Estos artículos han sido publicados por la Revista Generación Abierta que dirige el poeta Luis Raúl Calvo la
mayoría de ellos en la Sección Educación
¿Cómo lograr el encuentro entre el alumno, el
conocimiento y el docente?
Por Nora Patricia Nardo
Muchas veces los profesores se quejan de sus
alumnos porque no prestan atención. Nos comentan: “los chicos
parecen estar ausentes, nada les interesa, es difícil dar
clases en un clima de
indeferencia”. “Los jóvenes no participan, no
preguntan, no agregan información, su actitud es de apatía”.Cuando el docente se detiene para acotar a sus
alumnos que no lo están escuchando, sus interlocutores le
informan lo contrario, y esta incomunicación que se establece entre
ambos parece ser un relato del cual ya uno no cree al otro.
El aprendizaje se da por lo menos entre dos
sujetos uno que enseña y otro que aprende, ambos además están
insertos en una institución, dentro de un marco sociocultural,
con diferentes historias
de vida reunidos para compartir el
conocimiento.
Este espacio afectivo tan necesario entre ambos
se ve amenazado por el descreimiento, la duda y la palabra
parece caer. Los docentes se preguntan acerca del sentido de
sus prácticas,
pierden el deseo de enseñar y en consecuencia
no aparece el deseo de aprender.
¿Cómo lograr el encuentro entre el alumno, el
conocimiento y el
docente?
Este deseo de saber surge cuando uno siente la
necesidad de aprender aquello que le es desconocido y que
este aprendizaje es posible.Nos preguntamos entonces: ¿Cómo capturar la
atención, para que
se de un diálogo y se produzca un movimiento?
Cuando se estable alguna entrevista con los
adultos responsables de los adolescentes acerca de ¿cómo circula la
comunicación familiar? uno suele escuchar decir: “mi marido
siempre está en otra
cosa, le hablo y no me contesta, está
enfrascado en sus ideas y no hay espacio para la palabra, mi hijo está en
la computadora día y noche o con el celular, yo hago lo que puedo,
a veces no tengo
ganas de llegar a mi casa después de mi trabajo
ya que me resulta imposible tratar de poner las cosas en su
lugar”
“A veces me entero por el chat o por el Facebook
que hacen cada uno de los integrantes de mi familia, veo
fotos, con quienes se comunican, quienes son sus amistades….”
Inmersos en el mundo de la comunicación, con
las más alta tecnología, en algunas familias el diálogo se
establece en soledad a través de la red, sin mediar un gesto, una
palabra, una mirada.
A través de la computadora o del celular suelen
capturar por un instante lo que le sucede al otro, a veces con
palabras pero la mayoría necesitan registrarlo en imágenes, lo
privado se convierte
en público y todos indiscriminadamente
participan de algún acontecimiento, duda, inquietud, frase…
Otras veces no existe ni esta ocasión y los
jóvenes viven sumergidos en la soledad absoluta sin ningún
vínculo que se de entre generaciones.
Muchos de los chicos que están sentados en una
clase se hallan huérfanos de la figura de un adulto.
Tanto padres como hijos se encuentran en
contextos de vulnerabilidad absoluta, paralizados, esperando
que la escuela mágicamente atienda todas sus necesidades y los
ayude a salir de su triste realidad, cuando esto no sucede, la
autoridad del docente, su saber y su rol corren peligro.
Vivimos entre el autoritarismo y la anomia. El
docente ya no es creíble, como tampoco lo son los representantes
de las instituciones públicas, y nuestros representantes políticos.
Como consecuencia aparece la desvalorización
del prestigio social y la falta de reconocimiento a la autoridad
docente.
Si nos referimos a nuestro país, nuestra
docencia nace como un mandato del Estado que funcionaba de respaldo,
era el portavoz de los valores sociales, ya hoy estas ideas están
perimidas.
En este nuevo escenario el profesor se
encuentra por momentos con distintos y contrariados sentimientos, a
veces de impotencia, malestar y bronca, otras veces de rebeldía.
Siente que desperdicia su tiempo y que todos
sus estudios capacitación, les son indiferentes a la mayoría
de sus alumnos y sus familias.
Se pregunta ¿qué debe hacer? Si debe continuar
con uno o dos chicos que prestan atención, si debe detenerse,
si debe ignorar su percepción.
