CONFERENCIA: “LA PAZ Y LOS PERSONAJES DE MIS
LIBROS”.
PROF.LIC.CRISTINA PIZARRO
El propósito de esta conferencia está orientado
a reconocer los elementos relacionados con la paz interior en mis libros
Confesiones de Gertrudis Glauben (2006) y Diario de Rosalind Schiefestein
(2009). Para ello, comenzaré por la alusión a los elementos de la naturaleza que
se describen, a los objetos nombrados, a los sentimientos que surgen, y
señalaré algunas cuestiones ligadas a la transformación que se convierten en
ejes temáticos de mi escritura poética.
Confesiones de Gertrudis Glauben
Su nombre significa, ‘lanza
fiel’, es decir aquella, que tiene la fuerza de una lanza, que es una fiel
defensora y su apellido, ’creencia. Como una lanza esta mujer seguirá con
fidelidad su creencia. En la primera parte, “Signos rotos”, se alude a los
pájaros, a los vestidos, al dolor, la piedad , la compasión ante lo que ocurre
en el mundo, el miedo a la falta de amor, el sufrimiento por la promesa
espectral del no abandono y el dolor de la “Dama de Mimbre”. Sabemos que el
mimbre posee un carácter sagrado de protección y acompaña los nacimientos
milagrosos, por ejemplo, el de Moisés arrojado a las aguas; en la mitología,
Diana fue hallada en una mata de mimbre.
El refugio en las palabras, la búsqueda de la sabiduría, la
prudencia.
La
violencia como signos rotos que deshacen el amor. La necesidad de alejarse del
otro para no causarnos daño, en “Erizos”.
En la segunda parte, “El borde es un secreto”, hay referencia al silencio. El silencio
se asocia a veces con la soledad, el miedo, el abandono, la tristeza, el dolor,
la censura, la opresión, la muerte, pero también con la resurrección. Se alude al fin de los tiempos. Aparece la iracundia, los instintos, los
brutales juegos, las bravías matanzas, los enemigos emboscados. Asimismo, los
grandes enigmas: el nacimiento, la muerte, la vida y el amor.
El miedo a los monstruos, la cólera, la tempestad.
El miedo a los monstruos, la cólera, la tempestad.
Gertrudis utiliza las palabras como si de
verdad pudieran transmitir el latido y la zozobra del sentimiento humano,
frente a la inhumanidad terrible. En Jacarandaes en celo, en el poema “Arco
iris” hay un canto a la muerte en todas sus dimensiones, que el dios del fuego
salvará. La constante búsqueda del amor en el espacio desolado, la tierra
quemada.
El
puerto de alelíes, los dioses en el bosque de abedules, la plegaria en el
pueblo florecido, la cópula de los pájaros, la palabra verdadera van construyendo
el camino de salvación hacia la paz interior. La figura del fresno invencible
disipará el temor de Gertrudis.El pozo de agua es el espejo que le permite
verse a sí misma. Gertrudis se deleita con las flores de ciruelo, observa los nudos en los
tallos de bambú. Mira cada detalle para encontrar el secreto, la revelación.
En la tercera parte, “Existencia”
Gertrudis descubre elementos de la vida
cotidiana que se tornan siniestros.
Sin embargo,
siempre hay una luz esperanzada en el final de los poemas,”plenos de estrellas”.
El desasosiego, las arterias bullentes se contraponen frente al
silencio, la cadencia del lenguaje, la calma que hace fecundar los signos de la
escritura.
La vacilación del ser, el tiempo, el mañana, la existencia se reparan
con la impronta de la Palabra
y la supremacía del Amor
Gertrudis
se convierte en la Esfinge
que busca la serenidad en la incertidumbre, vence sagaz sin sumirse en el
abismo. Gertrudis se identifica con América, dice en “Dos mundos” (73-74)
“Quién soy
Ante
este aullido
de un imperio desolado
en ruinas
cubierto por el polvo
una paloma
humillada entre la ceniza
un rumor una luz
adentro de un a urna funeraria
una nube pavorosa
entre los picos de la montaña
un cuerpo seco
en la tempestad
una máscara
caída
en la tierra
silenciosa
Gertrudis es la niña de agua que encuentra
grabado en el leño, el nombre de Dios. Se solaza con la Naturaleza: las hojas
de bambú, las flores del duraznero, los peces, las perlas, las nubes, los
caracoles. Espera la caricia hasta que la muerte la separe del ser amado.
