a buen seguro, nos hará reflexionar y darnos el motivo para mejorar, pues a pesar de que en este mundo en el que vivimos es más interesante tener más que vivir, sigo pensando que el cambio es posible y solo lo lograremos cuando el amor se ponga sobre todo lo demás.

Su blogs personal:

http://frasesrefexionmanuel.blogspot.com.es/?m=0

https://plus.google.com/107852088038009461389

https://www.facebook.com/manuel.fajardo.370

https://www.facebook.com/manuelfajardoescritor/






Las cinco preguntas de Lolotónico,para Mario Garrido Espinosa

Lolotónico ¿Por qué escribes?

Mario: Es una diversión, parte de mi ocio. Creo que eso se nota en todos mis libros. No son un encargo ni han observado ningún plazo para su realización. Por ejemplo, "El Reino de los Malditos" (http://amzn.to/2x9mpUR) tardé en terminarlo cinco años... No tenía ninguna prisa y quería dejarlo lo mejor posible. En cierto modo me dio pena ponerle el punto y final, ya que esa "diversión" que me proporcionaba su escritora, el proceso de docuemntación, superar cada dificultad narrativa o estilística que me había propuesto... se había terminado; aunque pronto empecé a escribir los libros que vendrían después...


Lolotónico: ¿Para quién fue tu primer verso?

 Mario: Yo me considero un narrador, en ningún caso un poeta;  lo que no quiere decir que de vez en cuando narre "en verso", como es el caso de algunos pasajes de la novela "El Reino de los Malditos", que tras su paso por Amazon finalmente fue editado por la Editorial Leibros (http://bit.ly/2xLG8ty). Por tanto no sé cuándo realicé mi primer verso con "cierta entidad", pero seguramente fue como parte de la larga canción de "El Árbol Princesa", que es un cuento infantil que, poco a poco, va narrándose en los distintos capítulos de la citada obra:


En un reino oriental,

un obscuro día fatal,

bien claro se escuchaba

en un palacio suntuoso

con pasillos sinuosos

que una princesa lloraba.



Su tez de color rosa

ya no era tan hermosa.

Sus lágrimas escapaban

entre alfombras de colores

y tras perfumes y vapores

una princesa lloraba.



Lolotónico: ¿Eres feliz?

Mario: Si soy sincero, a medias; menos de lo que me gustaría. Todo lo relacionado con mis libros: escritura, maquetación, publicidad, encuentros de escritores, entrevistas en blogs o radio, el mantenimiento de mi página de autor y blog (https://mariogarridoe.wixsite.com/elreinodelosmalditos), diseño de portadas y las otras cientos de cosas que los autores "indie" debemos acometer... me producen bastante dicha; el problema es la falta de tiempo para acometer cualquiera de estas actividades. Si se compagina, como es el caso, con un trabajo a tiempo completo y los largos desplazamientos al mismo, llega a resultar bastante frustrante. Al final, no poder dedicar tu tiempo a lo que te gusta te produce cierto enfado y rabia... Pero, por desgracia, no creo que sea muy original; en esta situación debemos de estar la inmensa mayoría de los escritores. Y si me apuras, de las personas...


Lolotónico: ¿A dónde te gustaría viajar con tus libros?

 Mario: Esta pregunta creo que se podría interpretar de dos maneras:

1) Onírica: con mis libros ya he viajado a muchos sitios, ya que tengo un volumen que recopila mis mejores relatos de viajes: "Los viajes del cambio de siglo" (http://amzn.to/2xRXHHm), donde el protagonista se mueve por Mallorca, Portugal, los Pirineos, Italia y Egipto. Además, la segunda historia de las siete que componen "Las sinergias de Marcio" (http://amzn.to/2xVDLnx) se desarrolla en Praga. Y, por supuesto, en "El Reino de los Malditos" he viajado por todos los lugares imaginarios del Reino de Gurracam: San Josafar, la Alpurria del campo, la isla de Moralnuño, La isla de Truhaii al otro lado del Océano... Me gustaría viajar por más lugares de ese mundo imaginario y salvaje donde se desarrollan las aventuras de "El Reino de los Malditos", pero para ello debería escribir una segunda parte del libro... cosa, por cierto, que me han pedido muchos lectores. Y que seguro que finalmente haré.

2) Materialista: Bueno, soy humano, así que me gustaría viajar por todo el mundo firmando miles de ejemplares de mis libros. Sería bonito, ¿no?

Lolotónico: ¿Qué cambiarias en este mundo?


Mario: Es difícil contestar una pregunta así sin decir imposibles o utopías que no es posible realizar; o dejarse llevar por respuestas infantiles tipo "carta a los Reyes Magos". Voy a intentar responder con "los pies en la tierra" diciendo algo que creo que es necesario cambiar y que, para variar, es posible e, incluso, hasta fácil si se quisiera, si interesara, si hubiera intención de hacerlo: el cambio consistiría en una fuerte bajada de todos los impuestos y perseguir de manera despiadada el fraude. La consecuencia inmediata sería mayor calidad de vida para todos, incremento de la cantidad y calidad del trabajo, al no estar lastrado por infinidad de impuestos que impiden su creación; por tanto mayor consumo que, como la pescadilla que se muerde la cola, necesitaría más puestos de trabajo para satisfacer esa demanda, etc... Aunque visto las ganas que hay de hacer esto por parte de nuestros dirigentes, quizás sea más fácil acudir a Gaspar, Melchor y Baltasar, que son más cumplidores.


