Desocupados de Antonio Berni,
Una misma temática en diferentes tiempos históricos
Dos obras pictóricas proporcionan el tema que guía este trabajo y unifica las dos: la desocupación. Ésta se hace manifiesto en el anclaje verbal instalado en el título de una de ellas: Desocupados de Antonio Berni, y es alusiva e indirecta en el título de la otra: Sin pan y sin trabajo de Ernesto de la Cárcova.
Este eje temático común en la mayor parte de la obra de Berni, producto de su postura socio-política, motiva la imagen de trasposición muralística en esta pintura con características escultóricas. Por otra parte en el cuadro de De la Cárcova hay un tratamiento naturalista subrayado por el gesto desolador de desesperación e impotencia de la mujer.
Respecto de las relaciones hiperestéticas, podemos decir que la obra de Berni y la de De la Cárcova tienen que ver con el realismo naturalista que deviene de los hombres de la literatura, de la década del ’80. Por ejemplo; “Sin rumbo” y “En la Sangre” de Cambaceres, son válidos antecedentes de transposiciones ocurridas ya en la década del ’30. Por otra parte estas relaciones ponen de manifiesto “el carácter intertextual de la desocupación” que “enlaza el texto con otros textos”, remitiendo a otros discursos, según lo manifestado por María Isabel Filinich en su libro Descripción.
Desde el punto de vista de Roland Barthes, se hace necesario un modelo y una teoría que lo abarque. En este caso, el modelo responde a la forma realista evidenciada en el anclaje verbal de los dos cuadros.
De acuerdo con Barthes, “en la medida en que una misma organización formal regula verosímilmente todos los sistemas semióticos cualesquiera sean sus sustancias y dimensiones”, es importante identificar los signos que constituyen el sistema discursivo ínsito en el lenguaje pictórico de estos cuadros.
De manera singular, lo que ocurre respecto de lo que dice Barthes en Introducción al análisis estructural de los Relatos; “El relato es una gran frase, así como toda frase constatativa es en cierto modo, el esbozo de un pequeño relato”. En las dos obras que nos motivan, ‘cada parte’ es un pequeño ‘discurso’”.
“Un relato no es una simple suma de proposiciones”, sigue diciendo Barthes, porque lo que importa es su organización, el sistema que tiene que ver con los elementos que entran relacionalmente en su composición. Estamos en el nivel de la descripción.
Si consideramos que la descripción dispone el material basándose en el criterio de simultaneidad temporal, ella constituye un procedimiento que hace que el objeto sea un espectáculo instalado en un tiempo suspendido y espacializado. Este orden espacial es el que constituye la organización del cuadro en donde cada componente está en relación con el todo. Su disposición no puede sino percibirse en algún tipo de relación lógica.
Philippe Hamon ha caracterizado el discurso descriptivo como un sistema que pone en relación una denominación, un nombre, con una expansión, un despliegue de rasgos. Este sistema descriptivo es, para él “un juego de equivalencias jerarquizadas”. La denominación, que para otros autores cumple el papel de ser el tema o el tema-título está en relación directa con el anclaje verbal de los dos cuadros y que, según Philippe Hamon, “tiene el carácter de un pantónimo, es decir, un nombre como denominador común de todo el sistema.
Sin pan y sin trabajo
Ante los ojos del observador aparecen en escena dos personajes, mujer y hombre y un tercero: un niño en los brazos de la mujer.
Como en todo proceso histórico que, como tal, significa continuidad (y no corte abrupto), esta obra pictórica responde a las manifestaciones naturalistas que tanto en la Francia finisecular -París- como en La Argentina -Buenos Aires- que, aunque surgen especialmente en lo literario, reiteran posteriormente la mayor parte de sus rasgos estéticos en las artes plásticas.
El impacto naturalista es fuerte y agresivo en esta obra de Ernesto de la Cárcova.
Los escorzos de las figuras refuerzan la expresión desolada e impotente de los rostros de la pareja de obreros.
