viernes, 16 de mayo de 2014

Cristina Pizarro (Argentina)




CONFERENCIA: “LA PAZ Y LOS PERSONAJES DE MIS LIBROS”. 
PROF.LIC.CRISTINA PIZARRO 


El propósito de esta conferencia está orientado a reconocer los elementos relacionados con la paz interior en mis libros Confesiones de Gertrudis Glauben (2006) y Diario de Rosalind Schiefestein (2009). Para ello, comenzaré por la alusión a los elementos de la naturaleza que se describen, a los objetos nombrados, a los sentimientos que surgen, y señalaré algunas cuestiones ligadas a la transformación que se convierten en ejes temáticos de mi escritura poética.

Confesiones de Gertrudis Glauben
Su nombre significa, ‘lanza fiel’, es decir aquella, que tiene la fuerza de una lanza, que es una fiel defensora y su apellido, ’creencia. Como una lanza esta mujer seguirá con fidelidad su creencia. En la primera parte, “Signos rotos”, se alude a los pájaros, a los vestidos, al dolor, la piedad , la compasión ante lo que ocurre en el mundo, el miedo a la falta de amor, el sufrimiento por la promesa espectral del no abandono y el dolor de la “Dama de Mimbre”. Sabemos que el mimbre posee un carácter sagrado de protección y acompaña los nacimientos milagrosos, por ejemplo, el de Moisés arrojado a las aguas; en la mitología, Diana fue hallada en una mata de mimbre. 
 El refugio en las palabras, la búsqueda de la sabiduría, la prudencia. 
 La violencia como signos rotos que deshacen el amor. La necesidad de alejarse del otro para no causarnos daño, en “Erizos”.

En la segunda parte, “El borde es un secreto”, hay referencia al silencio. El silencio se asocia a veces con la soledad, el miedo, el abandono, la tristeza, el dolor, la censura, la opresión, la muerte, pero también con la resurrección. Se alude al fin de los tiempos. Aparece la iracundia, los instintos, los brutales juegos, las bravías matanzas, los enemigos emboscados. Asimismo, los grandes enigmas: el nacimiento, la muerte, la vida y el amor. 
 El miedo a los monstruos, la cólera, la tempestad.

Gertrudis utiliza las palabras como si de verdad pudieran transmitir el latido y la zozobra del sentimiento humano, frente a la inhumanidad terrible. En Jacarandaes en celo, en el poema “Arco iris” hay un canto a la muerte en todas sus dimensiones, que el dios del fuego salvará. La constante búsqueda del amor en el espacio desolado, la tierra quemada.                                                                                   
 El puerto de alelíes, los dioses en el bosque de abedules, la plegaria en el pueblo florecido, la cópula de los pájaros, la palabra verdadera van construyendo el camino de salvación hacia la paz interior. La figura del fresno invencible disipará el temor de Gertrudis.El pozo de agua es el espejo que le permite verse a sí misma. Gertrudis se deleita con las flores de ciruelo, observa los nudos en los tallos de bambú. Mira cada detalle para encontrar el secreto, la revelación.

En la tercera parte, “Existencia”

Gertrudis descubre elementos de la vida cotidiana que se tornan siniestros. 
Sin embargo, siempre hay una luz esperanzada en el final de los poemas,”plenos de estrellas”.
El desasosiego, las arterias bullentes se contraponen frente al silencio, la cadencia del lenguaje, la calma que hace fecundar los signos de la escritura. 
 La vacilación del ser, el tiempo, el mañana, la existencia se reparan con la impronta de la Palabra y la supremacía del Amor
 Gertrudis se convierte en la Esfinge que busca la serenidad en la incertidumbre, vence sagaz sin sumirse en el abismo. Gertrudis se identifica con América, dice en “Dos mundos” (73-74)

