viernes, 30 de mayo de 2014

¿Cómo lograr el encuentro entre el alumno, el conocimiento y el docente? Por NORA PATRICIA NARDO



Estos artículos han sido publicados por la Revista Generación Abierta que dirige el poeta Luis Raúl Calvo la mayoría de ellos en la Sección Educación




¿Cómo lograr el encuentro entre el alumno, el conocimiento y el docente?
Por Nora Patricia Nardo 


Muchas veces los profesores se quejan de sus alumnos porque no prestan atención. Nos comentan: “los chicos parecen estar ausentes, nada les interesa, es difícil dar clases en un clima de
indeferencia”. “Los jóvenes no participan, no preguntan, no agregan información, su actitud es de apatía”.Cuando el docente se detiene para acotar a sus alumnos que no lo están escuchando, sus interlocutores le informan lo contrario, y esta incomunicación que se establece entre ambos parece ser un relato del cual ya uno no cree al otro.

El aprendizaje se da por lo menos entre dos sujetos uno que enseña y otro que aprende, ambos además están insertos en una institución, dentro de un marco sociocultural, con diferentes historias
de vida reunidos para compartir el conocimiento.
Este espacio afectivo tan necesario entre ambos se ve amenazado por el descreimiento, la duda y la palabra parece caer. Los docentes se preguntan acerca del sentido de sus prácticas,
pierden el deseo de enseñar y en consecuencia no aparece el deseo de aprender.

¿Cómo lograr el encuentro entre el alumno, el conocimiento y el
docente?

Este deseo de saber surge cuando uno siente la necesidad de aprender aquello que le es desconocido y que este aprendizaje es posible.Nos preguntamos entonces: ¿Cómo capturar la atención, para que
se de un diálogo y se produzca un movimiento?

Cuando se estable alguna entrevista con los adultos responsables de los adolescentes acerca de ¿cómo circula la comunicación familiar? uno suele escuchar decir: “mi marido siempre está en otra
cosa, le hablo y no me contesta, está enfrascado en sus ideas y no hay espacio para la palabra, mi hijo está en la computadora día y noche o con el celular, yo hago lo que puedo, a veces no tengo
ganas de llegar a mi casa después de mi trabajo ya que me resulta imposible tratar de poner las cosas en su lugar”

“A veces me entero por el chat o por el Facebook que hacen cada uno de los integrantes de mi familia, veo fotos, con quienes se comunican, quienes son sus amistades….”

Inmersos en el mundo de la comunicación, con las más alta tecnología, en algunas familias el diálogo se establece en soledad a través de la red, sin mediar un gesto, una palabra, una mirada.
A través de la computadora o del celular suelen capturar por un instante lo que le sucede al otro, a veces con palabras pero la mayoría necesitan registrarlo en imágenes, lo privado se convierte
en público y todos indiscriminadamente participan de algún acontecimiento, duda, inquietud, frase…

Otras veces no existe ni esta ocasión y los jóvenes viven sumergidos en la soledad absoluta sin ningún vínculo que se de entre generaciones.

Muchos de los chicos que están sentados en una clase se hallan  huérfanos de la figura de un adulto.
Tanto padres como hijos se encuentran en contextos de vulnerabilidad absoluta, paralizados, esperando que la escuela mágicamente atienda todas sus necesidades y los ayude a salir de su triste realidad, cuando esto no sucede, la autoridad del docente, su saber y su rol corren peligro.

Vivimos entre el autoritarismo y la anomia. El docente ya no es creíble, como tampoco lo son los representantes de las instituciones públicas, y nuestros representantes políticos.
Como consecuencia aparece la desvalorización del prestigio social y la falta de reconocimiento a la autoridad docente.

Si nos referimos a nuestro país, nuestra docencia nace como un mandato del Estado que funcionaba de respaldo, era el portavoz de los valores sociales, ya hoy estas ideas están perimidas.

En este nuevo escenario el profesor se encuentra por momentos con distintos y contrariados sentimientos, a veces de impotencia, malestar y bronca, otras veces de rebeldía.

Siente que desperdicia su tiempo y que todos sus estudios capacitación, les son indiferentes a la mayoría de sus alumnos y sus familias.