Experimenta una sensación de estar en
tinieblas, no saber por dónde establecer ese encuentro, motivo
verdadero de su existencia en ese lugar.
Por otra parte los alumnos perciben ese
descontento, ese mal humor, esa tristeza y esta desvalorización
social y familiar.Entonces surgen nuevos interrogantes para la
institución-escuela:
¿Cómo recuperar el valor de la palabra docente?
Es necesario renunciar a la omnipotencia y
saber que la escuela sola no puede, el conjunto de la sociedad, los
medios de comunicación y los políticos deben otorgarle
otra categoría, otra
prioridad.
También los adultos responsables de nuestros
adolescentes deben comprometerse en este sentido, la escuela puede
hacer participar a las familias a fin de poder reflexionar en
conjunto acerca de la
importancia de abrir espacios de diálogo y de
encuentro donde la palabra y el conocimiento circulen.
Los docentes se angustian con razón cuando el
conjunto de la sociedad les deposita todo tipo de
responsabilidades de la que no se hace cargo el Estado Nación, además
de enseñar conocimientos, valores, deben denunciar abusos, alumnos en riesgo escolar, en riesgo social,
deben remediar las
dificultades personales y familiares.
Existen pluricausalidades para que hoy coexista
esta crisis que trasciende las fronteras del país, para que los
alumnos pierdan sus motivaciones y no les interese concurrir a la
escuela: una de ellas
es que un título no es el pasaporte para un
buen futuro profesional o la garantía de un buen pasar como lo era en
el siglo pasado.
Esto hace pensar sobre el sentido de la
escuela, sobre sus fines.
¿Lo que hay que cuestionarse es acerca de esta
pereza, de esta apatía que sienten hoy la mayoría de nuestros adolescentes?Si sólo obedece a las causas que hemos
mencionado o también
tendrá que ver el miedo al fracaso, a la
pérdida de autoestima por no alcanzar los objetivos propuestos, al
aburrimiento, a la falta del
ejercicio del esfuerzo, de la responsabilidad,
a la poca tolerancia a
la frustración.
A veces estos sentimientos son compensados a
través de la evasión, la agresión, las adicciones. Y así nos
encontramos con falsas justificaciones, familias que cubren a
sus hijos y los tratan
como víctimas, lo que no ayuda al desarrollo
del adolescente.
A veces los padres son más violentos y menos
responsables que nuestros alumnos y no se cuenta con ningún
referente para dialogar.
Los adultos, al no establecer normas de
conducta claras para sus hijos y sobretodo, al no hacerlas cumplir,
favorecen la existencia de chicos transgresores, que creen que les corresponden
todos los
derechos y ninguna obligación.
El docente debe volver a pensar que su trabajo
es valioso, de esta manera recuperará su autoridad y su autoestima,
pero esto es una responsabilidad que deviene en primer lugar del
poder político.
Mientras tanto será necesario reestablecer una
sincera empatía entre los alumnos y los docentes, implementar
la capacidad para la autocrítica y la esperanza en un cambio,
haciéndose ambos
participes y responsables.
Los profesores deberían estar más atentos a sus
juicios de valor,a sus prejuicios, a fin de permitirse ver y
verse, sabiendo qué transmite, de qué manera y cómo, teniendo en
cuenta que la
imagen que uno puede tener de un alumno- y que
se da a conocer de alguna manera- determina los resultados y se
reflejan en sus producciones.
Analizar la realidad, establecer una verdadera
comunicación,debatir acerca de aquello que atormenta y
dificulta, puede provocar algún cambio evitando enfrentamientos
y quizás en pequeños momentos lograr recobrar la alegría de
enseñar y aprender.
Es fundamentar trabajar en un espacio de
confianza a fin de restaurar la autoridad necesaria para el
encuentro.
Aspiramos a la construcción de una escuela
plural, participativa,con contenidos significativos, con reglamentos
de convivencia hechos colectivamente entre todos los
integrantes de la comunidad
educativa, que posibiliten el clima propicio de
respeto y bienestar para que de lugar al aprendizaje, y sentido de
pertenencia institucional, con roles y responsabilidades
definidas contando con
tejidos de sostén.
Resaltamos la necesidad de entender que tanto
el docente como los alumnos son sujetos de derechos y
responsabilidades,pero que en esta relación existe una asimetría
y en la misma es necesario legitimar el lugar del educador desde
su rol profesional.
