lunes, 2 de marzo de 2015

Mares de Letras Héctor D'Alessandro


 Con mi amigo Angel Rafael Martinez Alarcon, el gran promotor de mi PERFORMANCE LITERATURA LIQUIDA, que consistió en escribir esa novela en publico

“Los ojos de mi madre” es una novela de aprendizaje en la cual un niño

abandona definitivamente el mundo seguro que veía con los ojos de su madre y pasa a verlo con sus propios ojos”.

La historia que cuenta es la de ese niño, muy fantasioso, que siempre está rodeado de amigos imaginarios.

Hasta que un cierto día… aparece un amigo nuevo bastante extraño.

La peculiaridad de este nuevo amigo consiste en que la madre del niño también lo ve, o así le parece al niño durante un tiempo.

Luego se dará cuenta de que ese supuesto ser de la imaginación no es tal, sino que es la mismísima Muerte.

Y ha venido a llevarse a alguien…

Este libro fue escrito por su autor en una suerte de "big brother". Ante cámaras y transmitiendo online todo el tiempo el proceso de escritura del mismo, en la ciudad de Xalapa y en las instalaciones de la librería Rayuela.

http://losojosdemimadre.com/




Los ojos de mi madre

Héctor D’Alessandro

ISBN 13: 978 – 1497578401

ISBN 10: 149757840X

Diseño de portada y de la página web Carmina Bautista

La performance titulada “Literatura líquida” y esta obra escrita en treinta días ante cámaras en las instalaciones de la librería Rayuela de la ciudad de Xalapa contaron en todo momento con el apoyo del H. Ayuntamiento de la ciudad.

Para Jaime Simón Pitarch

Literatura liquida. Prólogo a una performance.

“¿Quiero recuperar exactamente ese instante en el que soy eso que pienso y nadamás que eso?”

Llegué a Xalapa el 12 de marzo, en 2014; no podía imaginar que en el lapso de nueve días comenzaría a realizar un proyecto que tenía más de seis años en espera; no encontraba el contexto adecuado. Ese contexto se materializó en esta ciudad cultural que
es Xalapa. En pocos minutos tenía tres síes de tres empresarios que estaban dispuestos a ceder el uso de su local para realizar la performance que titulé como mi viejo blog:

“Literatura líquida”. Un homenaje al admirado y querido Zigmunt Bauman. Esta performance consistió en que durante treinta días entre el 21 de marzo y el 19 de abril de 2014, escribí esta novela que el lector se apresta a comenzar a leer. La escribí ante dos

cámaras, un que transmitía online en un canal de Justin Tv y la otra grababa mi actividad y servía también para registrar las diversas visitas que llegaban a saludarme y sobre todo a hacerme preguntas sobre mi actividad.

El “Diario de Xalapa” lanzó al conocimiento de la ciudad la noticia dando prioridad a que yo soy entrenador de programación neurolingüística; de este modo, el evento entró, y algo tiene de eso, en la categoría de los retos. A ver si alcanzo tal meta, tal nivel, etc. Lo que no dijo ese diario ni otros es que entre las posibilidades se contaba la de que pudiera abandonar la escritura por el motivo que fuera; y uno muy importante, cuando llevaba dieciséis días escribiendo, fue el cansancio. La cualidad que tienen los desafíos es que “enganchan” al desafiante; lo atan a sus propias palabras y si no razona de modo adecuado puede encontrarse literalmente atrapado en una realidad no deseada.

