domingo, 23 de noviembre de 2014

Poesía a dos Voces:Antonio J.Gonzalez

                                
                                  Obra de Antonio J.Gonzalez
Dibujo



Nada sé de ti más que el río no vuelve

ni el viento está en el horizonte

cuando los relámpagos son efímeros

y los dedos sobre el piano me dicen que

nada sé de ti,

de los estallidos sobre los ojos,

de las incertidumbres iluminadas

por miles de grises.


No sé de ti cuando reinicio el dibujo,

sin el camino atrás

los incendios con cenizas vivas

o la breve caricia de la primavera.


No es tarde me digo

para retomar el trazo, bocetar el gesto,

esfumar la piel suavemente

y adivinar en los ojos lo sin palabras.


Nada sé de ti, más que lo efímero

lo que desaparece con el primer suspiro

sobre la piel

y el lápiz tiembla, se detiene...


La tenue brisa aparece y desaparece

cuando nada sé de ti

y los urgentes chispazos de las horas

sólo existen

en el centro de la incertidumbre

encendida por el aire, el río

y el rostro

ahora dibujado en el papel
En la máquina luminosa



1.



En silencio,

sin el llanto natal

ni lágrimas en escape por el rostro.

Como un ángel desconcertado

por tanto fuego de artificio sobre las nubes

de esta noche de primavera,

cálida y ausente,

sin sonidos molestos

ni el chis chis de las sandalias

en el atrio de la catedral.



Sin embargo puede llover

sobre los techos de las sombras

que trepan por las veredas,

avanzan como gendarmes incontrolables

y buscan los sueños que en silencio

duermen.



2.



Acaso pienso que nada es siempre

y que el viento sacude las persianas

de mi piel

con sus dedos volátiles

como si supiera que nada importa

si no estás

si no estoy

si no está el aire

agitado

por nada

como siempre.



3.



Desde el fondo de la mañana

desde el perfil agudo de la tarde

desde la ceguera de la noche que viene

escribo en esta máquina luminosa

. .

como un ojo que quiere ver

oír

sentir el parpadeo del corazón

más que cualquier otra cosa

porque estoy pedaleando sin sentido

sin tiempo

desde la mañana a la noche

para que todos puedan dormir

ciegos, sordos…

iluminados.



4.



Si la casa se desmorona

un día cualquiera

de improviso

golpeando con sus ladrillos

sobre las pupilas de los inconscientes.

Si el sol decide apagarse

y volvemos a la oscuridad del útero

con la tenue respiración que

oímos como tambores lejanos

un día cualquiera.



No estaré allí

No cuenten con mi gesto de abandono

ni esperen un movimiento desmadejado.

No, mis queridos vecinos,

un día cualquiera cerraré la puerta,

apagaré la última lámpara

sobre mi cama

diré "la pucha que hace frío"

y solamente silbaré bajito

para no despertar al barrio­

en este día,

cualquiera,

me perderé a la vuelta de la esquina

para no volver.
 
Imágenes

1.



Imagen exacta, casi una réplica

de tu adiós

Una mano en el horizonte

cada vez más lejos…

que se duplica en el aire

como un gesto vacío

La miro una y otra vez

pero cambia

se sonríe

Huye entonces

y queda el paisaje sin retorno

Una voz que no es la tuya

salta con un eco difuso

De llanto que no es

de me voy sin vueltas

Chau y punto



2.



El espejo vuelve sobre sus pasos

se quiebra y me copia

Como una foto al revés

Los pies hacia arriba

y el corazón quieto

sobón

a la derecha…

Sabemos que es inútil

Nadie vuelve del abandono

Nadie se mira al espejo

para codificar el chau

hundirse en las aguas del río quieto

como una piedra gris

que dibuja anillos en el agua

que se pierden

como yo, aquí en la orilla,

frente al espejo.

 
Sin título

 
Un río azul gira hacia la izquierda

porque sabe que encontrará

un rizo entramado de gracia

en la lógica de los números

empujado por trenes de líneas rectas

castidad de los enigmas ocultos

en la red de caminos que

saltan

enloquecen

es decir:

viven como uno

sin lágrima para la imagen

que va y viene

se esconde

pero estoy, me veo

como un náufrago en una isla digital.

 
Loca vida



Desde afuera el ausentismo hiere

fecha inmune

dardo justo

o sabio en la noche fría

¿Qué pasará mañana

cuando amanezca con hielo en la piel

y llamaradas sutiles en los dedos?



Nadie conoce el futuro

salvo los pájaros despiertos

a la madrugada

desde los oscuros laberintos

de las techos.



Anota los ausentes y los invisibles

en las páginas blancas del invierno.

Cruza con un grueso trazo negro

los nombres de los olvidados

los enamorados

los desesperados

porque ellos saben por qué

la luna sigue viva y luminosa

sin que advierta esta noche

que faltan los desaparecidos

las dolientes víctimas

de la sin razón

y la loca vida.

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