Teme
a la muerte pero sabe que la materia se transmuta y renace la vida.
Se encuentra con una Gertrudis sabia en el
reino de la Paz.
Gertrudis
va encontrando su camino en el viaje de la vida guiada por Dios, como la Santa Gertrudis de
espíritu benedictino que leía los versos de Virgilio.
Gertrudis
recuerda su historia, otros tiempos, sabe qué significa el futuro y se entrega
a la Palabra
y se cobija en la unión con el otro por el Amor.
Gertrudis recuerda lo que nunca pudo ser
olvidado, todo aquello que quedó anidado en su inconsciente. Hay repeticiones
de contenidos latentes. El tema de la repetición podría relacionarse con la reminiscencia de Platón, para quien “Conocer es recordar”. Recordar supone el
retorno del eidos, la idea. Para Nietzsche significa el eterno retorno, lo cual
implica que se afirma el ser como devenir. “Todo va, todo retorna, la rueda de
la existencia gira eternamente. Todo muere, todo florece de nuevo... Todo se quiebra,
todo se reúne de nuevo; eternamente se edifica el mismo edificio de
existencias", nos dice en "Así habla Zaratustra".
Diario de Rosalind Schieferstein
Su nombre significa, ‘el escudo de la
fama’, ‘ la protección del honor’, y su apellido, ‘pizarra’, una roca ígnea,
afín al apellido de la autora que indaga en sus antepasados.
En el Prefacio
escribí:
“Los
ancestros de la protagonista (la autora) de este Diario, Rosalind Schieferstein
provenían de un castillo situado en una antigua ciudad medieval. Solían
frecuentar un monasterio donde se oían los cantos gregorianos. De ellos heredó
la devoción, tanto por las voces, la música, los paisajes, cuando por el
silencio y la actitud contemplativa” (17) Ese pueblo medieval podría ser Motta
Baluffi.
Indagando
en el lugar natal de mi abuelo materno, Giulio Soldi (1864- 1953), descubrí que
había nacido en Motta Baluffi, pueblo fluvial del siglo XII, perteneciente a
Cremona, Lombardía. Esta comuna, conserva todavía el vestigio de las
tradiciones rurales y de los valores de la campaña en un contexto natural
dominado por el río Po. Motta Baluffi surge a lo largo del antiguo camino de
las escolleras que, bordeando el río Po, conduce de Cremona a Casalmaggiore.
Según algunos historiadores, a lo largo de este trayecto habrían surgido
algunos asentamientos etruscos localizados en lo que va del tramo que unía la
antigua Brescello (Brixellum) con Cremona. Rodeado de ciénagas y bañados,
durante mucho tiempo el pueblo no estuvo directamente involucrado en episodios
históricos significativos. La obra de salubridad fue llevada a cabo por los
benedictinos, que procedieron a una fertilización sistemática, desmontando
bosques y desecando el terreno. Desde entonces, Motta se constituyó para los
viajeros en lugar de abrigo y de reparo. La tradición monástica, la
hospitalidad de estos pueblos, el contacto con las aguas del río, son los
elementos que todavía hoy identifican a esta comarca.
Primera parte, “Muro y Laberinto”
Rosalind ama la naturaleza, expresa sus
pasiones y su sensorialidad con vehemencia, busca la ascensión aunque su paso
sea vacilante.Es vulnerable a los arrebatos pero con su vuelo se encarna en
pájaro porque ansía la libertad.
Rosalind
se asombra ante la trampa del tiempo, el infinito, la enfermedad.
Pero la espera la
inmortalidad más allá de la calamidad, por la Palabra y la caricia.
Busca la salvación en el encuentro con la dicha, que está arriba, al final del
laberinto.
Segunda parte, “Entre mi cuerpo y yo”
Rosalind ama los paisajes
exóticos de otras tierras, quiere indagar en los secretos de las piedras y en
los símbolos de otras religiones ( Islam, Hinduismo) -ya presente en el libro
Lirios prohibidos. Es una mujer creyente, también le canta a la ley, que podría
ser la ley de los Mandamientos de Dios.
Alude
a distintos dioses, de la Noche,
del Maíz, Sol.