Todo en esta performance surgió espontáneamente. Desde el argumento hasta el modo de escribirla. El argumento lo había soñado en el avión de la compañía Lufthansa en el que volé hacia México, y lo anote en mis cuadernos. Pero la decisión de escribir esa trama sucedió el mismo 21 de marzo a las diez de la mañana cuando me senté ante la mesa que me pusieron al efecto de escribir en la librería Rayuela y cerrando los ojos y respirando consciente y conectado, tal y como me enseñaron hace quince años en mi formación como “rebirther”, dejé que afluyera al gran pizarrón vacío de mi conciencia, un argumento, una imagen, una primera frase con la que comenzar, e inmediatamente me vino el recuerdo de aquel niño que soñé a gran altura y sobre el cual quería escribir. Aclaro que la vida de ese niño personaje nada tiene que ver con mi propia vida personal más allá de que yo lo gesté en mi interior en un caldo onírico a miles de pies de altura en un vuelo interoceánico, pero su deriva personal me arrastró a todos los extremos de mis propias emociones y viví con él esos treinta días, me convertí en él durante esos treinta días y le presté incluso una tía abuela, monja, de nombre Teresa, datos que sí son reales en mi propia vida. Sólo que sor Teresa murió en el retiro de las teresianas de Montevideo en el pueblo de Progreso, si mi memoria acierta.Volví a vivir otra vez toda la trama de este personaje niño en estos días de mayo en que terminé al fin de corregir la novela y, nobleza obliga, me veo compelido a dar algún indicio para el lector curioso sobre qué recurso utilicé para mantener el ritmo y la intensidad. Daré una explicación aquí que no debe en ningún caso sustituir a la práctica y al aprendizaje: leyendo ciertas novelas de Carpentier, novelista y musicólogo, detecté que seguía el gran escritor cubano un ritmo con base matemática y que estaba vinculado ese ritmo a la recurrencia de determinados modelos de frase. Lo sinteticé en un modelo lógico que me permitía saber en todo momento qué elemento de la ecuación me faltaba para simplemente aportarlo. Esa aportación surge inevitablemente de la visión interior de un escenario y unos paisajes y unos rostros que de modo constante durante esos días se mantienen en tu imaginación como si fueran los de tus seres queridos.
Hasta aquí, sobre el método escogido en esta ocasión; en otras obras me invento otros, y me divierto muchísimo haciéndolo, dado que esa es una de mis profesiones:entrenador en escritura creativa. Invento modos de trabajar a placer con el propio sistema nervioso. Gracias a esta habilidad pasé unos treinta días hermosos y pude siempre, a pesar del cansancio, guiarme a mí mismo y sacarme, como el barón de Munchausen, de los distintos atolladeros.
Gané muchas cosas al escribir este libro, siempre los escritores y las escritoras ganan mucho al escribir sus libros, sobre todo dan un gran salto adelante en evolución personal. Se han propuesto un reto y han inventado las herramientas para vencer a ese reto; pero además se conocen mejor a sí mismos y dejan atrás, como en una gran limpieza emocional y espiritual, un montón de contenidos conscientes e inconscientes que les permiten continuar el viaje vital con mayor ligereza. En este caso, además, yo tenía un gran reto, y este era entrar en una nueva ciudad y hacerlo a través del elemento que más me gusta y atrae, la gente, las personas. Gracias a este modelo de escritura de la modernidad líquida; escribir pero no en una torre de marfil sino en un espacio abierto y transparente con las interrupciones propias que trae la vida a tu orilla.
Gracias a este modelo de performance conocí a personas maravillosas, que merecen especial mención y reconocimiento, como Ángel Rafael Martínez Alarcón,quien jugó un papel detonante y fundamental en la promoción de este evento y me acogió como buen amigo y me ha estado apoyando en todo momento y con todas sus posibilidades.
Conocí a la Licenciada Noemí Santa Brito Gómez, una mujer que se dedica a la política y a ejercer su cargo al frente del Departamento de Cultura, Educación y Deportes del H. Municipio de Xalapa, sin perder la creatividad y la curiosidad intelectual y a dejarse sorprender por las personas y los retos así como a aprender de las personas que convoca para mejorar su tarea.
Conocí a Laura Jayme, joven actriz y directora teatral, creativa, talentosa y apasionada en el desempeño de sus tareas en el mismo Departamento que sumó desde el comienzo si contagioso entusiasmo al apoyo incondicional que brindó en todo momento para que esta performance alcanzara la plenitud de su éxito.
Y conocí también al presidente Municipal, el Licenciado Américo Zúñiga Martínez, quien a poco de empezar mi performance tuvo el amable gesto para conmigo y mi obra de recibirme en su despacho y brindarme oficialmente el apoyo institucional para llevar adelante este proyecto. Una persona que me ha hecho sentir, cada vez que me lo he cruzado en las calles de la ciudad, un ciudadano más y acogido con afecto, lo que siempre se agradece, siendo uno un extranjero en una ciudad nueva, y es fuente de una motivación y un estímulo que no tienen precio.
Todos ellos, desde el momento en que les mencioné mi proyecto lo vieron clarísimo en todas sus posibilidades y aportaron todo de sí para promoverlo desde la instancia municipal.
Merecen especial mención la propietaria de la librería Rayuela, Aidee MoraPerdomo, y su equipo que se interesó, me brindó su cordialidad y atenciones constantes y me brindaron ánimos cada hora de cada día. Ellos son: Marina Zarate Mendoza,
Elizabeth Bonilla Barroso, Jorge Francisco Barroso Ordaz, Julián Campos e Irais Guerra.
Quiero agradecer aquí a un sinfín de personas maravillosas que, en esta ciudad y en otros países, me han estado apoyando sin desmayo, quiero agradecerle a todos los que en Xalapa y en el resto del mundo han estado ahí.
Ahora, puedo decir que un escritor escribe por muchos motivos, algunos conocidos y otros desconocidos por él mismo, pero que aquello que la vida te trae como premio gracias a tu escritura, debes mirarlo y reconocerlo como a un importante patrimonio cuya existencia desconocías; lo que tu inconsciente, que es portátil, trabaja las veinticuatro horas del días sin descanso y sabe mucho más que tú, te ha traído de regalo,es lo que estabas buscando.
Estaba buscando mi reencuentro con el inconsciente, con esa casa de mi alma, ahora lo sé.

