martes, 12 de abril de 2016

Textos de Julia del Prado

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SIMONA

La tortuga que fue pirata está ahora en un acuario, aletea con firmeza . Se acuerda de sus aventuras en la mar océano. Ahora está vieja. Tranquila lo invita al niño a un paseo sobre su caparazón. Es sólo un sueño de estos dos.

Dulce caballito de mar

Dulce caballto de mar
danzas con tu damita
ahí en la mar
con cada vals de Strauss


Eres frágil hipocampo
pero nadie te toca
desde nuestra latitud a la tuya


Se te protege con brazo extendido
la humanidad no ha muerto
tu barriga crece con alegría


El mundo es tuyo mientras también
sea nuestro. Nadie te captura


Feliz segurás tirando
del carro dorado de Poseidón


Nacerán mañana dos nuevas criaturas
con su canción de cuna.
Y esa tu fidelidad abruma




LUNA DE RONDA

Hablan unas lunas de afecto.
Esas lunas de febrero
que permanecen mientras la mar le da
afecto a su orilla

Esas luna de ronda
que hablan a esa ventana
donde el viento tintileante
llega en sonido

Esas luna de ronda
que el hombre mira en traslado
a paisajes diversos
de naturaleza con duende

Luna mira tu habla
que todavía sueña con ese fuego
en ronda de juego en esa playa
donde el misterio se percibe
mientras el delfín juega y el león yace



 
DOMINGO DE HISTORIAS

Quizás hoy ya no alcance a ese domingo

en la luz de ese barrio que amé cuando niña

y las abuela arrullaba nuestro cielo con cantos en cuna

o contaba historias de ánimas para tenernos

absortos en dormitorios celestes.

 

Quizás hoy ya no alcance a ese domingo

de olor a puerto  que lavaba el aura

en complicidad de afectos y juegos en soga.

 

Quizás hoy ya no es ese domingo

en que el sol era otro  cuando la barquita hablaba

a  la mar de relatos continuos.

 

Quizás hoy ya no es ese domingo



 
Pericote  y  Pejereyna

Mientras continúa la vida Pericote -el payaso-  sueña con el espectáculo que presentaba por diferentes países en el circo Perlas del Oro. Conoció ahí a la que sería su esposa Pejereyna, primero eran trapecistas y también contorsionistas, volaban por los aires. Con ellos estaban Picapote, Chicharrito y Butapecha, payasos que ridiculizaban sus acrobacias. En ese entonces los dos eran conocidos como Doncel y Princesa. El espectáculo era de primera –ambos- se lucían con esos ejercicios, figuras que en ocasiones eran mortales; menos mal abajo del trapecio había una red de protección  aparente por si cayeran.  En su profesión se hicieron conocidos y respetados.

Cuando se presentaban de contorsionistas –igualmente- trabajaban con audacia, alegría y riesgo. Hombre y mujer goma. Picapote, Chicharrito y Butapecha eran su comparsa, con mímicas y gestos.

Sucedió un día que Princesa (Pejerreyna) cayó en un descuido del trapecio, la red de protección le sirvió de poco, fracturándose  la pierna izquierda en varios pedazos, la operaron, luego le pusieron yeso. Doncel (Picapote) se deprimió, no quiso subir al trapecio más y cuidaba de su Princesa, durante meses en una tiendita en la que vivían, dentro del circo.  Jonás, el dueño del circo  tuvo que poner a otros trapecistas  y andaba mortificado porque el espectáculo de Princesa y Doncel, era inigualable. - Ya mejorarán con su arte estos trapecistas, todo es cuestión de exigencia y disciplina, dijo Jonás y agregó: - Deseo que pronto regresen Princesa y Doncel.

Apenas recobró energía y fuerza Princesa, los dos volvieron a la pista,  con disfraces: él con una peluca vieja y un abrigo pasado de moda puesto al revés; ella eran tan bonita que para disimular su hermosura, se puso un vestido largo y amplio, sin corte al talle y se echó harto rimel en las pestañas. Le darían una sorpresa a Jonás, quién no sabía nada de la mejoría de la artista.

- Jonás no nos reconocerá, ya verás Princesa.

Hacia media función el dueño del circo   les dio una palmada en la espalda y abruptamente – ambos - resbalaron en la pista.  - Mira al público mujer,  nos aplauden, se han parado, es una ovación, así se expresa con la voz agitada por la repentina caída nuestro bufón.

Este acto se repitió una y otra vez en el circo Perlas de Oro.   En adelante  los asistentes al circo estaban estupefactos  y sorprendidos por sus proezas.   Y ellos  para siempre se convirtieron en  Pericote y Pejerreyna, los payasos mayores.