Biografia:
Mario Garrido Espinosa, nacido en Madrid en 1972, es Ingeniero Técnico en Informática de Sistemas por la Universidad Politécnica de Madrid. En el terreno laboral ha formado parte en diversos proyectos informáticos para distintas compañías y el Ministerio de Defensa. A pesar de su formación y actividad dentro del terreno técnico, su pasión es la literatura, escribiendo diversos cuentos (“Feliz Navidad… o no”) y relatos de viajes (“Los viajes del cambio de siglo”). En las Redes Sociales ha conseguido tener cierto eco gracias a su cuento “Amor de consultor informático” (publicado en la revista literaria Almiar el 18/08/2016) y la serie “Nostalgias Pretéritas”. Sus obras más ambiciosas, hasta el momento, son la novela de aventuras “El Reino de los Malditos”, publicada por la Editorial Leibros, y la novela contemporánea sobre el mundo de la informática “Las Sinergias de Marcio”.




Relato:
 LAS SINERGIAS DE MARCIO 1. Amor de consultor informático.

1/ Las historias de amor entre consultores informáticos son tan tristes como la propia vida que llevan. No hay esperanza ni futuro, sólo el presente y es un presente que puede cambiar en cualquier momento de manera radical. De la noche a la mañana, el ingeniero informático tiene que mudar su horario, sus compañeros, su lugar de trabajo y su cometido por un cambio de proyecto repentino en otro departamento de distinto mercado, actividad o industria. Para todo ha de estar preparado pues se presupone que para todo vale. Al programador o analista se le exige esta versatilidad y predisposición, mientras ve en su salario y promoción profesional la mayor de las firmezas, constancia e imposibilidad de cambio. Hablo, por supuesto, de España.

Pues en ese presente se encontraba nuestro protagonista, llamémosle Marcio (que es nombre poco frecuente y, así, cualquier parecido con la realidad será coincidencia). Estaba destinado desde hacía unos días a un nuevo proyecto en la sede madre de la Multinacional ADRIN Sistemas, “empresa nacional líder en consultoría tecnológica”, pues tal era la coletilla que tenía a bien secundarle. Nuestro consultor, a partir de ahora, tendría que dedicarse a implementar procedimientos de tramitación electrónica con una herramienta que no había visto en su vida. Esto es sólo un ejemplo dentro de nuestra historia pues, sepa el curioso lector, que los profesionales informáticos españoles son gente que han de saber de todo. Hoy, por ejemplo, diseñan complejos sistemas documentales y mañana administran entornos sobre Linux, sin que entre medias medie, valga la redundancia, formación alguna, ya que esta última cuesta dinero y el margen se resiente. Basta con que esos sistemas documentales pretéritos corrieran sobre este sistema Unix para que a los ojos de los que deciden dónde acoplar a los trabajadores de la informática —números de empleado sin rostro ni alma a los que colocar lo más rápido posible—, ya sean expertos en este sistema operativo o cualquier otro con nombre parecido. Tal es el estudio que se hace para asignar una persona, a la que en el eufemístico lenguaje gerencial deberemos llamar recurso, a una nueva actividad. Pero dejemos de perdernos en generalidades y difamaciones y centrémonos en lo que debe interesarnos de este cuento.

Decíamos que nuestro consultor, Marcio, estaba haciéndose con su nueva realidad, con sus nuevos compañeros, con el edificio y con las distancia hasta su domicilio, que, por cierto, era enorme. Con todo, la parada de autobús que le llevaba al Metro se situaba delante de la puerta de la oficina. Una vez dentro del suburbano tenía por delante 21 paradas, tantas como gramos perdemos cuando morimos. Nuestro protagonista las cubría tras hacer dos trasbordos. Así, emergía a la calle por la boca de la estación de Chelua (que no existe, también inventada, como el propio Marcio), donde esperaba uno de los tres autobuses que le podían dejar en casa; pongamos que eran el 551, el 385 y el 785. Y este era el mejor itinerario, pero a costa de gastar hora y media de su vida por viaje.

En la parada inicial del periplo siempre estaba la misma gente a la misma hora y el autobús pasaba puntual a menos cinco. Así, todos los días, esperaban dos chicas, la una agarrada a la otra, la una hablando y la otra asintiendo, la una ciega y la otra con los ojos verdes más bonitos que Marcio recordaba. En eso se fijó, un día tras otro. En eso y en su sonrisa, porque diré que en su conjunto la chica, que demostraba un comportamiento muy cívico hacia su compañera invidente, no podía ser calificada de enorme belleza. Era más bien gordita; no tanto como para llamarla obesa, pero le sobraba algún kilo aquí y allí; nada, por otro lado, que no pudiera remediarse con ejercicio y dieta. El pelo era de un color vulgar y parecía a menudo estar despeinado; incluso sucio, sin estarlo. Su cutis necesitaría de alguna pasada de algún buen programa de tratamiento de imágenes para llegar a estar libre de impurezas. Pero, en verdad, cuando sonreía se volvía muy guapa: dos hoyuelos y la representación preciosa y precisa de una belleza limpia, clásica en el sentido renacentista; y, además, —no sólo es opinión de Marcio— tenía unos ojos de un color verde claro insultantemente bonitos. Creo que es la segunda vez que lo digo.

