Obra de Antonio J.Gonzalez
Dibujo
Nada sé de ti más que el río no vuelve
ni el viento está en el horizonte
cuando los relámpagos son efímeros
y los dedos sobre el piano me dicen que
nada sé de ti,
de los estallidos sobre los ojos,
de las incertidumbres iluminadas
por miles de grises.
No sé de ti cuando reinicio el dibujo,
sin el camino atrás
los incendios con cenizas vivas
o la breve caricia de la primavera.
No es tarde me digo
para retomar el trazo, bocetar el gesto,
esfumar la piel suavemente
y adivinar en los ojos lo sin palabras.
Nada sé de ti, más que lo efímero
lo que desaparece con el primer suspiro
sobre la piel
y el lápiz tiembla, se detiene...
La tenue brisa aparece y desaparece
cuando nada sé de ti
y los urgentes chispazos de las horas
sólo existen
en el centro de la incertidumbre
encendida por el aire, el río
y el rostro
ahora dibujado en el papel
En la máquina luminosa
1.
En silencio,
sin el llanto natal
ni lágrimas en escape por el
rostro.
Como un ángel desconcertado
por tanto fuego de artificio
sobre las nubes
de esta noche de primavera,
cálida y ausente,
sin sonidos molestos
ni el chis chis de las
sandalias
en el atrio de la catedral.
Sin embargo puede llover
sobre los techos de las
sombras
que trepan por las veredas,
avanzan como gendarmes
incontrolables
y buscan los sueños que en
silencio
duermen.
2.
Acaso pienso que nada es
siempre
y que el viento sacude las
persianas
de mi piel
con sus dedos volátiles
como si supiera que nada
importa
si no estás
si no estoy
si no está el aire
agitado
por nada
como siempre.
3.
Desde el fondo de la mañana
desde el perfil agudo de la
tarde
desde la ceguera de la noche
que viene
escribo en esta máquina
luminosa
. .
como un ojo que quiere ver
oír
sentir el parpadeo del corazón
más que cualquier otra cosa
porque estoy pedaleando sin
sentido
sin tiempo
desde la mañana a la noche
para que todos puedan dormir
ciegos, sordos…
iluminados.
4.
Si la casa se desmorona
un día cualquiera
de improviso
golpeando con sus ladrillos
sobre las pupilas de los
inconscientes.
Si el sol decide apagarse
y volvemos a la oscuridad del
útero
con la tenue respiración que
oímos como tambores lejanos
un día cualquiera.
No estaré allí
No cuenten con mi gesto de
abandono
ni esperen un movimiento
desmadejado.
No, mis queridos vecinos,
un día cualquiera cerraré la
puerta,
apagaré la última lámpara
sobre mi cama
diré "la pucha que hace
frío"
y solamente silbaré bajito
para no despertar al barrio
en este día,
cualquiera,
me perderé a la vuelta de la
esquina
para
no volver.
Imágenes
1.
Imagen exacta, casi una réplica
de tu adiós
Una mano en el horizonte
cada vez más lejos…
que se duplica en el aire
como un gesto vacío
La miro una y otra vez
pero cambia
se sonríe
Huye entonces
y queda el paisaje sin retorno
Una voz que no es la tuya
salta con un eco difuso
De llanto que no es
de me voy sin vueltas
Chau y punto
2.
El espejo vuelve sobre sus pasos
se quiebra y me copia
Como una foto al revés
Los pies hacia arriba
y el corazón quieto
sobón
a la derecha…
Sabemos que es inútil
Nadie vuelve del abandono
Nadie se mira al espejo
para codificar el chau
hundirse en las aguas del río quieto
como una piedra gris
que dibuja anillos en el agua
que se pierden
como yo, aquí en la orilla,
frente al espejo.
Sin título
Un río azul gira hacia la
izquierda
porque sabe que encontrará
un rizo entramado de gracia
en la lógica de los números
empujado por trenes de líneas
rectas
castidad de los enigmas
ocultos
en la red de caminos que
saltan
enloquecen
es decir:
viven como uno
sin lágrima para la imagen
que va y viene
se esconde
pero estoy, me veo
como un náufrago en una isla
digital.
Loca vida
Desde afuera el ausentismo hiere
fecha inmune
dardo justo
o sabio en la noche fría
¿Qué pasará mañana
cuando amanezca con hielo en la piel
y llamaradas sutiles en los dedos?
Nadie conoce el futuro
salvo los pájaros despiertos
a la madrugada
desde los oscuros laberintos
de las techos.
Anota los ausentes y los invisibles
en las páginas blancas del invierno.
Cruza con un grueso trazo negro
los nombres de los olvidados
los enamorados
los desesperados
porque ellos saben por qué
la luna sigue viva y luminosa
sin que advierta esta noche
que faltan los desaparecidos
las dolientes víctimas
de la sin razón
y la loca vida.
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