( en los libros anteriores también aparecen)
Rosalind
busca el amor en el último cielo, como Beatriz y Dante en el Paraíso de La Divina Comedia. Se
vuelve profana cuando quiere beber vino en la taberna, como si fuera el vino de
la comunión, siguiendo las Rubaiyat de Omar Khayyam. Adora los árboles, las
flores. Hay una creencia vegetal (como en Jacarandaes en celo)
Tercer parte, “Osiris y Rosalind”
El título de esta tercera parte se inspira en
el mito egipcio de Osiris, dios egipcio de la resurrección, símbolo de la
fertilidad. Muere como hombre pero resucita como inmortal. Mediante una trampa
artera, Seth, quien siente odio y envidia por las riquezas e su hermano, lo
asesina.
En
cierta ocasión, Seth hizo una gran fiesta y lanzó un desafío a sus invitados:
aquel que se animase a entrar en el cofre ornado con piedras preciosas, sería
el destinario de ese magnífico regalo como prueba de fidelidad y respeto.
Muchos
lo intentaron pero sin tener éxito, ya sea porque el cofre era más pequeño o
más grande que el tamaño de su cuerpo. En cambio, Osiris encajó perfectamente.
Indudablemente Seth, sabía muy bien el tamaño de su hermano Osiris. Así fue
como Seth con sus ayudantes y cómplices cerraron la caja herméticamente y lo
arrojaron al Nilo.
Isis,
con amor y confianza, empezó su travesía para recuperar el cuerpo de su esposo.
Al fin, lo encontró con los restos de Osiris. Pero Seth, robó el cadáver, lo
cortó en catorce pedazos y los esparció por todo el reino. Isis recuperó todos
sus miembros, excepto el miembro viril, que había sido comido por un pez. Con
la ayuda de Anubis, Isis lo embalsamó y con su poderosa magia logró darle nueva
vida al cadáver momificado de Osiris.
Después de esto,
engendró y nació Horus.
Se
reitera el tema del dolor y el sufrimiento ante la enfermedad en el “vivir más
allá del aquelarre”.
El
caos, (también en “Quintaesencia” de Jacarandaes ) lo extraño, la desesperanza,
“un volcán abrasa las sedas de la esperanza”. Hasta llegar a la iluminación
(hay un poema en Lirios prohibidos, sobre la Madre Teresa de
Calcuta con dicho título) y la templanza, una de las virtudes cristianas
cardinales.
Siguiendo a Elémire Zolla, La amante
invisible, (1994) con respecto del caos, podemos considerar que hay que ir
rastreando en el sueño.
La
posibilidad de recordar el sueño, reescribirlo y bucear sobre su simbología,
induce a un despertar, a alcanzar un estado de vigilia. La realidad es el
despertar.
No
sabemos quién confecciona nuestros sueños. Para algunos podrían representar los
grandes mitos. Habría un tejido mítico en la vida onírica.
El
tejido mítico debe ser asimilado no sólo por la conciencia, sino también por el
inconsciente y el superyó. No está clara la relación entre superyó e
inconsciente.
El inconsciente es
caótico, muestra el máximo de la insignificancia y de la relatividad, mientras
el superyó corresponde al sentido intuitivo de la Unidad, es la quietud
absoluta, la identificación total del sujeto y del objeto
Son
opuestos: el desorden máximo y el orden absoluto, la inquietud y la quietud, la
confusión y la experiencia metafísica.
Lo
visionario que aparece en la revelación de la escritura podría transmitir el
tejido mitológico metafísico a las tinieblas del inconsciente y a la luz
cegadora del superyó. Son estos polos del ser los que se niegan a conocer las
contraposiciones; en un nivel máximo/mínimo los opuestos se fusionan, permanece
únicamente la percepción asintónica de campos de fuerza en un tiempo-espacio
simétrico y los objetos sustanciales cambiantes en el tiempo se desvanecen. ¿Cómo
puede transferirse el tejido mitológico a estos polos constitutivos del ser?
Cuando
fuimos arrojados a un mundo escindido entre noche y día, entre sueño y vigilia,
entre sujeto y objeto, la caída nos produjo un grito de terror.
Fue
cercenado el cordón que enlazaba a la unidad /caos, a las tinieblas
deslumbrantes/ al esplendor fulgurante. Pero en el centro del ser, ya dividido
y sollozante, permanece el recuerdo de estructuras rítmicas asintóticamente
convergentes hacia el silencio y la unidad. A esta reminiscencia apelamos como
a la fuente de toda verdad. El ímpetu de certeza que sella una argumentación,
decide una alternativa, resuelve un problema, es un recuerdo prenatal de la
unidad.