No había nunca ningún contacto, pero uno y otro se miraban, no paraban de hacerlo, en la parada, al subir al autobús —no digamos si se cedían el paso al entrar—, al bajar, en el camino hacia el metro y por último en el andén. Eran miradas furtivas, rápidas, más de Marcio que de ella, todo sea dicho. El final de este juego llegaba cuando el tren aparecía ruidosamente. Cada uno situado a dos vagones de distancia, siempre en la misma posición, era engullido por el convoy y así perdían hasta el día siguiente el contacto visual.

Cuando Marcio se veía atraído por una mujer le miraba las manos. También escrutaba otras partes de su anatomía, vamos, donde el astuto lector ya sabe, pero estos pormenores no vienen al caso. En las manos buscaba alianzas, así de simple. Un anillo fatídico de esos hacía que la mujer atractiva pasara a serlo menos. Era un hombre algo chapado a la antigua, respetuoso con las tradiciones, o no quería buscarse nuevos problemas, alguna de las tres opciones; o las tres. Si la mujer de ojos verdes —llamémosla Verónica, aunque siéntase libre el lector de elegir otro nombre si este no le gusta—, hubiera tenido uno de esos anillos en su mano, aquí habría acabado la historia.

Pero la historia continúa…

 

2/ Marcio se llevaba la comida de casa y como casi todos los ingenieros que trabajan en ADRIN Sistemas almorzaba en el deprimente, abarrotado y mal ventilado comedor de la planta menos uno del edificio de oficinas principal. Varios años —o lustros, para ser más exactos— de subidas de sueldo cero para casi todos los empleados, imposibles de justificar si se consideraban los millones de euros de beneficios declarados a la Comisión del Mercado De Valores año tras año, habían mermado el poder adquisitivo de los trabajadores y Marcio no era una excepción. Como tantos otros, un buen día decidió dejar de comer de menú del día y pasar al deprimente, aunque más sano, táper. Así, en el comedor, fue como vio a Verónica en otra mesa. Compartía la velada con la chica ciega y otras dos mujeres que no paraban de cotorrear. Ella no se fijó en él esa primera vez, pero al final, con el día a día, los dos fueron conscientes de que trabajaban en la misma empresa. Y a la hora de la comida, entre cucharada y cucharada del contenido de la fiambrera, se buscaban con la vista; Marcio lo hacía siempre, ella a veces, todo sea dicho.

Y esa fue la primera de las coincidencias.

Un día Marcio vio a Verónica en el intercambiador de autobuses de la estación de Chelua. Cogió un autobús que iba en dirección contraria al suyo. Casualidad, pensó. Pero al día siguiente estuvo muy atento a sus movimientos durante el viaje de vuelta del trabajo. Y pudo ver como hacía el primer trasbordo, igual que él. Pero en el segundo la perdió; quizás se había bajado en alguna de las paradas que separaban un trasbordo y otro. Al día siguiente se centró en la lectura de su libro y distraído se montó en el autobús 551 y, de bruces, la vio dos personas por delante de él. Verónica se sentó y él pasó de largo a un asiento de la parte trasera. El corazón le iba a toda máquina. ¿En qué parada se bajaría? El autobús avanzaba hacia la parada de Marcio y ella seguía sentada. «Si se baja en la mía le digo algo», pensaba Marcio… Pero finalmente se bajó él sólo en su parada. La cabeza le daba vueltas. No paraba de especular.

Al día siguiente fue Verónica la que se percató de que Marcio hacia el mismo itinerario que ella. Muy distraída tendría que haber sido para no darse cuenta, ya que nuestro héroe cada vez era menos discreto al mirarla, al buscarla, al cruzarse o al pasar por delante. La mujer se quedó esperando en la parada del 551 (uno de las líneas que peor funcionaban en la ciudad) y Marcio montó en uno de los otros dos autobuses, que también le llevaban a su casa, daban menos vuelta y tenían una frecuencia de paso bastante superior que la del 551. Con todo observó cómo su perseguida encendía un cigarrillo y fumaba tranquila, sabedora de que el autobús tardaría en llegar y volver a arrancar lo bastante como para acabarlo e incluso encender otro. Cuando el 785 pasó por su lado, la mujer puso la pose más femenina que permitía su anatomía y echando una larga calada que seguramente tenía ensayada delante del espejo, ignoró el paso del vehículo. Marcio, desde la sucia ventana donde se había situado, no la quitó ojo.

Ella lo sabía.

 

3/ Y así pasó un mes, quizás más. En el intercambiador de autobuses de Chelua, Marcio se situaba en una zona intermedia entre las tres paradas de autobús, todas situadas en la misma acera, contiguas y separadas por unos veinticinco metros. Ella le observaba mientras fumaba de forma disimulada, atenta a qué autobús cogería hoy. Hasta que un día fallaron tanto el 385 como el 785 y Marcio hubo de montarse también en el 551. Verónica se sentó en la parte trasera, junto a la ventana, dejando el asiento de su lado vacío y Marcio, sin pensarlo, se sentó junto a ella.

—Hola, perdona… Tú ¿trabajas en ADRIN? ¿Verdad?

Fue lo primero que se le ocurrió, no calibró si era un comentario torpe o no, si sonaba espontáneo o ensayado… Dio igual porque la conversación fluyó de una manera absolutamente natural, como si fueran amigos que se conocieran de toda la vida y, en verdad, llevaban estudiándose a distancia desde hacía semanas.

