miércoles, 3 de mayo de 2017

Conversación con el poeta Alberto Luis Ponzo


En El Jabalí Nr 15, del año 2004, en su décimo año de existencia; la revista dirigida por uno de los amigos poetas más grandes, Daniel Chirom; se publicó un texto inédito de Luisa Futoransky, que relaciono con las palabras de Ponzo.

"La palabra dépaysement, literal 'despaisajearse', me sigue pareciendo una de las más hermosas de la lengua francesa. Tal vez las palabras más precisas son siempre intraducibles, en todos los idiomas. Dépaysement, también quiere decir desorientación, extrañamiento. El despiste, la poesía en estado puro".


Alberto Luis Ponzo

Nació en Buenos Aires en 1916. Ha publicado más de treinta libros de poemas, críticas y ensayos. Sus publicaciones son consideradas representativas de las décadas del 60 y del 70, como "Vigilia", "Encuentro", "Empresa poética" y "Hojas del Caminador".

Algunas de sus obras poéticas: Uno en el mundo, 1965, A puertas abiertas, 1969, Historias salvajes, 1976, Ocupaciones y límites, (Selección 1968-1981), Diálogo de
escrituras (1992), Poesía recobrada (Selección 1972-1995), Ochenta vueltas al mundo de todos los días
(Antología 1960-96), Poemas olvidados (2004), Lugares / En otras palabras (2005), Antología breve (2008), Sobre el secreto trabajo (2009) y Al costado del tiempo
(2010). Por su trayectoria ha recibido, entre otras distinciones, el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía (1992).



Algo ingenuo
No sé a quién dirigir
estas palabras.
Al fuego o a los vientos,
o al hombre que está aquí
y se derrumba
Hay que hacer algo: levantarlo,
hablarle de las cosas,
devolverle su nombre perentorio,
la antigua soledad,
la infancia,
la pobreza
Esa virgen manera de vestirse,
de caminar sin miedo
y conocer la calle por sus poros dorados,
los techos del verano y de la lluvia
Pero no sé a quién acercarme
con mi maquina a cuestas.
No se para quién tiemblan las palabras
o si cuando despierten en mis manos
alcanzaran para tocar el mundo.
No sé a quién llamar y prevenirle:
habla de tu desgracia, de tu olvido,
de tu valor.
Habla para la muerte
que te escucha.

Escribiré
Escribiré
cuando suba por las manos
sobre la espera en movimiento
paso a paso
a saltos o temblores
cada palabra hecha
cada voz innombrada
Casi a ciegas
un tanteo recorre la mirada
palpa el sentido
abre la tierra desierta
abandonada
y lleva el dedo como a un niño
en la aurora del tiempo
Después
nada más sucederá
y vendrá hasta la voz
el despertar no previsto
del silencio

Ludwig Van Beethoven
Una música
como una hoja apacible
rodando en la noche
hasta caer
en la frescura de la tierra

La voz que aguarda
dejar en el oído
su memoria
de antigua soledad

(Los dolores del mundo
agrietan sus manos)

Una sola música
dando vida
llenando el vaso
del deseo

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