Del jueves 30 de octubre al 15 de noviembre de 2003, Adriana Gaspar,
integrante de nuestra publicación, expuso sus obras en la Galería
“Alicia Brandy”, Charcas 3149 de esta capital.
En “Escenarios de la infancia”, nueva muestra de cajas-objeto de Adriana Gaspar, se torna posible imaginar como nuestra vida, la vida de cada uno de nosotros, reconoce diversos escenarios.
Cada instante, cada momento vivido, son como breves y sinuosas representaciones, fragmentos dibujados en un espacio de tiempo que rememoran, acaso sin saberlo, extrañas ceremonias con el pasado.
Los objetos de la infancia, los juguetes de la niñez, son símbolos perpetuados en la obscura casa de los recuerdos, allí donde la ficción y la realidad, la ausencia y la presencia, confluyen inaugurando los sonoros ecos de la diosa nocturna.
Las sillas vacías en melancólica espera, los pequeños zapatos de la blanca candidez, el maletín que parece preanunciar ¿ la partida o el regreso?, nos invitan a reencontrarnos con los viejos fantasmas de la primer hora.
Adriana Gaspar, confirma, ratifica, nuevamente, un itinerario trazado a lo largo de los años, por delicadas y sugerentes narraciones poéticas. Sí, su obra pictórica tiene la belleza de la verdadera poesía. Por eso, tal vez el asombro nos cautive en cada una de sus muestras.
Cada encuentro con sus cajas reavivan en nosotros ese espejo interior que permanece a la deriva, entre el sueño y la vigilia en nuestro ser.
Quizá para que el fuego renazca de las noctámbulas sombras para recordarnos que la infancia, aunque lejana, también nos pertenece.
En “Escenarios de la infancia”, nueva muestra de cajas-objeto de Adriana Gaspar, se torna posible imaginar como nuestra vida, la vida de cada uno de nosotros, reconoce diversos escenarios.
Cada instante, cada momento vivido, son como breves y sinuosas representaciones, fragmentos dibujados en un espacio de tiempo que rememoran, acaso sin saberlo, extrañas ceremonias con el pasado.
Los objetos de la infancia, los juguetes de la niñez, son símbolos perpetuados en la obscura casa de los recuerdos, allí donde la ficción y la realidad, la ausencia y la presencia, confluyen inaugurando los sonoros ecos de la diosa nocturna.
Las sillas vacías en melancólica espera, los pequeños zapatos de la blanca candidez, el maletín que parece preanunciar ¿ la partida o el regreso?, nos invitan a reencontrarnos con los viejos fantasmas de la primer hora.
Adriana Gaspar, confirma, ratifica, nuevamente, un itinerario trazado a lo largo de los años, por delicadas y sugerentes narraciones poéticas. Sí, su obra pictórica tiene la belleza de la verdadera poesía. Por eso, tal vez el asombro nos cautive en cada una de sus muestras.
Cada encuentro con sus cajas reavivan en nosotros ese espejo interior que permanece a la deriva, entre el sueño y la vigilia en nuestro ser.
Quizá para que el fuego renazca de las noctámbulas sombras para recordarnos que la infancia, aunque lejana, también nos pertenece.
Luis Raúl Calvo
“Sabemos que el objeto tiene una estética particular, tal es así
que a través del neoconceptualismo y lo que se denominó arte
conceptual acá en la Argentina en la década de los ’70, muchas
veces el texto va a acompañar a la obra como en este caso, y que la
semántica o el significado del objeto toca otros horizontes de la
plástica en general.
El objeto Dadá que viene a ser el antecedente más cercano a la surrealidad es aquel que está manifestando una realidad lejana a los destinos comunes de esa realidad. Tal es así que los objetos que coloca en un determinado contexto Adriana Gaspar, son los objetos de la infancia, una infancia y un pasado que la artista evoca a través no sólo de las minúsculas referencias a esos objetos sino también con objetos que tienen hasta su uso, su desgaste, como las famosas puntillas de nuestras abuelas, que las tejían muchas veces a mano. En la sociedad de consumo donde estamos viviendo, lo único que tenemos es a “La Gioconda” en una lata de membrillo. Es decir, los massmedia, han desemantizado mucho de los contenidos esenciales de las vanguardias históricas del arte.
Lo que celebro en la muestra de Adriana Gaspar es la coherencia de todo el significado de esta obra aquí presentada, creo que es la muestra que tiene mayor sentido y que apunta como bien sabiamente dice Luis Raúl Calvo a rescatar la infancia pero otorgándole a esta un nuevo sentido y un nuevo significado.”
El objeto Dadá que viene a ser el antecedente más cercano a la surrealidad es aquel que está manifestando una realidad lejana a los destinos comunes de esa realidad. Tal es así que los objetos que coloca en un determinado contexto Adriana Gaspar, son los objetos de la infancia, una infancia y un pasado que la artista evoca a través no sólo de las minúsculas referencias a esos objetos sino también con objetos que tienen hasta su uso, su desgaste, como las famosas puntillas de nuestras abuelas, que las tejían muchas veces a mano. En la sociedad de consumo donde estamos viviendo, lo único que tenemos es a “La Gioconda” en una lata de membrillo. Es decir, los massmedia, han desemantizado mucho de los contenidos esenciales de las vanguardias históricas del arte.
Lo que celebro en la muestra de Adriana Gaspar es la coherencia de todo el significado de esta obra aquí presentada, creo que es la muestra que tiene mayor sentido y que apunta como bien sabiamente dice Luis Raúl Calvo a rescatar la infancia pero otorgándole a esta un nuevo sentido y un nuevo significado.”
Palabras de la crítica de arte
Rosa Faccaro en la
inauguración de la muestra
Rosa Faccaro en la
inauguración de la muestra
http://blogsdelagente.com/
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