lunes, 28 de abril de 2014

CUENTOS BAJO EL SOL:ANA LUCIA MONTOYA RENDÓN



  Cuando era niña escuchaba un dicho que, hoy por hoy, está vigente:

"Tan viejo y creyendo en diablo".

Veo por todas partes a todo el mundo dándose golpes de pecho, señalando que sólo por su vecindario sale cada día el Sol, que su Sol es el único que alumbra. Ninguno pone su dedo índice señalando hacia sí mismos. Solo cuando disparemos esa mirada hacia nuestro interior podremos ver que las respuestas están justo allí, en nosotros. ¡No más arrodillados, ante nada y ante nadie.

La Patria, ícono maravilloso para mover sentimientos primitivos en el alma colectiva de la manada, para hacer mover por sus venas fuego en vez de sangre.

Patria... Patria... ¿Patria? Sólo hay unas cuantas familias con dos grandes bolsillos, uno al lado izquierdo y otro al lado derecho. No importa de dónde fluya el dinero, siempre va a parar a esos mismos bolsillos. Hay ladrones elegidos por el pueblo, hay ladrones que ellos mismos se han nombrado amos y señores; a unos se les conoce el nombre, los otros permanecen ocultos, se mueven a su antojo a la sombra, ambos le hacen creer al rebaño que hay que morir por la Patria y sus símbolos. Si la fe en nosotros mismos no es el fundamento de nuestra vida, ¿cómo vamos a cimentarla en lo que quieren que creamos esos señores?


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EGUISMO
El ombligo, siempre tan recatado le devolvió miradas displicentes, parpadeó con sorna ante el engreído que, de tanto agacharse para verlo y manosearlo, perdió toda su dignidad.

Hoy ese ombligo reina en la silla turca y, en el vientre que habitaba, hay un hueco que ríe dichoso de ser auténtico vacío.

Ese engreído llora, no porque se le subió el ombligo, no por el hueco ilimitado e impalpable que tiene en su abdomen, realmente está acongojado y se lamenta, porque no es más ente que su propio ombligo.

No creo en los besos de despedida. Presiento que los besos verdaderos tienen pegante, saben a pegante dulce. En las gavetas de los besos no debe estar registrado el adiós.

 

Que hay visiones permanentes, sugerencias revoloteando siempre, sobre todo cuando uno es tan elemental como esos cinco (tierra, agua, aire fuego, akasha); incontenible multiplicidad de sensaciones que, aunque cerrados los ojos, las observamos vívidas, feroces, embistiéndonos sin doblar los remos, solo felices, empujando sus riñones. ¡Ah, qué dulce cornada! Hasta el alma, pasando por la entraña.

 

BORRÓN Y CUENTO NUEVO

 Hablar y hablar. Proponer, explicarse muchos temas. Aplazar hasta el final de los tiempos. Quizás hasta que esa barba le haya crecido tanto como para tejer todos los trajes que necesitan millones de pobres en el mundo o hasta lograr el apaciguamiento de los violentos que ya existen y de los que iban a nacer.