Siguiendo
a George Steiner, Lenguaje y silencio, podemos decir que, a veces, hay un
espacio vacío en la palabra no dicha, no pronunciada, como si la acción se
detuviera para siempre. Pero esa palabra atrapada, esa palabra aparentemente
disminuida, logra ser articulada por Rosalind, desde la indagación etimológica
y simbólica, desde la investigación semántica. A partir de esos procedimientos,
la palabra de Rosalind alcanza, por momentos, una ilusión rodeada de
misticismo. Este proceso de metamorfosis, ya manifiesta en libros anteriores,
por ejemplo, en el poema “Metamorfosis” de Lirios prohibidos”, es uno de los
ejes temáticos, en muchos casos, asociados a la alquimia, como el poema del
mismo nombre que está al final de Jacarandaes y también en “Huellas” del mismo
libro.
La
liberación de la voz humana suscita el eco del silencio, a veces como
escándalo, o como sacramento o como blasfemia. También sucede con las figuras
mitológicas, como el centauro, ( en Lirios prohibidos) o la esfinge (en
Confesiones de Gertrudis Glauben) que han sido tejidos con la misma fibra del
hombre, cuya forma instintiva es cercana a la nuestra, aunque su aspecto físico
sea diferente al nuestro.
El fuego tiene el poder de iluminar o consumir,
pero al mismo tiempo es un elemento transformador. El habla se convertiría en
el centro principal de la insumisa y rebelde relación del hombre con los
dioses. Rosalind
como zoon phonauta, es decir, hombre animal hablante, inventa otros dioses,
Rosalind quiere vencer el olvido. Rosalind ama a los dioses.
Se
convierte en Isis para salvar al Osiris descuartizado por odios y rencores
fraternales. El mal se transformará por la templanza, asociada con el violeta
de la amatista, piedra que aparece en muchos de los poemas.
Rosalind
necesita enfrentar el mal para lograr la armonía.
Rosalind
se identifica y se refleja en Isis.
Quiere
conquistar el por-venir. Ese futuro ya aludido en La voz viene de lejos.
Rosalind
es la serpiente emplumada (71-72)
“ Yo busco la vida en el ascenso al laberinto
quiero
renovar el deseo a la esperanza
para
transmutar esa muerte en vida
esa
muerte siniestra nacida del odio
la
muerte que sale de la vida
y
la vida que sale de la muerte.
Hay un círculo perpetuo
que
rueda en la creación de un tiempo sublime
Y ahora, tú eres la serpiente emplumada,
tú,
Rosalind
que
naces en la nube de la lluvia
como
pájaro-serpiente iluminas el maíz.
Y con tu sangre que nutre mi deseo
esa
muerte del deseo se convertirá
en
lluvia de flores-la flor de oro
por
la misión del amor.
Oh, dios de la fuerza
en
el Arco iris veremos tu resurrección total
en
la tierra donde reptas
y
en el cielo donde vuelas.
Rosalind logra vencer al Leviatán, esa bestia
marina asociada a Satanás, en su deseo de amar.
En la danza sagrada hay una alabanza a Dios,
así como en la “Consagración de la
Primavera”, Rosalind ofrenda dones a la tierra. El tema de la
ofrenda se reitera en otros poemas, “Ofrenda” de Poemas de agua y fuego.
Rosalind consigue hechizar el mal, como el
buitre ‘transforma la podredumbre en oro filosofal’ (87).
El deseo, el secreto. Rosalind remite a los
secretos de los enamorados de las cortes de amor, que tenían sus reglamentos
para alabar los encantos de la vida amorosa de los amantes. El remitente del
poema “Carta a Gertrudis Glauben”, es un trovador provenzal. El último poema
del libro es “Rotación interior”. Rosalind se inspira en el mantra hindú “la
joya en el loto” y en el molinillo de oración tibetano, para comprender los
giros del alma en la búsqueda de la paz interior.
La paz como constante búsqueda se asocia al
amor como entrega al otro, como el camino hacia la ascensión a través del
conocimiento, la indagación de nuestra interioridad consciente e inconsciente.
En ese sentido, la escritura es revelación de lo que está en nuestras almas y
en nuestros deseos.
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