—Pues sí, ya me había fijado que hacíamos el mismo camino todos los días —dijo ella—. Menudo peregrinaje.

—Bueno, yo de todas formas intento coger uno de los autobuses verdes, porque este es terrible —explicó Marcio, refiriéndome al ineficaz autobús 551.

—A mí me tiene negra, es lentísimo, tarda una eternidad en salir… Va frenándose como si quisiera parar en todos los semáforos. Además, parece que para el verano van a quitar autobuses.

—Entonces será como si no existiera… ¿Por dónde vives tú? ¿Los autobuses verdes no te van bien? ¿Eres del barrio?

—Yo soy de la zona de Chelbanraca pero hace poco nos mudamos a la zona del PAU…

«Nos mudamos». Marcio intentó hacer cábalas sobre el alcance de esas dos palabras fatídicas: se mudó, sí, pero ¿con quién? Con sus padres, con su marido, con su pareja, con su mascota, con una amiga —acaso imaginaria—… Su mirada volvió a recorrer las manos de Verónica en busca de alianzas. Nada.

—Yo me mudé hace cinco años, debí de ser de los primeros —informó Marcio—. Pero soy de este barrio de toda la vida.

Hubo un silencio pero no fue incómodo. Con todo, las dos cabezas trabajaban para encontrar un nuevo tema de conversación. Por fin, Marcio retomó el diálogo.

—Y ¿En qué proyecto estás tú?

—Yo trabajo en el departamento de Servicios Generales. Con las nóminas, las liquidaciones de gastos y todo eso… En Morado 3.

—Yo ahora estoy en Negro 1, Administraciones Públicas, pero soy de Soluciones Tecnológicas y Experiencia de Usuario; o algo así. Ya sabes que los nombres van cambiando.

El edificio principal de ADRIN tenía cinco pisos, pero muchos bloques. Cada bloque se distinguía por un color. Así, existía un bloque azul y otro añil, con lo cual los hombres cuando tenían que ir al bloque azul 1, por ejemplo, el cincuenta por ciento de las veces terminaban en añil 1, porque es bien sabido que para los hombres sólo existe el azul —a lo sumo azul oscuro o claro— y no esas invenciones malignas del tipo añil, cielo o celeste. Azul; nada más.

—En realidad mi departamento está en la otra oficina —informó Marcio—, pero estoy aquí cedido mientras dure el proyecto actual…

ADRIN tenía muchos edificios de oficinas. Era una multinacional con más de 48000 empleados, pero en concreto, en el pueblo de las afueras de la ciudad donde se ubicaba el edificio principal, había un segundo edificio que en el pasado había pertenecido a otra compañía. Esta había sido absorbida por la todopoderosa ADRIN, sin duda, la mayor empresa nacional de su género en el país. Un monstruo caníbal que iba comiéndose a los especímenes más pequeños de su propia especie y eliminando las sinergias que se daban al hacerlo, esto es, echando al empleado más caro de las dos empresas que tuviera idéntica función en cada una de ellas. La antigua compañía de Marcio, Remeziona SA, fue engullida hacía más de cinco años. Al principio, el nuevo contingente de ingenieros fue valorado por sus iguales de ADRIN como unos intrusos. El hecho de que se rumoreara que estaban mejor pagados que ellos no hizo ningún bien. Pero el tiempo todo lo apacigua y compensa y el buen hacer de los altos directivos y sus impopulares pero siempre justas y bienhechoras decisiones, propiciaron la compensación de los sueldos con pírricas subidas para unos y nada para otros, igualando así a todos en la desdicha, la injusticia y las malas prácticas; y, con esa visión de futuro, con esa perspectiva que el programador de base no tiene, estos directores lograron el milagro de que Marcio y sus antiguos compañeros de la otra empresa se disolvieran junto al resto de “adrinosos” pura sangre, como si hubieran sido siempre uno y que nunca más nadie hiciera ninguna de estas injustificables apreciaciones sobre el origen “mestizo” de ningún compañero.

—Pues mejor —afirmó Verónica—, ¿no? Porque si una oficina está lejos, la otra no te cuento.

—Pues sí, encima está peor comunicada, no hay nada alrededor, ni un mísero restaurante… Por no hablar de una farmacia, por ejemplo.

—Sí, parece que les gusta poner los edificios de oficinas en sitios inhóspitos y alejados de la ciudad. Nos pasamos media vida para llegar y volver y la otra media metidos en un gueto donde sólo hay más oficinas y si quieres salir a comer, el restaurante será carísimo aprovechando que es el único —dijo Verónica casi sin respirar, como si fuera un discurso que ya había dicho en otras ocasiones. Omitió lo de «y, además, la comida será una mierda», porque aunque esta aseveración siempre formaba parte de la frase, hoy no quería parecer demasiado ordinaria. Pero Marcio le leyó el pensamiento y, aunque de manera también suave, dejo constancia del hecho:

—Y encima lo que te dan para comer es poco y malo.