Héctor D’Alessandro Sala

Xalapa-Enríquez, 22 y mayo y 2014

"Yo no quería que nadie se ocupara de mi bien, no quería en absoluto que la sombra del bien comenzara a dañarme, ya conocía, desde muy reciente tiempo, las consecuencias, nefastas en principio para mí, obtenidas por mi papá en su intento por practicar la bondad.
Mientras estaba allí, pensando estas cosas, todas las palabras que mis parientes soltaban se iban vertiendo como plomo fundido en mis llagas más abiertas.
Mamá, no te mueras.
Eso es lo que me hubiera gustado exclamar, pero tenía que atenazar la lengua y todo mi interior porque se me hacía que me iba la vida en ayudarlos a ellos a mantener ese secreto ante mí.
Me puse a llorar desconsolada, interminablemente.
Mi mente se llenó de imágenes horribles de mi mamá muriendo sin mí, allá sola en la ciudad. La veía en su habitación haciendo girar sus ojos en círculos sempiternos.
Sola y atontada a consecuencia de los medicamentos; sufriendo pero sin saber, al menos en lo más superficial de su sensibilidad, que está sufriendo. Sufriendo en el fondo, pero con una postergación eterna inducida por los medicamentos; me sentía uno con ella, creía que si me dolía a mí su dolor, ella podría salvarse. Exclamaba en silencio en mi mente y en mi corazón. “Dios mátame en lugar de a mamá, llévame contigo”. Quería fundirme en un abrazo con ella y hacerle sentir mi amor como nunca antes lo hubiera sentido, hacerle sentir mi amor de modo tal que no pudiera menos que curarse con la descarga monumental de la energía de mi gigantesco amor" (Fragmento)


No hay comentarios:

Publicar un comentario

El septyimo cielo en los ojos n°60