lunes, 6 de octubre de 2014

Cuando la música cuenta historias – por la Prof. Lorena Brito

Esto fue publicado en la web del CNBA (Colegio Nacional de Buenos Aires) en el año de Homenaje a Liszt

La música nos brinda un viaje a épocas, lugares y situaciones totalmente ajenas a nuestra realidad. Predispone el espíritu a una experiencia que motiva nuestra imaginación y nuestros sentidos. Podemos escuchar un pasaje de una obra y en ese momento encontrarnos en un momento especial de nuestras vidas, rodeados por aromas y colores especiales a los que nos llevó esa serie de sonidos entrelazados, aparentemente tan sencillos que apenas reparamos en ellos.
Ya en la antigüedad el Hombre se había percatado de la energía que este arte sonoro emanaba y cómo afectaba a sus pares, por eso los griegos, en sus obras teatrales, representaban la historia con declamaciones y canto. Siglos después la Iglesia entendió que para acercar al pueblo a sus creencias, la música era la manera ideal. Siempre con la palabra como medio, se crearon obras descriptivas, narraciones épicas o declaraciones sentimentales, generalmente con acompañamiento instrumental que confirmaban los estados anímicos de dichos textos.
Pero uno de esos seres geniales que llegan a nuestro mundo, amante de la literatura y la poesía, nos reveló esas mismas historias sin utilizar epíteto alguno, nos sugirió un Fin y dejó libre albedrío a la imaginación para generar el Medio. Ya con antecedentes grandiosos como lo fueron Ludwig Van Beethoven con su Sinfonía Pastoral, y Héctor Berlioz con su “Sinfonía Fantástica”, Franz Liszt liberó todo su potencial a la orden de esta forma de contarles a los demás, a su público, aquellos hechos y sensaciones que quería transmitir. Heinrich Heine escribió sobre él, luego de escuchar un recital:
“Cuando interpretaba, por ejemplo, una tormenta en el piano, podíamos ver los relámpagos en su rostro, sus miembros temblaban como agitados por el viento y sus largos rizos goteaban como mojados por la lluvia que intentaba describir”
Desde el piano, Liszt renovó la técnica de ejecución a tal punto, que su amigo y admirador, el compositor Camile Saint-Saëns afirmó en 1893:
 ”Puedo compararla con la revolución que produjo Víctor Hugo en el mecanismo de la lengua francesa… Esta gran evolución sonora que ha logrado se ha convertido en la base y la condición indispensable para la ejecución moderna”.
Alrededor de 1850, lo que el entorno artístico afín a Liszt llamaba “música del porvenir” dio pie a nuevas maneras de trabajar las composiciones, nuevas formas y expresiones que defendía la interrelación con otras artes y por ello pretendía que las composiciones podían escribirse si se seguía un programa ajeno a la propia música, (opuesta a la denominada “música pura”), es decir, inspirarse, por ejemplo, en una obra de teatro, o una novela. Dos géneros resumirían esta nueva vision del fenómeno musical: el Cuaderno Pianístico y el Poema Sinfónico en el plano orquestal.
El primero tiene como ejemplo una serie de composiciones reunidas en los tres volúmenes de Années de pèlerinage (Años de peregrinaje), en los que Liszt, como incansable viajero, plasma, a través de su música, intensas experiencias vitales y momentos de gran introspección. Cuando se presenta este ciclo de manera integral, se intercalan las obras musicales con textos poéticos o autobiográficos, íntimamente vinculados a la gestación de esta colosal serie, sin duda uno de los importantes de la literatura pianística de todos los tiempos.
El segundo, cuyos orígenes según el propio Liszt se remontaban a las oberturas de Beethoven (Egmont) y Mendelssohn, designaba una obra de dimensiones relativamente largas, que solía constar de un solo movimiento que contenía una alternancia similar a la de los movimientos de las sinfonías, pero en el que se habían anulado las interrupciones características de las mismas. El resultado era una obra de carácter más abierto, en la que un tema podía aparecer en tantas ocasiones como lo requería la obra, entremezclarse con otros motivos, sucederse en un tratamiento mas rápido o mas lento, o incluso enunciarse y no someterse después a ningún desarrollo. El primero que compuso se inspiró en una obra de Víctor Hugo titulada “Ce qu´on entend sur la montagne” (Lo que se oye en la montaña, de 1827).