Así, la conversación fue convirtiéndose en la clásica colección de lamentos del trabajador cuyo puesto se ubica en el típico polígono de oficinas mal comunicado, lejos de la ciudad y mal acondicionado. Sepa el lector que entre oficinistas en general e informáticos en particular, estos temas nunca generan debate porque todos están de acuerdo en que su oficina está lejos de su casa y que o bien se comen largas horas de atasco o decenas de paradas de metro. El oficinista listillo, tras muchos años de trabajar en determinada sede, hará por comprarse su casa lo más cerca posible de la misma. En tal caso y en el plazo máximo de un mes será destinado a otra sede ubicada en la otra punta de la ciudad. Esto es matemático. Pero no nos distraigamos con logísticas y políticas de ubicación de personal cuyo alcance no entendemos y sigamos con nuestro asunto principal.

—Bueno, esta es mi parada. Encantado de haber hablado contigo.

—Adiós. Hasta mañana.

Y Verónica le regaló una de sus sonrisas amplias y preciosas.

Marcio bajó del autobús y se obligó a no mirar a la ventana donde estaba la chica. Se hizo el tipo duro. Nunca supo si ella le miró marcharse mientras arrancaba pesadamente el 551. Le daba igual. Estaba eufórico. Se sentía fenomenal, como un valiente. Había entrado a saco, quizás con algo de torpeza, pero todo había ido perfectamente. La conversación había sido cordial, nada forzada y, sobre todo, bastante prometedora. O eso quería pensar.

Al día siguiente, viernes, ella salía de trabajar una hora antes y no hubo contacto.

 

 

4/ Marcio intentó documentarse sobre la chica utilizando las herramientas a su alcance. Tenía sólo dos datos: su nombre, Verónica, y que trabajaba en Morado 3, Servicios Generales. Desde la Intranet de ADRIN se podía entrar a una utilidad llamada Directorio. Desde aquí se accedía a cierta información de cualquier trabajador: nombre completo, número de empleado, teléfono, categoría, ubicación actual, etc. Como condiciones de búsqueda puso los únicos dos datos que conocía: nombre y ubicación. Aparecieron 16 personas, pero sólo había una cuyo puesto estuviera en Morado 3. En el campo “Función” le asignaba el de “Soporte administrativo/Secretariado”. Era coherente con lo comentado en la conversación del día anterior. Marcio ahora sabía todo sobre ella aunque sólo laboralmente hablando. De momento se sintió satisfecho. Pero es aquí donde nuestro relato, amable y hasta bonito, se vuelve triste, como en realidad es la vida. La vida laboral, se entiende; bueno, también la otra…

Ese mismo día acudieron los dos a su cita en la parada del autobús, pero algo había cambiado. Ella, acompañada de su amiga ciega, le saludó fríamente y siguió hablando con su compañera. Cuando abandonaron el autobús (la invidente no cogía el metro y no se bajaba con ellos) Marcio intentó entablar algún tipo de conversación, pero Verónica se escudó en otra compañera que encontró en las escaleras mecánicas del metro y nada más se dijeron. Fue ignorado, exactamente igual que como si no estuviera. Marcio se apartó de las dos mujeres prudentemente hacia su posición habitual en el andén y abrió su libro. No se concentró mucho en la lectura durante el viaje. ¿A qué se debía este cambio tan radical? No encontraba ninguna explicación.

A partir de aquí los días fueron muy parecidos. Ella le rehuía de una manera casi patética y el pobre hombre no salía de su asombro. Un simple «hola» en la parada de autobús inicial y después hora y media él leyendo su libro y ella escuchando su música por los auriculares; y tratando de evitarse, de no coincidir en el mismo vagón, de no esperar en la misma zona del apeadero. En una ocasión la chica llegó a salir del tren en Chelua tan rápidamente que no calculó bien en su escapada y chocó con otra persona. Casi lo tira al suelo. Se disculpó y salió disparada hacia la escalera mecánica. Marcio observó la escena con inmensa tristeza. No quería nada con él, estaba claro, ni siquiera la conversación intranscendente que se produce al compartir un viaje en los transportes públicos.

Marcio asumió resignado este nuevo estado de las cosas, aunque no lo comprendía. Hubiera preferido un rechazo frontal y, a ser posible, con explicación. Él habría respetado la decisión de la mujer por mucho que le doliera o no fuera razonable. Pero es que no había empezado nada a lo que se pudiera dar término. Una conversación banal y, justo después, la imposibilidad de mantener una segunda charla. Los motivos de esta nueva situación se le escapaban por completo.

Y así, los viajes de vuelta del trabajo se convirtieron en algo desagradable, incómodo, infantil; de modo que ambos intentaban seguir otros itinerarios e incluso salir antes o después de lo habitual. Fueron días duros, sobre todo para él, pero ya hemos hablado de las servidumbres del oficio de consultor informático, de modo que semanas después el proyecto donde estaba Marcio se terminó y volvió a su oficina en el otro edificio de ADRIN.

No volvieron a coincidir de vuelta a casa.

5/ Pasaron tres meses. Para Marcio había sido una temporada de mucho estrés debido a que su nuevo proyecto era un desastre —mala planificación, plazos imposibles de cumplir, desorganización, prisas, dirección irresponsable, trabajo en fin de semana; nada nuevo por otro lado—y le había tocado hacer muchas horas extras para sacarlo adelante (horas y esfuerzos que no fueron compensados después, aunque este será otro cuento); incluso le tocó desplazarse varias semanas a trabajar directamente en las oficinas del cliente, ubicadas en una famosa, bella y turística ciudad de centro Europa. Con todo este trajín se olvidó por completo de Verónica, de sus ojos verdes y de esas formas redondeadas que, siendo algo rotundas, es verdad, tanto le gustaban.