Ya le dije todo lo que usted quería saber. No tiene por qué empujarme. No. No me maltrate. Escúcheme y después de oírme, si le place, degüélleme, empáqueme al vacío y envíeme hacia los confines de los mundos como carta de derechos humanos o de abusos humanos, como le de la real gana, qué más da, para lo que vale lo que llevo en mi fardo ¿Le ha ocurrido alguna vez un olvido como el mío? ¿No? ¿Seguro que nunca se ha enfrentado a algo como eso? Por la suficiencia que se le asoma por los ribetes de su engreimiento, noto en usted... me doy cuenta que ha sido... que es en realidad un ser privilegiado. Le voy a contar qué cosas y qué personas han hecho de mi un ser ecuánime. Sí, e-cu-á-ni-me, ecuáaaa-ni-meee. ¿No entiende lo que es ser ecuánime? Eso también se lo voy a explicar cuando me permita relatarle el porqué de mi olvido. No frunza el entrecejo ni sonría que la cosa va en serio. Ya le dije, no me empuje, también le dije que le explicaré el origen de mi ecuanimidad aunque por la expresión que le observo, ese mirarse las uñas, repasarlas, cada una con las de la otra mano, me deja ver que es narcisista, que si no tiene espejo de agua o de cristal se mira a sí mismo en cada parte de usted y no presta atención a nada que no sea usted mismo. ¿Qué? ¿Tampoco sabe lo que es ser narcisista? No pues. Otra que le agrego a la lista de temas que desplegaré cuando deje de empujarme y de joder con esa sobadera de uñas. Si, cada vez que se las limpia, estimula en sí mismo el prurito de una limpieza fóbica. Sí, eso en una enfermedad. ¿Qué? Me dice que es sano en toda la extensión de la palabra? Qué monotemático es usted —si quisiera, le diría  a este man qué pobre es usted, mejor dejemos los santos quietos— porque se le notan muchos males con solo mirarlo de refilón. Sí, de refilón. No me venga con el cuento que tampoco sabe el significado de fóbico. ¿Cómo? Tampoco sabe qué es mirar de refilón? No, así si estamos fritos. Me empuja, me maltrata, me agobia, me castiga, me... Me mamé de su idiotez. Me harté de ese desenfado que tienen todos los que son como usted. ¿Que no sabe de qué le hablo? Usted sí es la tapa del congolo. No, no lo sabrá nunca, no podré explicarle cómo hemos llegado a este punto, porque, fatalmente, acaba de morir como idea principal. Es usted un nonato, un feto triste, un cuento abortado. Sí, muer-ti-to, borrado de la página que estaba escribiendo cuando se me ocurrió que seres como usted pululan por la faz de la tierra como verdadera pandemia y que borrarlo de este papel me genera un sabor dulce, como la ilusión de hacer desaparecer de un manotazo a esa plaga de orates.
                                        ELILUC



EL LIBRETO

Leo como siempre. Por recovecos de mi mente se deslizan, el andamiaje, los personajes, sus voces, las luces, las sombras, sobre todo estas últimas. Vuelvo a creer que es una buena obra. De esa forma veo cómo se alza grandioso el telón, aparecen gobelinos mágicos y discurren de nuevo, envalentonadas, las memorias. Recuerdo, había una seguidora que encandilaba el alma, esa luz hacia abarcar la obertura, la trama, el desarrollo y el gran final. Al releer, venía a mí la fuerza de esa creación. De fondo escuchaba el lamento de los oprimidos, al amainar su queja dejaban aposentar en el hermoso hemiciclo la plenitud de la voz fuerte de un espíritu burlón de figura indefinida que hablaba del espectro y del movimiento suave del paisaje sobre los valles. Discurría sobre la vida de los mares y sus aguas multicolores, del cielo y las estrellas y de lo gracioso de sus nombres. Con argumentos muy fuertes esa voz apabulló al auditorio, así fueron apagándose las luces y entre sombras se arrastraron los silencios. ¡Cómo quisiera recordar una y mil veces ese final! Recordar al autor, los intríngulis de la puesta en escena, ver de nuevo a los protagonistas, observarles la metamorfosis sufrida. Mas hoy, nadie puede contar nada porque todos los que actuaron han muerto. Murieron sin darse cuenta, los mató la misma obra tantas veces repetida y la crueldad de director y espectadores que los fusionó a todos. 

El director, Pope Rodin, tuvo la buena fortuna de ver representada su obra Los Indefinidos, de manera ininterrumpida durante dos años, en Brodway, por allá en los inicios de los 20s. La obra de Rodin era en realidad un buen discurso sobre las entradas y salidas de los muertos vivos desde el mundo de las ideas y, el poster que estaba admirando, fue la vía para escapar hacia esos lugares. Dicen que la crítica, gustosa acogió ese título. Todos, director, actores, libretista, productor, escenógrafos, maquillistas, utileros, se sentían  implicados con cada palabra de ese libreto; se sabían aliento vital; igual le ocurrió a los espectadores que abarrotaron el teatro por cada puesta en escena. Cuando terminó el segundo año, de forma misteriosa uno a uno fueron desapareciendo, mientras el libreto se convertía en un monstruoso  mamotreto, al punto que hubo de intervenir la policía para investigar las desapariciones y la enfermiza gordura del tal libro, sin poder determinar finalmente, nada de las causas del sobrepeso del escrito ni encontrar hacia dónde se fueron los implicados en la obra y espectadores. Esa investigación, después de tantos años, aun no se ha cerrado.

