sábado, 31 de mayo de 2014

El Bicentenerio y el camino de la Memoria Por NORA PATRICIA NARDO





El 25 de Mayo de 2010 será la gran fiesta conmemorando el Bicentenario de la Revolución de Mayo que abrió paso a la independencia argentina del 9 de julio de 1816. Allí habitaba el espíritu latente de aquellas mujeres y hombres de una parte de la sociedad que aspiraban desde 1806, a una mayor participación política y económica, que esperaban recuperar sus tierras y sus derechos, y anhelaban el renacer de los pueblos usurpados bajo el yugo colonial español. La Semana de Mayo se fue gestando con una percepción certera de que la fuente de autoridad del virrey se había agotado, y que ese era el momento para comenzar a debatir sobre el destino de un nuevo gobierno emanado del pueblo, por lo que era preciso inaugurar una nueva unidad en todo nuestro territorio nacional. Nuestra historia la podemos encontrar en diversas fuentes, textos escritos, archivos, testimonios, cartas, la arqueología, las tradiciones orales, documentales, expresiones artísticas y también en el recuerdo. El evocar nos permite entender el presente y fundar el futuro, es un ejercicio vital, es el proceso donde se reconstruyen hechos de nuestro pasado, nos afirma como sujetos y como país, recuperamos los escenarios culturales y sociales, la vida de nuestros pueblos con su oscuridad y su luz, con su dolor y su resistencia. Sostenemos que es imprescindible recuperar la memoria, no la instrumentada por los medios para ganar consumidores, no la regida por la lógica del mercado, no sólo la que nos muestran mediante imágenes, sino también la que nos ocultan, la que silencian, recortando y adormeciendo la memoria colectiva. En estos doscientos años aún no hemos aprendido a convivir entre los argentinos, aún hoy hay fragmentación, dolor, exclusión, violencia, conflictos sociales de clase, intolerancia. Estos dos siglos de independencia nos revelan que aún hoy debemos transitar el camino de la memoria, del pensamiento creador. Anunciaba Filón (25 a J.C., 42d, J.C.) “¡Al querer Dios unir en íntima y amorosa asociación el comienzo y el fin de las cosas creadas, hizo del cielo el comienzo y del hombre el fin; el primero, el más perfecto de los objetos del sentido imperecedero, el segundo, la más noble de las cosas terrenas y perecederas, en verdad, un pequeño cielo. (...)!” Teniendo en cuenta las ideas de Filón, que nos conmueven, pensamos que el compromiso de todos nosotros, -mujeres y hombres que disfrutamos del conocimiento, que reconocemos la importancia de los vínculos afectivos, de la autonomía en el pensamiento, que reclamamos valores, que proclamamos libertad con justicia social-, pueda ser el de apasionar, entusiasmar, para que entre todos los argentinos construyamos un país que nos posibilite otros escenarios de encuentro, otros sentidos, algo así como un pequeño cielo. En estos tiempos diluidos tendremos que correr ciertos riesgos, sostenernos con nuestras propias narraciones, anclarnos en la memoria y la autoconciencia, sujetarnos a nuestra historia personal, a nuestra biografía, a fin de recuperar nuestra verdadera identidad, la que se construye necesariamente desde los otros...


POEMA

La casa donde reposan los recuerdos

no reconoce dueños ni pertenencias

del pasado.

En su entraña se cobijaron

historias vividas y no vividas

allí nacieron cuentos de hadas

voces parciales de un drama

creado a imagen y semejanza

de un héroe de fantasía.

Alguien debería narrarnos hoy

otros espejismos, para saber

que conjeturaban el lobo

el villano, la bruja de alcoba

sobre esos mezquinos relatos.

La casa donde reposan los recuerdos

es una deuda pendiente, un sueño inconcluso.

                           Luis Raúl Calvo

(Del libro “Bajos fondos del alma”,

Ed. Generación Abierta, 2002)

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