domingo, 14 de junio de 2015

Un mural de Castagnino, olvidado en un cementerio de Avellaneda por Liliana Carus




PATRIMONIO CULTURAL: DESCUBREN LA OBRA EN AVELLANEDA

Lo pintó el artista hace casi 50 años, durante su paso por Avellaneda. Expertos de la Academia Nacional de Bellas Artes comprobaron que era auténtico. El municipio encargó su restauración.
Los colores están opacos y casi sucios. Pero las pinceladas son tan firmes que aún permiten ver con nitidez los rostros sencillos y tranquilos de cuatro mujeres y dos chicos a los que nada parece estorbar. Apenas un pequeño lago cristalino, dos ovejas recostadas sobre el césped y un cielo azul y claro le disputan protagonismo.

En una pared cóncava del Cementerio de Avellaneda, Juan Carlos Castagnino supo plasmar así la alegoría del "descanso eterno", que hoy libra una pelea contra la humedad, el descuido y el olvido.

A casi 50 años de su creación, el mural intenta volver del ostracismo después que una comisión de Cultura del municipio y los mismos cuidadores del cementerio ponderaron lo que hasta ahora muchos creían sólo una "fábula": Castagnino había pasado por Avellaneda y había dejado sus huellas en algunos de los pabellones.

Hace unas semanas, expertos de la Academia Nacional de Bellas Artes fueron al cementerio y después de varios análisis comprobaron que la obra era auténtica. Sin embargo, un segundo mural también encontrado en el lugar, con mucha similitud por tamaño, colores y temática, sería de la autoría de un pintor español y amigo de Castagnino, de apellido Colmeiro.

La obra del pintor marplatense se suma a los seis murales encontrados a partir de este año en el distrito y que ya están en proceso de restauración: cuatro obras de Antonio Berni en un ex cine hoy convertido en un Bingo; otro Castagnino, en una biblioteca popular de Piñeyro y un original de Quinquela Martín que también intenta resguardarse y que está en la sede del club Racing que sufre una amenaza de remate de sus bienes.

Ante los descubrimientos de las pinturas realizadas entre las décadas del 30 y 50, la comuna de Avellaneda inició un plan de "puesta en valor" para incluirlas en un circuito turístico-histórico-cultural. "La idea es que los turistas que lleguen a la Boca, por ejemplo, puedan tener otra alternativa, tan solo cruzando el Puente Pueyrredón y a 5 minutos de la Capital. Allí se incluirían edificios también en plan de recuperación con estilos bizantinos y neorrenacentistas, un paseo del tango y la posibilidad de ver estos murales casi únicos teniendo en cuenta que el muralismo no tuvo gran apoyo en nuestro país", aseguró el subsecretario de Cultura, Federico Guerrero.

El mural de Castagnino recientemente descubierto está casi semidestruido en una de las entradas a los pabellones para nichos más antiguos del cementerio de Avellaneda. A pesar de estar sobre la calle principal de acceso, "durante años nadie le prestó atención. Se fue deteriorando como todo el salón e igual lo dejaron", comentó uno de los cuidadores.

A pesar de lo lúgubre del lugar, en medio de techos destrozados, flores secas y nichos casi totalmente abandonados, la obra —a pesar de no tener firma, por lo menos legible— no pasa inadvertida: tiene unos 7 metros de alto por 4 de ancho y sus relieves superiores están casi intactos.

Sin embargo, la peor batalla la libra contra la humedad ya que detrás de esa pared están los baños. "La peor faltante está en el sector inferior donde fue intervenido de manera doméstica, mediante picado y aplicación de revoques que se superponían a áreas con posibles vestigios de pintura. Además hay material faltante disperso en toda la superficie especialmente en forma horizontal que coincide con la arista que forma con el muro, la cubierta de los sanitarios", explicó a Clarín Ariel Fridman, uno de los especialistas en restauración.

La estética del cuadro se confunde a su vez con las inscripciones hechas con materiales cortantes y marcadores que se suman a las manchas de hollín, polvo y moho. "Gastón, Lucy te quiero, aguante Boca", son parte de las inscripciones que manos anónimas dejaron sobre las figuras de las mujeres sencillas, de claridad gestual y que tanto seducen en las obras de Castagnino.

En su paso por Avellaneda, el pintor dejó otra de sus obras en una biblioteca popular, en el barrio de Piñeyro, donde incluso vivió cuando era perseguido por su militancia comunista, en los años 30. Allí pintó "Mujer trabajando", en agradecimiento al asilo que le habían dado un grupo de anarquistas.



¿Por encargo?

Sin embargo, del origen de la obra del cementerio poco se sabe. Hasta su familia la desconocía. "Para mí fue una sorpresa. Me enteré de su existencia cuando hace unas semanas me avisaron de la Municipalidad. Papá nunca comentó nada sobre esa obra pero no me pareció tampoco disparatado, concuerda mucho con su vida y su tránsito por Avellaneda. Supongo que habrá sido una obra por encargo, porque es muy simbólica del lugar y en realidad papá pintaba mucho más sobre la realidad social del país y sus ideas", dijo a Clarín Alvaro Castagnino, el hijo del pintor.

Más allá del deterioro de ambas obras, los expertos coinciden en que el mural de la biblioteca de Piñeyro, "Veladas de Estudio para después del trabajo", tiene un valor de unos 20.000 pesos mientras que la del Cementerio podría superar hasta 10 veces la cifra. Su arreglo podría demandar alrededor de cuatro meses y unos 7.500 dólares de costo.

En primera instancia, el municipio barajó la posibilidad de que la obra sea trasladada a un nuevo sitio con mayor resguardo ambiental. Sin embargo los técnicos si bien confirmaron que la tarea era posible, lo consideraron una nueva agresión y hasta una probable pérdida de su simbolismo. Y tal vez algo muy alejado de las ideas del mismo Castagnino, quien solía repetir: "El arte no debe ser ni mítico ni telúrico sino arte puro, comprendido por el pueblo y, sobre todo, no estar vedado para nadie".

http://edant.clarin.com/diario/


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