“Quién soy

              Ante este aullido

de un imperio desolado

en ruinas

cubierto  por el polvo

una paloma

                    

                   humillada entre la ceniza

un rumor  una luz

                             adentro de un a urna funeraria

una nube pavorosa

                              entre los picos de la montaña

un cuerpo seco

                            en la tempestad

una máscara

                       caída

                                  en la tierra silenciosa 

Gertrudis es la niña de agua que encuentra grabado en el leño, el nombre de Dios. Se solaza con la Naturaleza: las hojas de bambú, las flores del duraznero, los peces, las perlas, las nubes, los caracoles. Espera la caricia hasta que la muerte la separe del ser amado.   
 Teme a la muerte pero sabe que la materia se transmuta y renace la vida.                                      
Se encuentra con una Gertrudis sabia en el reino de la Paz.
Gertrudis va encontrando su camino en el viaje de la vida guiada por Dios, como la Santa Gertrudis de espíritu benedictino que leía los versos de Virgilio.
Gertrudis recuerda su historia, otros tiempos, sabe qué significa el futuro y se entrega a la Palabra y se cobija en la unión con el otro por el Amor.
Gertrudis recuerda lo que nunca pudo ser olvidado, todo aquello que quedó anidado en su inconsciente. Hay repeticiones de contenidos latentes. El tema de la repetición podría relacionarse con la reminiscencia de Platón, para quien “Conocer es recordar”. Recordar supone el retorno del eidos, la idea. Para Nietzsche significa el eterno retorno, lo cual implica que se afirma el ser como devenir. “Todo va, todo retorna, la rueda de la existencia gira eternamente. Todo muere, todo florece de nuevo... Todo se quiebra, todo se reúne de nuevo; eternamente se edifica el mismo edificio de existencias", nos dice en "Así habla Zaratustra".

Diario de Rosalind Schieferstein 
Su nombre significa, ‘el escudo de la fama’, ‘ la protección del honor’, y su apellido, ‘pizarra’, una roca ígnea, afín al apellido de la autora que indaga en sus antepasados.

En el Prefacio escribí: 
“Los ancestros de la protagonista (la autora) de este Diario, Rosalind Schieferstein provenían de un castillo situado en una antigua ciudad medieval. Solían frecuentar un monasterio donde se oían los cantos gregorianos. De ellos heredó la devoción, tanto por las voces, la música, los paisajes, cuando por el silencio y la actitud contemplativa” (17) Ese pueblo medieval podría ser Motta Baluffi. 
Indagando en el lugar natal de mi abuelo materno, Giulio Soldi (1864- 1953), descubrí que había nacido en Motta Baluffi, pueblo fluvial del siglo XII, perteneciente a Cremona, Lombardía. Esta comuna, conserva todavía el vestigio de las tradiciones rurales y de los valores de la campaña en un contexto natural dominado por el río Po. Motta Baluffi surge a lo largo del antiguo camino de las escolleras que, bordeando el río Po, conduce de Cremona a Casalmaggiore. Según algunos historiadores, a lo largo de este trayecto habrían surgido algunos asentamientos etruscos localizados en lo que va del tramo que unía la antigua Brescello (Brixellum) con Cremona. Rodeado de ciénagas y bañados, durante mucho tiempo el pueblo no estuvo directamente involucrado en episodios históricos significativos. La obra de salubridad fue llevada a cabo por los benedictinos, que procedieron a una fertilización sistemática, desmontando bosques y desecando el terreno. Desde entonces, Motta se constituyó para los viajeros en lugar de abrigo y de reparo. La tradición monástica, la hospitalidad de estos pueblos, el contacto con las aguas del río, son los elementos que todavía hoy identifican a esta comarca.

Primera parte, “Muro y Laberinto”

Rosalind ama la naturaleza, expresa sus pasiones y su sensorialidad con vehemencia, busca la ascensión aunque su paso sea vacilante.Es vulnerable a los arrebatos pero con su vuelo se encarna en pájaro porque ansía la libertad.                                                          
 Rosalind se asombra ante la trampa del tiempo, el infinito, la enfermedad.                           
Pero la espera la inmortalidad más allá de la calamidad, por la Palabra y la caricia. Busca la salvación en el encuentro con la dicha, que está arriba, al final del laberinto.