El rostro anguloso sumamente delgado de la mujer tiene como réplica la misma característica en el hombre, subrayado por el hecho de estar de perfil (pómulos salientes en contraste con maxilares hundidos). Esto tiene relación con el gesto desolador de la mujer (ya lo manifestamos en la introducción de este trabajo), considerado como detalle que hace al todo e implica una expansión del pantónimo o tema – título (anclaje verbal).
Según Philippe Hamon, los detalles como elementos aislados bloquean la obra, en lugar de realizar el movimiento mismo “de todo enunciado descriptivo” que “no va del detalle al detalle, sino de lo particular a lo general y de lo general a lo particular”. Sin pan y sin trabajo existe en virtud de estos elementos descriptivos.
Los valores tonales bajos intensifican esa situación de soledad y apremio; los mismos se encuentran en los extremos del cuadro. Las tonalidades bajas acentúan el dramatismo de la escena, mientras que haces de luz iluminan respecto del centro del cuadro a los tres personajes: rostros, pechos, brazos, manos, y la superficie tosca de la mesa.
En este cuadro el hombre mira a través de la ventana de su rancho como la policía montada reprime una manifestación obrera. Dentro del rancho, su mujer lo observa mientras amamanta a su hijo.
Paredes manchadas de humedad, una mesa rústica, un arcón, que sirve a su vez de asiento a la mujer, una cesta de mimbre, un estante con una vajilla mínima constituyen todo el mobiliario.
La enfermedad y el hambre marcan el cuerpo delgado de la mujer, sus pechos flácidos semidesnudos apenas alcanzan a alimentar al niño en sus brazos.
Dentro de los contornos del cuadro, está pictóricamente expuesto un adentro y un afuera ficcionales, explicitados por un juego de miradas y por un contraste que podemos denominar –invirtiendo el vocablo consabido estereotipado- oscuro- claro: lo oscuro en primer plano y lo claro en segundo plano. Pero, además, hay un plano –mirada real: el del espectador “que mira a los que están mirando y lo que están mirando”. Aquí podemos hablar del “ojo semiólogico”, es decir, “ver” los signos e identificarlos y, en segundo término, interpretarlos.
La ventana nos marca un adentro y un afuera, lo público y lo privado. Esto señala otro aspecto de la tematización: lo que ocurre en el adentro responde directamente al tema título y en el afuera se da un nuevo proceso de aspectualización que puede ser considerado como subtema. Nos dice Filinich haciendo referencia a otros teóricos que: “con respecto a la esquematización del discurso descriptivo, Adam y Petitjean proponen considerar la estructura arborescente: como rasgo permanente”, a partir del anclaje operará la expansión, aspectualización que consiste en la ramificación del tema y designa los aspectos que a su vez comprenden las propiedades y las partes que componen el todo.
Al desdoblar el tema en partes vemos que manifiestan propiedades calificativas como las herramientas inútiles sitas sobre la mesa rústica, tosca, y el puño cerrado del hombre que se apoya crispado sobre ella, y acá tenemos una propiedad funcional.
La composición esta basada en un interesante juego de miradas. Existe una disposición semiótica de este juego: la mujer mira al hombre; el hombre mira a los obreros en el exterior; el niño permanece con sus ojos cerrados.
Respecto de la texturidad, la superficie de la mesa que recibe directamente la luz, por una parte connota, desgaste, y, por otra connota el paso del tiempo puesto en relación con el tema. En cuanto a los pechos de la mujer, hay no solo un visible desdibujamiento de la texturidad sino, también otra puesta en relación con el pantónimo.
Desocupados
Un Berni realista, la desocupación, las huelgas, las luchas obreras, las ollas populares eran la realidad social imperante evidenciada en las relaciones intertextuales que otras obras de Berni establecen.