Así que un día, siguiendo su rutina habitual, Marcio montó distraído en el 551, pues los otros autobuses no parecían que fueran a pasar en los siguientes minutos. Y allí estaba Verónica, sentada en su asiento de la parte posterior, mirando por la ventana. Quizás se hacía la distraída, quizás había visto a Marcio y disimulaba; en cualquier caso, el hombre se fue directo hacia ella y le toco el hombro. Verónica volvió la cabeza y desplegó una de sus preciosas sonrisas, ensayada o no, pretendiendo mostrar sorpresa.

—Hola, ¿cuánto tiempo? —dijo Marcio.

—Pues sí. Me preguntaba qué había sido de ti…

—Cambié de proyecto y me llevaron a mi departamento. Desde el otro edificio suelo volver en el tren de cercanías y…

—Bueno, de todas maneras yo no he estado por la oficina en todo el mes pasado —interrumpió la chica—. Es que me he casado y hemos estado en Cancún de viaje de novios.

—¡Ah sí! —acertó a decir él, intentando modular la voz. El color de la piel de su rostro empezó a tornarse blanco—. Pues… ¡Felicidades!

—Gracias.

Silencio. Muy incómodo.

—Hace años yo también estuve en la Rivera Maya y… —por fin consiguió decir Marcio, pero ya fue imposible articular una palabra más.

Entonces Verónica observó la triste cara de su interlocutor, suspiro y giró la cabeza, muy despacio, para terminar mirando distraída por la ventana. Marcio, por enésima vez, dirigió la vista a las manos de la chica. Lo había hecho muchas veces desde que la conocía, en el metro, en la parada del autobús de ADRIN, cuando estaban cerca… Hoy, sintió mucha tristeza al hacerlo. En su dedo anular había una alianza de oro. Bastante vulgar, por cierto.








Las cinco preguntas de Lolotónico,para María Rosa González Méndez
(MARÍA GLEZ. MÉNDEZ)


 

Lolotónico ¿Por qué escribes?
 


María: Escribo porque me gusta desgranar y  compartir mis sentimientos y pensamientos. Desde pequeña me gusto este mundo de las letras y reflejar en un papel aquellos sueños, ilusiones, esperanzas ó lágrimas que me inundaban. Nunca seguí una métrica en mis versos, quizá porque soy autodidacta y nunca asistí a ningún taller, así como me surgen los lanzo al mundo. A veces también escribo pequeñas reflexiones en forma de texto, quizá para desalojar de mi mente la carga que me suponen algunos sucesos o momentos de la vida.
 
Lolotónico: ¿Para quién fue tu primer verso?

María: Mis primeros versos que dí a conocer al mundo fueron dedicados a mis hijos, esos seres maravillosos que me acompañan siempre. Y los primeros que nunca vieron la luz porque se quedaron aparcados en algún rincón fueron sueños de amor, sin dedicatoria.
 

Lolotónico: ¿Eres feliz? 


María: Si soy feliz, a mi manera y sumergida en mi mundo, con la compañía de mi familia y amigos y por supuesto rodeada de mis sueños
 

Lolotónico: ¿A dónde te gustaría viajar con tus libros?

 María: A cualquier lugar del mundo donde lo que hago deje huella, quizá sería mucho pedir, pero quizá no fuese imposible encontrar algún lugar así. Quizá uno de esos " sueños inalcanzables" para mí, sería poder conocer el mundo y todas sus razas con sus culturas. Un lugar sólo sería muy difícil de escoger

 Lolotónico: ¿Qué cambiarias en este mundo?

María: Si me diesen una varita mágica me gustaría poder cambiar la falta de humanidad que veo en las personas, que nos demos cuenta que somos todos seres humanos y que nos necesitamos los unos a los otros, un poco de humildad nos vendría de maravilla



 BIOGRAFÍA
María Rosa González Méndez

"Nunca dejes de soñar"

Ve la luz en Seares (Castropol)
Asturias un 3 de octubre.
Se traslada a Oviedo, donde realiza sus estudios  y años más tarde llega a Ourense, ciudad en la que reside actualmente. En el año 2010 entra a formar parte de la Asociación Cultural Circulo Poético Orensano y a partir de ahí empieza a compartir sus poesías con el mundo exterior.
Participa en el libro “ Ourense No Corazón “, libro colectivo publicado por Circulo Poético Orensano
Ha realizado lecturas de poesía en Ourense, A Rúa, Vigo y León (España), Aveiro (Portugal), San Luis Potosi  (México) y Zamora- Michoacan (México)
Participa en diversos encuentros de Poesía Internacionales en Ourense, A Rúa, Aveiro y México
Viaja a San Luis Potosi (México) como embajadora cultural de la Asociación Circulo Poético Orensano acompañando a los ganadores del concurso para Universitarios de la ciudad de Ourense
En el año 2012 publica su primer libro en solitario “ Sentimientos Desde El Corazón “
Participa en la Feria del Libro de Madrid en el año 2013
Participa en el libro benéfico para niños con cáncer “ Sendero de Poetas “ de la Editorial Quadrivium año 2014.
Colabora en algunas publicaciones de revistas literarias
Forma parte del jurado del XI y XII Premio Pura e Dora Vázquez" de narración e ilustración infantil y juvenil que otorga anualmente la Diputación de Ourense" (2014, 2015)
 En Noviembre del 2014 gana el Primer Premio de Poesía “Ramón Puga“ con su poemario “Cuando las Letras Amanecen“

 Datos de interés:



7 poesías de María Rosa González Méndez

"Nunca dejes de soñar"

1@/ Basta
Basta de disculpas de pacotilla, de sonrisas fingidas
Basta de buscar siempre un porque donde no existe
Basta de sentir pena por quien no tiene sentimientos
Basta de querer escalar árboles en bicicleta
Basta de nadar entre las calles secas
Basta de sumergirse entre las esquinas de las razones
Basta de sobrevolar sinsabores
Basta de esperar la cuadratura del círculo !!!