Segunda parte, “Entre mi cuerpo y yo”
 Rosalind ama los paisajes exóticos de otras tierras, quiere indagar en los secretos de las piedras y en los símbolos de otras religiones ( Islam, Hinduismo) -ya presente en el libro Lirios prohibidos. Es una mujer creyente, también le canta a la ley, que podría ser la ley de los Mandamientos de Dios.
Alude a distintos dioses, de la Noche, del Maíz, Sol. 
 ( en los libros anteriores también aparecen)   
 Rosalind busca el amor en el último cielo, como Beatriz y Dante en el Paraíso de La Divina Comedia. Se vuelve profana cuando quiere beber vino en la taberna, como si fuera el vino de la comunión, siguiendo las Rubaiyat de Omar Khayyam. Adora los árboles, las flores. Hay una creencia vegetal (como en Jacarandaes en celo)

Tercer parte, “Osiris y Rosalind”

El título de esta tercera parte se inspira en el mito egipcio de Osiris, dios egipcio de la resurrección, símbolo de la fertilidad. Muere como hombre pero resucita como inmortal. Mediante una trampa artera, Seth, quien siente odio y envidia por las riquezas e su hermano, lo asesina. 
En cierta ocasión, Seth hizo una gran fiesta y lanzó un desafío a sus invitados: aquel que se animase a entrar en el cofre ornado con piedras preciosas, sería el destinario de ese magnífico regalo como prueba de fidelidad y respeto. 
Muchos lo intentaron pero sin tener éxito, ya sea porque el cofre era más pequeño o más grande que el tamaño de su cuerpo. En cambio, Osiris encajó perfectamente. Indudablemente Seth, sabía muy bien el tamaño de su hermano Osiris. Así fue como Seth con sus ayudantes y cómplices cerraron la caja herméticamente y lo arrojaron al Nilo. 
Isis, con amor y confianza, empezó su travesía para recuperar el cuerpo de su esposo. Al fin, lo encontró con los restos de Osiris. Pero Seth, robó el cadáver, lo cortó en catorce pedazos y los esparció por todo el reino. Isis recuperó todos sus miembros, excepto el miembro viril, que había sido comido por un pez. Con la ayuda de Anubis, Isis lo embalsamó y con su poderosa magia logró darle nueva vida al cadáver momificado de Osiris.
Después de esto, engendró y nació Horus. 
Se reitera el tema del dolor y el sufrimiento ante la enfermedad en el “vivir más allá del aquelarre”.
El caos, (también en “Quintaesencia” de Jacarandaes ) lo extraño, la desesperanza, “un volcán abrasa las sedas de la esperanza”. Hasta llegar a la iluminación (hay un poema en Lirios prohibidos, sobre la Madre Teresa de Calcuta con dicho título) y la templanza, una de las virtudes cristianas cardinales. 
Siguiendo a Elémire Zolla, La amante invisible, (1994) con respecto del caos, podemos considerar que hay que ir rastreando en el sueño. 
La posibilidad de recordar el sueño, reescribirlo y bucear sobre su simbología, induce a un despertar, a alcanzar un estado de vigilia. La realidad es el despertar.
No sabemos quién confecciona nuestros sueños. Para algunos podrían representar los grandes mitos. Habría un tejido mítico en la vida onírica.
El tejido mítico debe ser asimilado no sólo por la conciencia, sino también por el inconsciente y el superyó. No está clara la relación entre superyó e inconsciente.   
 El inconsciente es caótico, muestra el máximo de la insignificancia y de la relatividad, mientras el superyó corresponde al sentido intuitivo de la Unidad, es la quietud absoluta, la identificación total del sujeto y del objeto
Son opuestos: el desorden máximo y el orden absoluto, la inquietud y la quietud, la confusión y la experiencia metafísica.
Lo visionario que aparece en la revelación de la escritura podría transmitir el tejido mitológico metafísico a las tinieblas del inconsciente y a la luz cegadora del superyó. Son estos polos del ser los que se niegan a conocer las contraposiciones; en un nivel máximo/mínimo los opuestos se fusionan, permanece únicamente la percepción asintónica de campos de fuerza en un tiempo-espacio simétrico y los objetos sustanciales cambiantes en el tiempo se desvanecen. ¿Cómo puede transferirse el tejido mitológico a estos polos constitutivos del ser? 
Cuando fuimos arrojados a un mundo escindido entre noche y día, entre sueño y vigilia, entre sujeto y objeto, la caída nos produjo un grito de terror.
Fue cercenado el cordón que enlazaba a la unidad /caos, a las tinieblas deslumbrantes/ al esplendor fulgurante. Pero en el centro del ser, ya dividido y sollozante, permanece el recuerdo de estructuras rítmicas asintóticamente convergentes hacia el silencio y la unidad. A esta reminiscencia apelamos como a la fuente de toda verdad. El ímpetu de certeza que sella una argumentación, decide una alternativa, resuelve un problema, es un recuerdo prenatal de la unidad.
Siguiendo a George Steiner, Lenguaje y silencio, podemos decir que, a veces, hay un espacio vacío en la palabra no dicha, no pronunciada, como si la acción se detuviera para siempre. Pero esa palabra atrapada, esa palabra aparentemente disminuida, logra ser articulada por Rosalind, desde la indagación etimológica y simbólica, desde la investigación semántica. A partir de esos procedimientos, la palabra de Rosalind alcanza, por momentos, una ilusión rodeada de misticismo. Este proceso de metamorfosis, ya manifiesta en libros anteriores, por ejemplo, en el poema “Metamorfosis” de Lirios prohibidos”, es uno de los ejes temáticos, en muchos casos, asociados a la alquimia, como el poema del mismo nombre que está al final de Jacarandaes y también en “Huellas” del mismo libro.
La liberación de la voz humana suscita el eco del silencio, a veces como escándalo, o como sacramento o como blasfemia. También sucede con las figuras mitológicas, como el centauro, ( en Lirios prohibidos) o la esfinge (en Confesiones de Gertrudis Glauben) que han sido tejidos con la misma fibra del hombre, cuya forma instintiva es cercana a la nuestra, aunque su aspecto físico sea diferente al nuestro.