Se pregunta ¿qué debe hacer? Si debe continuar con uno o dos chicos que prestan atención, si debe detenerse, si debe ignorar su percepción.

Experimenta una sensación de estar en tinieblas, no saber por dónde establecer ese encuentro, motivo verdadero de su existencia en ese lugar.

Por otra parte los alumnos perciben ese descontento, ese mal humor, esa tristeza y esta desvalorización social y familiar.Entonces surgen nuevos interrogantes para la institución-escuela:
¿Cómo recuperar el valor de la palabra docente?
Es necesario renunciar a la omnipotencia y saber que la escuela sola no puede, el conjunto de la sociedad, los medios de comunicación y los políticos deben otorgarle otra categoría, otra
prioridad.

También los adultos responsables de nuestros adolescentes deben comprometerse en este sentido, la escuela puede hacer participar a las familias a fin de poder reflexionar en conjunto acerca de la
importancia de abrir espacios de diálogo y de encuentro donde la palabra y el conocimiento circulen. 


Los docentes se angustian con razón cuando el conjunto de la sociedad les deposita todo tipo de responsabilidades de la que no se hace cargo el Estado Nación, además de enseñar conocimientos, valores, deben denunciar abusos, alumnos en riesgo escolar, en riesgo social, deben remediar las
dificultades personales y familiares. 


Existen pluricausalidades para que hoy coexista esta crisis que trasciende las fronteras del país, para que los alumnos pierdan sus motivaciones y no les interese concurrir a la escuela: una de ellas
es que un título no es el pasaporte para un buen futuro profesional o la garantía de un buen pasar como lo era en el siglo pasado.
Esto hace pensar sobre el sentido de la escuela, sobre sus fines. 


¿Lo que hay que cuestionarse es acerca de esta pereza, de esta apatía que sienten hoy la mayoría de nuestros adolescentes?Si sólo obedece a las causas que hemos mencionado o también
tendrá que ver el miedo al fracaso, a la pérdida de autoestima por no alcanzar los objetivos propuestos, al aburrimiento, a la falta del ejercicio del esfuerzo, de la responsabilidad, a la poca tolerancia a
la frustración.




A veces estos sentimientos son compensados a través de la evasión, la agresión, las adicciones. Y así nos encontramos con falsas justificaciones, familias que cubren a sus hijos y los tratan
como víctimas, lo que no ayuda al desarrollo del adolescente.
A veces los padres son más violentos y menos responsables que nuestros alumnos y no se cuenta con ningún referente para dialogar.

Los adultos, al no establecer normas de conducta claras para sus hijos y sobretodo, al no hacerlas cumplir, favorecen la existencia de chicos transgresores, que creen que les corresponden todos los
derechos y ninguna obligación.

El docente debe volver a pensar que su trabajo es valioso, de esta manera recuperará su autoridad y su autoestima, pero esto es una responsabilidad que deviene en primer lugar del poder político.
Mientras tanto será necesario reestablecer una sincera empatía entre los alumnos y los docentes, implementar la capacidad para la autocrítica y la esperanza en un cambio, haciéndose ambos
participes y responsables.

Los profesores deberían estar más atentos a sus juicios de valor,a sus prejuicios, a fin de permitirse ver y verse, sabiendo qué transmite, de qué manera y cómo, teniendo en cuenta que la
imagen que uno puede tener de un alumno- y que se da a conocer de alguna manera- determina los resultados y se reflejan en sus producciones.

Analizar la realidad, establecer una verdadera comunicación,debatir acerca de aquello que atormenta y dificulta, puede provocar algún cambio evitando enfrentamientos y quizás en pequeños momentos lograr recobrar la alegría de enseñar y aprender.

Es fundamentar trabajar en un espacio de confianza a fin de restaurar la autoridad necesaria para el encuentro.
Aspiramos a la construcción de una escuela plural, participativa,con contenidos significativos, con reglamentos de convivencia hechos colectivamente entre todos los integrantes de la comunidad
educativa, que posibiliten el clima propicio de respeto y bienestar para que de lugar al aprendizaje, y sentido de pertenencia institucional, con roles y responsabilidades definidas contando con
tejidos de sostén.



