Hacer
una semblanza sobre un escritor de estas dimensiones, obliga a otros
escritores a profundizar su personalidad.
Ahondando
entonces en la bibliografía de Capdevila y también en algunos
recuerdos que dejaron en mí, lecturas, pasajes de sus obras. Me
indican en primer lugar que sus tiempos han sido otros ya que nace en
la Córdoba de 1889, bajo conceptos distintos a los actuales. Como
todos, crece y se desarrolla adquiriendo un caudal de inquietudes y
de búsqueda permanente, dejando claro que a pesar de su condición
catedrática sus títulos de abogacía, filosofía y sociología, el
profesorado y demás, su literatura alcanza ribetes que lo destacan
como un gran dramaturgo, ensayista e historiador. Hasta aquí, todas
las opiniones literarias confluyen en una misma opinión, valorar su
innata capacidad del manejo de la palabra y bien descripto en su
libro “Babel y el Castellano” donde promueve una defensa del
lenguaje, casi obsesivo. Mirando hacia atrás, me atrevo a decir que
fuera motivo en su tiempo, de plausibles polémicas entre los
intelectuales. Su perseverante defensa del castellano lo lleva a
afirmar que debe haber en el idioma algo que esté por encima de lo
vulgar, de lo contrario hay un empobrecimiento paulatino que lo va
estrechando definitivamente. Hubo autores de envergadura que bregaban
por un habla argentinizado, que luego fue desarrollándose
inevitablemente por la misma mistura de las razas.
En
otro momento de su vida, Unamuno escritor y filósofo español le
escribe en una carta lo feliz que se ha sentido leyendo las historias
autobiográficas de su obra “Córdoba del recuerdo”,
expresándole, que íntimamente estos relatos y poesías lo han
conmovido ya que lleva la niñez a flor de piel en esta etapa de su
vida. También la vena de dramaturgo impera fuertemente en él y
aquel que describiera con tanto fervor poético el paso por la niñez
y la adolescencia, desata a mí entender en “Melpómene” toda su
expresión dramática, libro que escribiera cuando desaparecen sus
padres. ,
Melpómene
es la musa de la tragedia, hija de Zeus en la mitología griega, por
lo tanto la titulación de este libro indica de algún modo su
contenido. Poético sí, aunque ligado estrechamente a la muerte y la
desolación por la pérdida de sus progenitores. Fue tan triste la
osadía de hablar sobre la muerte plasmando una visión sobre ella
demasiado trágica y alegórica, que Lugones que fuera uno de sus
impulsores, lo recusa abiertamente, más allá de otras opiniones
autorizadas. –Diciéndole, Ud. no tiene derecho de cargar sobre sus
lectores tanta tragedia y agrega – de sobra tiene cada uno con su
propia pena.
Hago
por esto una mención de la última estrofa de su poema “Sobre las
ruinas”
Desde
entonces, de pie sobre las ruinas,
a
los recuerdos del ayer me acorro;
y
cuando nadie mis angustias sabe,
doblo
la frente y por mis padres lloro.
Para
terminar prefiero sacudir todo el tormento que la muerte trae
aparejado y volver en búsqueda de ese niño, ese joven que la
“Córdoba del recuerdo” refleja... cuando aún, el sufrimiento
póstumo era tan lejano para él. Amerita entonces que lo mostremos
desde la evocación, sin imágenes cercanas a lo patético.
Imaginarlo en esa hegemonía cordobesa y en el arraigo a su tierra,
colmaremos así, su espíritu donde quiera que esté. Habría mucho
para escarbar en la obra de Capdevila que desaparece en el año 1967
a la edad de 78 años, pero dejemos que el silencio sepia que en las
hojas de sus libros habita aún oscurecidas por el tiempo y el polvo
de los anaqueles de las bibliotecas, fluya hoy… simplemente, porque
alguien, algunos o quién sabe por qué, deciden remontar su obra,
eso demuestra indefectiblemente, que la palabra escrita no morirá
jamás.
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