El fuego tiene el poder de iluminar o consumir, pero al mismo tiempo es un elemento transformador. El habla se convertiría en el centro principal de la insumisa y rebelde relación del hombre con los dioses.   Rosalind como zoon phonauta, es decir, hombre animal hablante, inventa otros dioses, Rosalind quiere vencer el olvido. Rosalind ama a los dioses. 
Se convierte en Isis para salvar al Osiris descuartizado por odios y rencores fraternales. El mal se transformará por la templanza, asociada con el violeta de la amatista, piedra que aparece en muchos de los poemas.
Rosalind necesita enfrentar el mal para lograr la armonía. 
Rosalind se identifica y se refleja en Isis.
Quiere conquistar el por-venir. Ese futuro ya aludido en La voz viene de lejos. 
Rosalind es la serpiente emplumada (71-72)

“ Yo busco la vida en el ascenso al laberinto
quiero renovar el deseo a la esperanza 
para transmutar esa muerte en vida
 esa muerte siniestra nacida del odio
la muerte que sale de la vida 
y la vida que sale de la muerte. 


Hay un círculo perpetuo   
que rueda en la creación de un tiempo sublime 

Y ahora, tú eres la serpiente emplumada,
 tú, Rosalind 
que naces en la nube de la lluvia  
como pájaro-serpiente iluminas el maíz.

Y con tu sangre que nutre mi deseo  
esa muerte del deseo se convertirá 
en lluvia de flores-la flor de oro
 por la misión del amor.

Oh, dios de la fuerza  
en el Arco iris veremos tu resurrección total  
 en la tierra donde reptas  
y en el cielo donde vuelas.

Rosalind logra vencer al Leviatán, esa bestia marina asociada a Satanás, en su deseo de amar. 
En la danza sagrada hay una alabanza a Dios, así como en la “Consagración de la Primavera”, Rosalind ofrenda dones a la tierra. El tema de la ofrenda se reitera en otros poemas, “Ofrenda” de Poemas de agua y fuego.
Rosalind consigue hechizar el mal, como el buitre ‘transforma la podredumbre en oro filosofal’ (87).
El deseo, el secreto. Rosalind remite a los secretos de los enamorados de las cortes de amor, que tenían sus reglamentos para alabar los encantos de la vida amorosa de los amantes. El remitente del poema “Carta a Gertrudis Glauben”, es un trovador provenzal. El último poema del libro es “Rotación interior”. Rosalind se inspira en el mantra hindú “la joya en el loto” y en el molinillo de oración tibetano, para comprender los giros del alma en la búsqueda de la paz interior. 
La paz como constante búsqueda se asocia al amor como entrega al otro, como el camino hacia la ascensión a través del conocimiento, la indagación de nuestra interioridad consciente e inconsciente. En ese sentido, la escritura es revelación de lo que está en nuestras almas y en nuestros deseos.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El septyimo cielo en los ojos n°60