Esta asimetría tanto epistémica como
deontológica cimienta las bases de un compromiso mutuo entre ambos
protagonistas, que buscan distintas maneras de encontrarse
para interactuar,conocerse y construir un conocimiento que
afecte las subjetividades de ambos.
Entendemos que existe un saber experto en el
docente profesional,pero el mismo será validado en la medida que
tanto los políticos como la sociedad toda, realice un profundo
análisis acerca de
entender que debido a su formación, el docente
tiene la posibilidad de crear alternativas válidas para el
aprendizaje, pero para poder desplegarlas es fundamental volver a legitimar
la autoridad docente
y de la institución escuela y recuperar su
verdadera función.
El Trabajo en Equipo ¿una utopía en estos
tiempos?
Sumergidos en esta sociedad consumista y
competitiva resulta a veces complicado y perimido en este siglo XXI
detenerse a pensar y a debatir acerca de la importancia de la
solidaridad social, la
honestidad, la participación, la
responsabilidad, el respeto mutuo, la cooperación y fundar junto a otros
comportamientos constructivos.
El desafío para quienes creemos en la
importancia del trabajo en equipo es pensar cómo lograrlo en estos
contextos de fluidez y no caer en el intento.
Como trabajadores de la educación podemos
afirmar que las instituciones como la familia y la escuela aún
continúan siendo lugares de formación, quizás en inferioridad de
condiciones con
respecto a la mass media, pero aunque sea de
este modo, se sigue reflexionando acerca de cómo resignificar la
tarea educativa y de que manera se pueden afectar estas nuevas
subjetividades.
En la interacción social, uno no sólo aprende
contenidos conceptuales sino también valores sociales.
Un equipo de trabajo favorece el desarrollo de
un sistema de valores, porque uno aprende a compartir y a
reconocer la sensación del logro como un esfuerzo de
conjunto y a relacionar las propias habilidades y capacidades con los
intereses del equipo.
Claro que es difícil, en estos contextos cuando
la diferencia ha sido suspendida, anulada, vaciada y cada ser humano
pasa a ser el único punto de referencia en el universo, poder
enseñar que el
trabajo en equipo no es una mera suma de
actividades individuales y que en el resultado se produce
un efecto distinto a la simple adición de tareas.
A veces nos podemos preguntar si enseñar a
trabajar en equipo es válido y tiene sentido en una sociedad de
mercado en los cuáles los niños aprenden desde muy temprana edad que
para los adultos
lo importante es consumir hoy más que ayer y
menos que mañana.
El hombre, es ese ser solitario,
comprador, preocupado en sí mismo, que sólo reconoce como comunidad
de pertenencia a esa muchedumbre de consumidores y con quien
sólo comparte
esos gustos.
Lo interesante de trabajar de esta manera es
que el conocimiento del otro se puede contrastar con el propio sin
desacreditarlo,asumiendo una actitud respetuosa frente a las
opiniones de los
demás.
En general un equipo de trabajo –deportivo,
artístico, empresarial,cultural, etc- llega al resultado anhelado, si
cada uno de los integrantes logra el suyo, el entendimiento y
la apreciación de los
obstáculos que se pueden plantear en el
quehacer llevan a buscar alternativas de superación y requieren
de la construcción de conductas reflexivas y creativas.
Si enseñamos desde las aulas a trabajar de este
modo, habilitamos la construcción de un espacio de meditación,
participación y cooperación que favorece el aprendizaje y
previene a través del
diálogo y la contención, situaciones que
entorpecen la convivencia institucional.
A veces dejamos de lado estas tareas porque no
estamos convencidos que son necesarias para construir
nuevos modelos de relaciones con los otros, modelos que permitan
una sociedad más
plena, más cooperativa y menos individualista.
En muchos de los establecimientos educativos,
con estilos de conducciones democráticas hemos observado como
los docentes no sólo se comprometen y valoran la tarea en
equipo sino que
creen en ella, y enseñan a sus alumnos a
conocerla a través de tareas grupales y proyectos áulicos.
Sabemos de la importancia de la confianza y del
compromiso que se debe dar entre los integrantes de un equipo,
pero hoy más que nunca los vínculos durables despiertan
sospechas de una
dependencia a la cual nadie, pareciera en estos
tiempos querer atarse. El universo actual conjura contra la
confianza, contra los modelos de continuidad y coherencia a largo
plazo.