Resaltamos la necesidad de entender que tanto el docente como los alumnos son sujetos de derechos y responsabilidades,pero que en esta relación existe una asimetría y en la misma es necesario legitimar el lugar del educador desde su rol profesional.
Esta asimetría tanto epistémica como deontológica cimienta las bases de un compromiso mutuo entre ambos protagonistas, que buscan distintas maneras de encontrarse para interactuar,conocerse y construir un conocimiento que afecte las subjetividades de ambos.

Entendemos que existe un saber experto en el docente profesional,pero el mismo será validado en la medida que tanto los políticos como la sociedad toda, realice un profundo análisis acerca de
entender que debido a su formación, el docente tiene la posibilidad de crear alternativas válidas para el aprendizaje, pero para poder desplegarlas es fundamental volver a legitimar la autoridad docente
y de la institución escuela y recuperar su verdadera función.
El Trabajo en Equipo ¿una utopía en estos tiempos?

Sumergidos en esta sociedad consumista y competitiva resulta a veces complicado y perimido en este siglo XXI detenerse a pensar y a debatir acerca de la importancia de la solidaridad social, la
honestidad, la participación, la responsabilidad, el respeto mutuo, la cooperación y fundar junto a otros comportamientos constructivos.
El desafío para quienes creemos en la importancia del trabajo en equipo es pensar cómo lograrlo en estos contextos de fluidez y no caer en el intento.

Como trabajadores de la educación podemos afirmar que las instituciones como la familia y la escuela aún continúan siendo lugares de formación, quizás en inferioridad de condiciones con
respecto a la mass media, pero aunque sea de este modo, se sigue reflexionando acerca de cómo resignificar la tarea educativa y de que manera se pueden afectar estas nuevas subjetividades.
En la interacción social, uno no sólo aprende contenidos conceptuales sino también valores sociales.

Un equipo de trabajo favorece el desarrollo de un sistema de valores, porque uno aprende a compartir y a reconocer la sensación del logro como un esfuerzo de conjunto y a relacionar las propias habilidades y capacidades con los intereses del equipo.
Claro que es difícil, en estos contextos cuando la diferencia ha sido  suspendida, anulada, vaciada y cada ser humano pasa a ser el único punto de referencia en el universo, poder enseñar que el
trabajo en equipo no es una mera suma de actividades individuales y que en el resultado se produce un efecto distinto a la simple adición de tareas.


A veces nos podemos preguntar si enseñar a trabajar en equipo es válido y tiene sentido en una sociedad de mercado en los cuáles los niños aprenden desde muy temprana edad que para los adultos
lo importante es consumir hoy más que ayer y menos que mañana.
 El hombre, es ese ser solitario, comprador, preocupado en sí mismo, que sólo reconoce como comunidad de pertenencia a esa muchedumbre de consumidores y con quien sólo comparte
esos gustos. 


Lo interesante de trabajar de esta manera es que el conocimiento del otro se puede contrastar con el propio sin desacreditarlo,asumiendo una actitud respetuosa frente a las opiniones de los
demás.

En general un equipo de trabajo –deportivo, artístico, empresarial,cultural, etc- llega al resultado anhelado, si cada uno de los integrantes logra el suyo, el entendimiento y la apreciación de los
obstáculos que se pueden plantear en el quehacer llevan a buscar alternativas de superación y requieren de la construcción de conductas reflexivas y creativas.

Si enseñamos desde las aulas a trabajar de este modo, habilitamos la construcción de un espacio de meditación, participación y cooperación que favorece el aprendizaje y previene a través del
diálogo y la contención, situaciones que entorpecen la convivencia institucional.

A veces dejamos de lado estas tareas porque no estamos convencidos que son necesarias para construir nuevos modelos de relaciones con los otros, modelos que permitan una sociedad más
plena, más cooperativa y menos individualista.

En muchos de los establecimientos educativos, con estilos de conducciones democráticas hemos observado como los docentes no sólo se comprometen y valoran la tarea en equipo sino que
creen en ella, y enseñan a sus alumnos a conocerla a través de tareas grupales y proyectos áulicos.

Sabemos de la importancia de la confianza y del compromiso que se debe dar entre los integrantes de un equipo, pero hoy más que nunca los vínculos durables despiertan sospechas de una
dependencia a la cual nadie, pareciera en estos tiempos querer atarse. El universo actual conjura contra la confianza, contra los modelos de continuidad y coherencia a largo plazo.