2@/ Ábrele la puerta,
déjale marchar
ya no es tuyo
Ni el brillo de sus ojos
que hoy reflejan otra silueta
Ni los pliegues de su almohada
que hoy sueñan otro sueño
Ni las curvas de sus labios
que hoy anhelan otros besos
Ya nada te pertenece,
sólo eres parte
de aquel pasado
que quiere y trata de olvidar
meciéndose en otros brazos,
acurrucándose en otras sábanas.
Ábrele la puerta,
déjale que corra
hacía ese anhelo
que alberga en su corazón,
que sus manos sean libres
para acariciar el Océano.


3@/ Dos corazones que laten al unísono
Dos almas con los mismos sueños
Dos manos que se entrelazan
Dos vidas que quieren seguir un solo camino

DOS ... TÚ Y YO


4@/ Un día

Un día pensé que debía de dejar de pensar y dejar que la vida fuese transcurriendo con sus devenires
Sucedió cuando me di cuenta que daba lo mismo las vueltas que yo le diera a las circunstancias que se atropellaban en mi camino, porque nada iba a cambiarlas antes de tiempo.
Descubrí con dolor que por muchas vueltas y vueltas que diese, el mundo seguiría girando sin tener en cuenta mis ideas, o mis ilusiones
Supe que tendría que esperar, tener paciencia, dejar que poco a poco todo fuese fluyendo, y si podía, ir saltando o agarrando las piedras que fuese encontrando. Unas serían como grandes losas que pesarían sobre mis hombros, tratando de hundirme en la cloaca de las miserias. Otras serían como guijarros que guardaría en mi bolsillo porque me iban marcando el verdadero camino hacia la meta
Un día pensé que podría luchar contra molinos de viento
Un día me di cuenta que " ese día " sólo fue una utopía y descendí de golpe en la realidad del diario vivir.
Un día en que decidí que debía dejar de pensar...

5@/ NUEVA VIDA

Cargas sobre tus espaldas la mochila de la vida
no miras dentro de tu alma lo que necesita
Trepas piedras, recorres millas,
aparcando los dolores
que brotan de tu corazón
Surcas las horas y los días
abandonando los sueños
de aquella niña
entre tinajas de recuerdos
Navegas entre sombras
que poco a poco se apoderan
de la sonrisa de tus ojos,
mientras tu voz clama
por un minuto de vida
Aparcas el grito,
suspiras un segundo,
tu alma se muere ...
Respiras profundo,
abres los ojos,
susurras un gemido,
desperezas tu sonrisa
y decides
luchar por un mañana.
Un mañana
sin sombras,
con sueños,
sin piedras,
con VIDA.

6@/ Entre idas y venidas
entre decires y llorares
entre soles y lunas,
entre dos mundos
confusos y errantes,
traspasas el sonido
de las horas que
claman piedad
al reloj
que imparable
sigue su rumbo

Entre los brazos
del ayer y
los sueños
del mañana
escondes los besos
robados a los segundos
del hoy

Entre las caricias
grabadas en tus poros
transportas
la semilla
de aquella flor
que poco a poco
renace en tu ser

Entre las pupilas
de tus ojos
llevas impresa
la sonrisa
de su alma
Entre tus caricias
y mis besos
se alimenta...

la locura
de Nuestro Amor...
Bella locura
Dulce locura

¡¡ No quiero que
volvamos a ser cuerdos !!
¿ Me acompañas?

7@/ DIBUJARÉ

Dibujaré en la ventana de mis sueños
la sonrisa de la vida
contemplando el día del mañana,
aquel en que los sueños dancen
alrededor de la almohada
impregnando mi alma,
aquel en el que la vida
resurja del lodo de cenizas
aparcadas en el corazón.
Dibujaré en la ventana de mi vida
la alegría de la esperanza
pintando en mis labios
el sabor de la ilusión,
sin volver la vista atrás,
sin decir adiós.
Dibujaré ...
sólo dibujaré
una vida nueva!!

 
 



 Las cinco preguntas de Lolotónico,para Mónica Isabel Lugo


 Mili: Me encanta, y me divierte, para mí es instalarme ante mi misma y reír de los acontecimientos a veces tragicómicos de la vida

Lolotónico:¿Para quién fue tu primer verso?

Mili: Fue a partir de un sueño. Y creo, que para mí misma

Lolotónico: ¿Eres feliz?

Mili: Sí. ¡Creo, que en este largo camino, que llevo recorrido, el regreso esta siendo divertido!

Lolotónico: ¿Adónde te gustaría viajar con tus libros?

Mili: Al corazón de la gente, a las ganas, a la tristeza, a la risa... Pero fundamentalmente a que puedan ver con su propia alma su verdadera esencia... Que todo es relativo, a mi me gusta mucho una frase que dice "Nada es verdad, ni mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira"

Lolotónico: ¿Qué cambiarías del Mundo?