Una de sus obras más famosas es la Sinfonía Fausto, basada en el Fausto de Goethe, si bien lleva el nombre de Sinfonía, cada uno de los tres movimientos conforman un poema sinfónico a gran escala. Dice Pola Suárez Urtubey que dicha obra es una sinfonías poemática, ya que “su estructura no es la de una ortodoxa sinfonía clásica aunque pueda encontrarse cierta acomodación a ella. En realidad se trata de tres poemas sinfónicos vinculados temáticamente. La primera parte se titula “Fausto”, la segunda “Margarita” y “Mefistófeles”. Cada personaje del drama metafísico de Goethe encontrará su símbolo musical a través de uno o varios temas propios. El tema básico e inseparable del personaje de Fausto es todo un hallazgo, pues pasa por los doce sonidos de la escala cromática, lo cual le confiere una movilidad tonal, una sensación de inquietud, que traduce maravillosamente las dudas existenciales de Fausto y su ansiedad por penetrar en los mas remotos secretos de lo desconocido. Un tema lirico, dulce y suave caracteriza a Margarita, en la segunda parte, donde, naturalmente reaparecen algunos de los temas de Fausto. Para Mefistófeles no crea ningún tema nuevo, porque se trata de un espíritu negativo, falso. El mal no puede crear. Partiendo de esta premisa, lo caracteriza con temas de Fausto y los deforma, los caricaturiza, los metamorfosea, hasta que la aparición del tema de Margarita, la redentora, según el criterio romántico de lo femenino, termina por vencer al mal. Cuando Fausto queda así salvado, tenor y coro masculino entonan, sobre el tema de la mujer, las ultimas palabras del Fausto de Goethe, como glorificación del Eterno-femenino”.
Liszt, de espíritu inquieto, siempre revisaba obras propias y ajenas, las interpretaba al piano y realizaba arreglos y transcripciones de sus obras orquestales para dicho instrumento. Tal es el ejemplo del primero de los cuatro Valses a Mefisto, cuya composición fue orquestal, pero al poco tiempo escribió la versión para dueto y luego para piano solo, que suele figurar regularmente en recitales. A diferencia de la Sinfonía Fausto, esta obra se basó en un episodio de la obra de Nikolaus Lenau, que transcurre en la taberna del pueblo: Fausto y Mefistófeles (como cazador), entran en un bar donde se está celebrando una boda. Mefisto toma un violín de uno de los juglares, lo afina (representado en la pieza de Liszt por las quintas al inicio del vals) y comienza a tocar una frenética melodía. Después, el vals se ralentiza y da inicio a un nuevo tema amoroso, que embelesa a los campesinos allí presentes. Fausto aprovecha la situación, baila con la novia y, luego de cortejarla, se fuga con ella hacia el bosque. Un ruiseñor canta una melodía y la música de Liszt crece hasta un impresionante clímax cuando la pareja "es tragada por las impetuosas olas del rapto amoroso" (según el texto de Lenau). Previamente al cenit de la huida de la pareja, Liszt hace reaparecer el sensual tema lírico del vals.
Particularmente, como pianista e intérprete de obras de Franz Liszt, no puedo dejar de mencionar la fascinación que me provoca, más allá de las resoluciones técnicas del instrumento, la búsqueda de sonoridades, de timbres y tempos musicales, la degustación de las armonías, la fuerza de ciertos pasajes y la delicadeza de otros, que logran realmente envolver a quien escucha, en esa musicalidad que renace en mi, transmitida por el autor, quien me brinda la posibilidad y el honor de interpretar sus historias.
                               Lorena Brito 

 Enlaces en video para escuchar las obras:

  Vals Mefisto: (Fue elegida esta versión porque las tomas están hechas desde arriba y se ve bien el movimiento de las manos)


Otras versiones que recomiendo son las interpretadas por Artur Rubinstein o Claudio Arrau.
Años de Peregrinaje: “Juegos de agua de la villa del Este”
Sinfonía Fausto:
Mov. I Fausto (1/4)
Mov. II Gretchen (1/3)
Mov. III Mefistófeles (1/3)


No hay comentarios:

Publicar un comentario

El septyimo cielo en los ojos n°60