Las palabras compromiso y confianza se vuelven difusas, parece ser que cada uno de nosotros comienza siempre desde el principio, todo lo anterior, toda la historia queda inhabilitada y lo superfluo
gana espacio, con un pasado que ya fue y un porvenir de incertidumbre y apresuramiento.

En las escuelas se visualiza que entre los alumnos y los docentes, nunca se adquiere la confianza suficiente para disipar las dudas y dar credibilidad.

Resulta difícil dar albergue, estar a disposición de, pero no es imposible, quizás lleva mucho más esfuerzo y tiempo para que los adultos puedan lograrlo, no se da de una, como en la modernidad,
demora y todos estamos inmersos en esta celeridad que parece incurable.


Si bien mencionamos ya varias veces las palabras solidaridad,comprensión, ayuda mutua, intercambio, participación nos parece necesario hacerlo ya que son nociones foráneas e impopulares con
respecto a las tendencias económicas actuales, un mercado que niega al esfuerzo y la constancia para lograr objetivos. Proliferan productos hecho a la medida, elaborados para ser devorados
inmediatamente, rápidas respuestas, relaciones sentimentales

¿Cómo podemos enseñar a reflexionar acerca de lo que sucede para retomar unos de los objetivos primordiales de la educación que es la formación de seres humanos autónomos?
Traspasar el umbral, abrir nuevos intersticios es una forma de enseñar que es posible un destino más solidario, comprometido y perdurable.

No podemos desconocer que muchos de nuestros alumnos cuando le decimos preparen un trabajo en equipo, sólo cuenten la cantidad de hojas a leer y a repartir para que cada uno tenga lo mismo y se
encuentren el día de la entrega, alguien la pasa en una computadora y el trabajo está listo. Firman tres o cuatro como si fuera la elaboración de un trabajo reflexionado, discutido, un esfuerzo compartido y además cuando citan la biografía ponen como fuente Internet, desconociendo el autor, su concepción

teórica en que basa sus ideas entre otras cosas.

Cada equipo de trabajo no sólo debe saber que hacer en el momento preciso, sino que además debe tener una comprensión global de la meta que se quiere alcanzar.

Quizás sea más fácil de visualizar un objetivo en un equipo de juego deportivo, en una competencia entre escuelas, y a veces resulta más difícil advertirlo cuando el propósito está claramente
ligado a la realización de una tarea, por ejemplo una monografía, allí los alumnos deben investigar un tema, discutir acerca de lo importante y lo accesorio, buscar bibliografía, organizar el material,

escribirla, exponerla y defenderla entre otras cosas, en una fecha precisa.
 Para poder avanzar se deben tener claras las funciones y las responsabilidades de cada uno de los miembros. Estar al tanto de lo que uno puede hacer a fin de evitar la sobre o subestimación
de las propias capacidades, también distinguir los conocimientos y habilidades de sus compañeros de grupo para saber que esperar de ellos y como completar su tarea.

Explorar, inventar, imaginar son variables a tener en cuenta en un ambiente de respeto por el otro, donde se privilegia la propuesta en lugar de descalificarla.

Todos sabemos que quien convive en un buen clima de trabajo, logra más placer en lo que hace, mayor compromiso y energía grupal, mayor satisfacción y colectivamente los miembros se sienten más productivos y encuentran que las actividades del equipo renuevan sus intereses y entusiasmo.

Los poetas suelen darnos cierta luminosidad a nuestras conceptualizaciones, como es el caso de Kahlil Gibran, cuandodice:

Si tienes bien abiertos tus ojos,

te verás reflejado en cada rostro.

Si tienes bien abiertos tus oídos,

oirás como tu voz resuena en eco

en todas las voces.

Referencia bibliográfica :

Zygmunt Bauman, “Amor líquido”. Fondo de Cultura Económica.

Buenos Aires.2005

Calvo Luis , Nardo Nora , “El aula: un espacio de convivencia”

Ediciones La Llave. Buenos Aires, 1998.

Fainstein, Héctor: “La gestión de equipos eficaces” Ediciones

Macchi. Buenos Aires, 1997.


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