Mili: ¿En mí? Todo es variable. Siempre buscando la intensidad ¿En el mundo? El hambre, las guerras, la desidia, la tristeza, le quitaría el dinero a todo el que lo posee y que se viviera de otra manera... MÁS sencilla... Sin dinero, ni poder... Con las verdaderas armas del ser humano; el alma y el corazón.


BIOGRAFÍA

Mónica Isabel Lugo nació el  30 de mayo de 1966. Vive en Pilar provincia de Buenos Aires, Argentina. Curso sus estudios; en la Escuela de educación media número 3, en el Instituto Superior de Formación Docente número 55, en la Universidad de Buenos Aires, y Universidad Nacional de las Artes.
Es docente de arte desde hace 5 años.
Estudió diversas carreras; psicología, psicología social, profesorado de nivel inicial, profesorado de arte en artes visuales, y esta terminando la licenciatura en artes. A Mónica Isabel Lugo también la conocen como Mili Sombra Lugo, su nombre artístico. Es una mujer soñadora, que le gustaría envejecer, junto a su gato Renato, en una de esas playa de las costas de Argentina, y allí dedicarse al arte terapéutico, porqué para ella la pintura y la escritura sanan... Curan ese trozo de alma, que nos duele y canalizan todo tipo de trastornos, que bien guiados se pueden modificar y disfrutar de una vida normal o aceptable. Su mi primer poema, lo soñó y lo escribió al momento. Desde ese día, empezó a hablar en rima a escribir poemas como ese que cocina por la necesidad de alimentarse. Apartir del 2013 escribe en cualquier lugar que se le ocurra; cuadernos, papeles sueltos y en publicidades al dorso de las esquelas por lo que le ha llevado a recopilar más de seiscientos poemas. La poesía es la libertad loca de todo cuerdo. Por lo que en su mente, está ahora por publicar un poemario titulado «Lágrimas en rosa»

Mili Sombra Lugo, en su faceta de pintora Impresionista aborda temas que le interesan. Vínculos de como el ser humano se vincula con el otro, como un agujero donde depositar sus necesidades, angustias y frustraciones. Ese parche que sólo tapa sus miserias, alude al vínculo porqué dentro de lo ideal es aquel que se sostiene como un complemento entre dos seres. En otra etapa, pintó sobre la muerte y la vida. Ahora sobretodo le gusta pintar a Renato, su gato, para seguir envejeciendo juntos. Pinta y guarda con más de cincuenta pinturas y veinte grabados.


POEMAS DE  Mili Sombra Lugo

1@ Rooopa vejerooo!

Compro huesos todos rotos
Los pago con besos nuevos..
Compro, cambio corazones
Por bolsas de amor terreno

Les cambio todas las faltas
Por pinturas de humor nuevo
Les seco todas las lágrimas
Y a cambio les doy conciertos

Si su corazón va roto
Le fabricaré uno nuevo
Si tiene los ojos mustios
Los pinto de color cielo

Si tiene viejas las ropas
Yo le tejo un suéter nuevo
Si  su boca viaja seca
Le doy a beber un sueño

Si sus manos van cansadas
Le daré brillo a sus dedos
Con pinturas de amapolas
Enmarcadas con esmero

Rooopa vejerooo!
Compraré  todo lo viejo
Para ver brillar un poco
Este precioso universo



2@ De la nada
La ausencia de quien casi ni existía
Se hacía presencia en días
Y así corría la vida
Y su alma lo anhelaba
Aún como causa perdida
En la nada lo encontraba
De la nada lo extraía
Y a la nada saludaba
En la nada se perdía
Y a la nada se abrazaba
Dulce nada , dulces labios
¡que en la nada la esperaban!


3@ A veces sueño que vuelo
Y cruzo mares y cielos
Aterrizando en tus brazos
Y me curas con tus besos
Todas todas las heridas
De este corazon ya muerto
Que pones luz a mis ojos
Agua a mis labios resecos
color a mis transparencias
Y ganas a mis despojos
a mis manos das calor
Y a mis mejillas sonrojos
Luego...luego me despierto
Recuerdo que soy humana
Que no tengo bellas alas
Y caigo al suelo y despierto
Me lleno el cuerpo de marcas
De los golpes que me he dado
Me limpio bien las rodillas
Y camino por la vida
Con un nudo en la garganta
Pero hago como si nada
Como si nada ha pasado!


4@ De los sueños...
Por los seres obscuros
Y por ellos helada la sangre
Criaturas sufrientes del mundo
Que han perdido su alma
Y en el vasto abismo de la vida
Solo buscan un poco de calma
Un remedio a tanta miseria
Que provoca un amor sin sentido
Un dolor que por nada se explica
Y los vuelca de nuevo al abismo
Hoy por ellos levanto mi copa
Y comprendo sus terribles ayes
Las verdades terribles se matan
Y vagan eternas en el simple
Transcurrir del aire!








A Mili Sombra Lugo le gusta publicar su poemas en su Facebook.
Aquí la podéis leer:
https://www.facebook.com/monica.lugo.10420

Los publica también en un grupo de Facebook de gran prestigio «1000 poetas sobre el tiempo»

https://m.facebook.com/groups/1380954308887925?view=permalink&id=1824789724504379

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El septyimo cielo en los ojos n°60