Sigo admirando y releyendo el poster. Tengo frío. No escucho los sonidos de los motores de los carros ni la algarabía de la gente que va y viene. Todos hablan a la vez pero lo único que escucho es el silencio.  

¡Qué frío! ¿Estoy hecho de papel y, las letras son mi sangre, pura tinta seca e invisible?

                             Magazin ·El espectador"

SIGUE EL HAMBRE, SIEMPRE EL HAMBRE! ESPACIOS MONÓTONOS

ESPACIOS MONÓTONOS
1.

Desde el coloquial silencio, ése que bebe alientos entre comas y puntos a parte. Desde el deje lerdo de los puntos suspensivos, desde la concavidad de los paréntesis, o desde la risa forzada escapada de la inapetente y desdentada boca. Desde allí los silencios vencidos, narran con gestos pantomímicos detalles de experiencias rastreras. Gritan desconsolados de hambre y de rabia, babean fuego ante la repelencia con la que los tratan la gracia y el celo. Desde lo empinado de esos silencios, cimas vírgenes de un Himalaya onírico, donde ha quedado congelado el alma en blancura enferma, pesada como fierro al cuello; desde allí trata de degollar insomnios. Sí. desde esa cárcel blanca vienen mil jinetes, cortejo absurdo bordado de luces y de sombras. En el séquito van de blanco o de negro los fantasmas, erectos y elegantes, marchando sobre huellas signadas en la memoria del frío. Entonan cantos de viajeros, van y van, mas nunca llegan porque ninguno sabe hacia dónde va. Así, desespera el alma enredado en sueños dibujados sobre el espejo de una laguna quieta. Qué locura ser al tiempo este singular cortejo y cadáver soñoliento.

2.

Hay ilusiones en el borde de sus labios, hay en esas ilusiones muchos días y noches apagados. En el color de sus ojeras duermen inviernos y veranos y, en esquinas oscuras de su mente, la estrangulan los abrazos de su gente, de su tierra, todos ellos, su sangre, sus hermanos. 


Tantos entes le gritan por sus poros, de ellos, sádicos y morbosas, el tiempo y las heridas. Qué manía la suya ir desnuda exhibiendo anhelos. Cómo rogar a los dioses perdón para que de sus gargantas fluyan acentos sanadores. Ve como eclosiona subversivo, el blanco para el muerto, miliciano intransigente, para el indefenso vivo. También ve las margaritas inocentes, enredadas en la alambrada, ellas su amor, en otro corazón, cautivas.

Cómo hará desaparecer el mutismo cruel del Tiempo, cómo pondrá en su faz un nuevo Sol. Quién revivirá a las estrellas aunque hayan muerto antes de nacer. Cómo hará para apagar la letanía de su voz, partitura monótona de ayes en mil octavas, sostenido réquiem entre las columnas de su templo            

                            Certificado como jurado de municipalidad de Berazategui-Bs.As.-Argentina

4 comentarios:

  1. Estoy emocionada. Todo ha sido mirado con lupa,
    Besos.
    Ana Lucía

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    1. que bello querida Ana Lucia !para mi fue hermoso realizarlo

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  2. Extraordinatio y merecido homenaje. Bella edicion.

    Felicitaciones a Ana Lucia...Felicitaciones a la revista.

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  3. estimado JORGE gracias por tus hermosas palabras ,y gracias por visitarla
    un gran saludo

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El septyimo cielo en los ojos n°60