El artista, siempre participó de las vanguardias de su época, pero también supo abandonarlas cuando ellas revelaron sus limitaciones. Siempre comprometido con lo que él consideraba la verdad. Desocupados, composición orgánica, de apariencia figurativa, con un alto grado de iconicidad aunque los personajes se asemejan mas a marionetas escultóricas que a humanos. Todos con rasgos similares, casi con una misma identidad.
La composición posee una compleja construcción fundada en las transgresiones de la perspectiva y de la figuración. Podemos señalar varios planos ubicados sobre oblicuas y enfrentadas a manera de zigzag que llegan hasta el fondo de la composición, superponiéndose con sensación de profundidad.
En cuanto a lo abigarrado de la composición considerada en primer plano es decir respecto de las figuras jerarquizadas no solo por su tamaño sino por su compacta superposición podemos decir que poniendo en relación esta situación en la que el tema - título se expande, estos personajes que duermen, prácticamente unos sobre otros, además de ramificar el pantónimo, multiplican el hiperbolizado tema, aunque ya está expuesto en el anclaje verbal, en la pluralización del término (desocupados).
Podemos asignar un predicado calificativo a los personajes estáticos que, como propiedad funcional, diremos que reposan en un espacio humano denso. Otra parte que se destaca en relación con la aspectualización del tema es un cajón a modo de asiento el cual establece una fuerte relación con el pantónimo verbal (no es una silla).
El personaje en primer plano enunciado a la izquierda del cuadro que abarca la totalidad de su altura como figura completa muestra en su indumentaria y especialmente con el hecho de usar sombrero el contexto epocal. Esta puesta en situación se reproduce en los personajes que están en segundo plano. Si nos detenemos en el rostro del personaje del primer plano detallamos su extrema juventud en contraste con la mayoría; la coincidencia está en el hecho de estar dormidos: ojos cerrados aspectualizan una propiedad calificativa.
Desocupación como tema se explicita en el distinto tratamiento del “juego de la mirada” en cada una de las obras. En Sin pan y sin trabajo la mirada es direccional por parte de cada uno de los personajes, como ya se ha dicho de otra manera y está en relación con el adentro y con el afuera mencionado, es decir con la desesperanza de la familia en consonancia con la represión policial a los huelguistas. Toda forma parte del estado social. Aquí el juego de la mirada es aparentemente solidario.
En los Desocupados “nadie mira a nadie”: ojos cerrados, miradas perdidas, rostros cabizbajos y ensimismados. Varios cuerpos encimados pero incomunicados por el sueño o por la no mirada en franco contraste con el cuadro de Ernesto de la Cárcova e incluso también la contraposición está dada por los muchos personajes en escena en relación con los tres que en primer plano se muestran en Sin pan y sin trabajo.
Si consideramos con María Isabel Filinich, que “la actividad denominativa es el germen del movimiento descriptivo puesto que el nombre contiene de manera condensada y en potencia los rasgos que el discurso podrá desplegar “podemos concluir en que tanto en una obra como en la otra “lo nombrado se vuelve objeto del discurso y asume un estatuto de existencia del universo que fue punto de partida para su constitución” Desocupados no es aquí un adjetivo, sino que, aunque esta privado el pantónimo del artículo determinante, indudablemente es sustantivo por la presencia sustantiva de los personajes, destacados por sus rasgos aspectuales, de los cuales hemos nombrado solamente algunos para no sobreabundar, entendiendo lo dicho, como descripción de las dos obras pictóricas. Sin pan y sin trabajo, nombra parafraseando el mismo tema: la desocupación y vale lo manifestado para desocupados.
Bibliografía:
Barthes Roland, “Introducción al análisis estructural de los relatos”, Análisis estructural del relato, Buenos Aires, Tiempo Contemporáneo, 1970
Benveniste Emile, “Semiología de la lengua”, en Problema de Lingüística General II Siglo XXI México 1985
Phillippe Hamon, Introducción al análisis de lo descriptivo, Buenos Aires Edicial 1991
Filinich María Isabel, Descripción Buenos Aires Eudeba 2000
http://www.extranjeraweb.com.ar
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