Las palabras compromiso y confianza se vuelven
difusas, parece ser que cada uno de nosotros comienza siempre
desde el principio, todo lo anterior, toda la historia queda
inhabilitada y lo superfluo
gana espacio, con un pasado que ya fue y un
porvenir de incertidumbre y apresuramiento.
En las escuelas se visualiza que entre los
alumnos y los docentes, nunca se adquiere la confianza
suficiente para disipar las dudas y dar credibilidad.
Resulta difícil dar albergue, estar a
disposición de, pero no es imposible, quizás lleva mucho más esfuerzo y
tiempo para que los adultos puedan lograrlo, no se da de una, como
en la modernidad,
demora y todos estamos inmersos en esta
celeridad que parece incurable.
Si bien mencionamos ya varias veces las
palabras solidaridad,comprensión, ayuda mutua, intercambio,
participación nos parece necesario hacerlo ya que son nociones foráneas
e impopulares con
respecto a las tendencias económicas actuales,
un mercado que niega al esfuerzo y la constancia para lograr
objetivos. Proliferan productos hecho a la medida, elaborados para
ser devorados
inmediatamente, rápidas respuestas, relaciones
sentimentales
¿Cómo podemos enseñar a reflexionar acerca de
lo que sucede para retomar unos de los objetivos primordiales
de la educación que es la formación de seres humanos autónomos?
Traspasar el umbral, abrir nuevos intersticios
es una forma de enseñar que es posible un destino más
solidario, comprometido y perdurable.
No podemos desconocer que muchos de nuestros
alumnos cuando le decimos preparen un trabajo en equipo, sólo
cuenten la cantidad de hojas a leer y a repartir para que cada uno
tenga lo mismo y se
encuentren el día de la entrega, alguien la
pasa en una computadora y el trabajo está listo. Firman
tres o cuatro como si fuera la elaboración de un trabajo
reflexionado, discutido, un esfuerzo compartido y además cuando citan la
biografía ponen como fuente Internet, desconociendo el autor,
su concepción
teórica en que basa sus ideas entre otras
cosas.
Cada equipo de trabajo no sólo debe saber que
hacer en el momento preciso, sino que además debe tener una
comprensión global de la meta que se quiere alcanzar.
Quizás sea más fácil de visualizar un objetivo en
un equipo de juego deportivo, en una competencia entre
escuelas, y a veces resulta más difícil advertirlo cuando el
propósito está claramente
ligado a la realización de una tarea, por
ejemplo una monografía, allí los alumnos deben investigar un tema,
discutir acerca de lo importante y lo accesorio, buscar bibliografía,
organizar el material,
escribirla, exponerla y defenderla entre otras
cosas, en una fecha precisa.
Para poder avanzar se deben tener
claras las funciones y las responsabilidades de cada uno de los
miembros. Estar al tanto de lo que uno puede hacer a fin de evitar la
sobre o subestimación
de las propias capacidades, también distinguir
los conocimientos y habilidades de sus compañeros de grupo para
saber que esperar de ellos y como completar su tarea.
Explorar, inventar, imaginar son variables a
tener en cuenta en un ambiente de respeto por el otro, donde se
privilegia la propuesta en lugar de descalificarla.
Todos sabemos que quien convive en un buen
clima de trabajo, logra más placer en lo que hace, mayor
compromiso y energía grupal, mayor satisfacción y colectivamente los
miembros se sienten más productivos y encuentran que las
actividades del equipo renuevan sus intereses y entusiasmo.
Los poetas suelen darnos cierta luminosidad a
nuestras conceptualizaciones, como es el caso de Kahlil
Gibran, cuandodice:
Si tienes bien abiertos tus ojos,
te verás reflejado en cada rostro.
Si tienes bien abiertos tus oídos,
oirás como tu voz resuena en eco
en todas las voces.
Referencia bibliográfica :
Zygmunt Bauman, “Amor líquido”. Fondo de
Cultura Económica.
Buenos Aires.2005
Calvo Luis , Nardo Nora , “El aula: un espacio
de convivencia”
Ediciones La Llave. Buenos Aires,
1998.
Fainstein, Héctor: “La gestión de equipos
eficaces” Ediciones
Macchi. Buenos Aires, 1997.
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