domingo, 23 de noviembre de 2014

Registros poéticos desde el barrio por Antonio Gonzalez


Obra plástica del artista Antonio Gonzalez



La mirada poética de la realidad puede descubrir aristas y perfiles insospechables, por eso les propongo repasar las visiones de algunos poetas sobre el “barrio”·, esa integración de realidades disímiles y paisajes compañeros de la vida. Veamos algunas de esas percepciones:
Desde Piñeyro: “Con alma de gorrión nació mi barrio / y corazón de alondra. / Tuvo su esquina, su farol, su muerto / y un suspiro en la sombra.” (Mumita Fernández).
Mientras que Sarandí sugiere estas sensaciones: “Voy caminando… Mi suburbio es todo / de perfumes, de canciones. / Tiene un prestigio humilde de balcones / y en estas horas un clemente modo”. (Antonio Requeni).
“Casas de chapas de mi barriada / Sarandí de antes, humo y hollín, / calles de barro, huellas de carros / olor a azufre de Sarandí.” (Natalio Farao).
“Seguiré tus costados de sonidos, / mi calle fundadora de gente / con mi lluvia alcanzaré tu trigo / y en cada esquina encontraré tu vientre”. (Julio R. Bruno)
El Dock Sud también impregna de subjetividad al poeta: “calamar en su tinta / el oscuro dock sud viene y se pinta / de violento violeta las ojeras / negros cabellos de humo / pies lluviosos / iracundas ventanas / arroyos contagiosos / esquinas milongueras” (Gustavo A. Valdés).
“La calle del Doque / que podría tener una melodía a su memoria / desde donde pueden verse grúas y barcos / esperando que anochezca / pariendo viento el silencio.” (Jorge H. Paredes).
Gioconda de Zábatta describe “su Gerli”: “Tenía pocos años / y Gerli era un potrero / luminoso de sol, lleno de cielo / con un viento que peinaba abrojos / pastos duros y veredas / como la esperanza”.
Quinta Galli también tiene su historia poética: “Lacarra fue la pira de la gracia recibida / No una calle con la piedad de un nombre regalado, /sino el vital testimonio de la espuma, / una sudestada naciendo de tu boca, / un evangelio goteando de tus lágrimas.” (Horacio Ramos).
En Domínico: “Vuelvo a ser el pibe aquel / que por Pierres iba a pasear, / peinadito a la gomina / fumándome un Gavilán…” (Natalio Farao).
Y seguramente habrá muchos ejemplos como los señalados hasta abarcar la totalidad de los barrios locales, porque en su paisaje y realidad es donde crecemos, allí donde el hombre encuentra la proximidad de las experiencias y primarias necesidades de convivencia. Por supuesto que muchos de los barrios de Avellaneda presentan identidades comunes, pero también es cierto que en cada uno, encontramos perfiles propios. El nuestro, el que poblamos con nuestros ideales y sueños, el que nos ve ir y venir, y para siempre “volver” como lo decía Troilo.
El poeta, hombre caminador, suele afincarse en sus esquinas, inventariar sus baldosas, descubrir paredones, rincones únicos, sumar interrogantes sobre sus habitantes o el sentido de la vida, que al final, es lo mismo.

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