Pericote era un payaso desaliñado, descachalandrado,  conservó la misma vestimenta  y su rostro lo maquilló  de blanco y cejas pobladas mientras Pejereyna vestía con vestido corto, pegado a su linda figura, medias nylon blancas y eso sí: zapatos enormes y una redonda nariz roja, con guantes blancos.

Otro número,  era aparecer con un chanchito que se llamaba Gordon, lo adiestraron y él se lanzaba de un paracaídas con un globo amarrado a su lomo. La concurrencia vibraba. Picapote, Chicharrito y Butapecha –que no siempre los acompañaban- tocaban el clarinete y el saxofón, complementando esta farsa, con gracia.

En una ocasión Pejereyna que era también domadora de delfines, invitó a niños del público a jugar con el delfín Tamborhuasca,  entre ellos estaba el hijo del dueño de Jonás: Juan Ramón quién cabalgó en el dorso del delfín sin temor. La payasa  los guiaba en la piscina, dándoles seguridad.

 El olor del despertar venía para ellos. Eran felices  en su ser de payasos, encontraron recompensas, arrancaron sonrisas y diálogos de humor  con diferentes públicos, en diversos ciudades del mundo.  Esto no hubiera sido así si se hubieran quedado de trapecistas y contorsionistas, paradojas de la vida.

 Pasaron los años y un día –ya cansados- se retiraron del circo Perlas de Oro.

- Hicimos casi toda nuestra vida en el circo, estamos plenos de anécdotas para contar a nuestros amigos.  Dios no nos premio con hijos mujer, ahora tenemos nuestra casita de campo, con nuestros animales.

Pejereyna aparenta no escucharlo. –Tu-tutuú  les dice al gallo, a las gallinas y a los pollitos mientras les da de comer sus granos y les cambia su agua en el patio de su hogar.  Luego los mete en su amplia jaula.

- Voy a cocinar amor, para nosotros.

Pericote tiene ya 75 años, es un hombre fuerte y Pejereyna es un tanto menor. Viejos bufones que robaron carcajadas. Los aplausos de las personas muchas veces de  pie y el escenario lleno resuenan en mis oídos y viven en mis pupilas, recuerda en voz alta Pericote.


NIÑO DIVINO

Asciende en mi la luz del niño divino. Ingresa por la ventana y cubre mi cabeza y mi rostro.
Me dice estate quieta. Relájate. Mañana temprano debajo de tu almohada encontrarás un mensaje marcado de luz añil.
Quizás sean palabras para que tu galaxia renazca y no finalice perdida entre tormentas del acero traidor.
Quizás mañana coloques una semilla de frejol en agua para un renacido amor.
Quizás el contenido vendrá en forma de carita de pan. Quizás sumes para no herir y menos morir. Mamá elefanta recupera a tu ser.



VUELVES MI NIÑA



Niña, mi pequeña me llevas

de tu mano a sueños de infancia

en ese parque de río hablador.

 

 Paz que duerme en viejo columpio

de estirpe señera sumada a ella

tu risa alterna cuando ronda

en noche de luna viajera.

 

Niña, vuelves como musa

en cajita de viento

a contarme historias de

azucenas rojas / de musgos verdes

mientras el tobogán sutil sonríe

espero tu llegada para rodearte

con serpentinas en festejo.

 

Para ese entonces

tomaremos nuestras manos

en redonda ronda de soga soguilla

hoja de ese libro de tu madre

puro terciopelo de nuestra historia.




LAGO DE VIERNES

El lagarto llora para no morir en ese lago de viernes. Unida su imagen a la retina del escribidor. El lagarto levanta su cabeza y el lente captura su gesto. Así el sol capitán redondo sigue vivo, lo aplaude. El lagarto lleva su anillo plomado. El sol le sonríe. Al escribidor poco le interesa lo que sucede, atontado se da media vuelta, toma su capa y se cubre



 LLUVIA

Hoy lo ví a LLuvia en el Callejón de los Tornados, ahí en silente espera apoyado sobre su bisonte sobrevive a las guerras, a las penas y al amor. Cansado, repite una y otra vez: wasibu, wasibu. Perro ladrón, perro ladrón. Esencia que no calla.



Filtro en presencia

Mientras medito aguardo


mientras aguardo crece una pequeña


 en mi corazón de fruta


fruta que se cuela en alboroto


tardes de nuestro cielo Pepa y Pepo


en escondites al -1, 2, 3, 4-


habla la alegría de piano


que toca la fibra


de esa nuestra primera manzana






MADRE QUILLA



Soñé que deambulaba en un desierto donde la madre Quilla arrullaba a sus niños contándoles sus historias como la del molinero del arroz de ojos de color de uva. Y de Tartarin en el Sáhara.

Parece que era uno de sus niños absorto sentado en su falda.


Despierto ahora miro a Quilla al frente de mi cama y ladra.



 Navidad de ensueño

Un año más su niña había colocado su carta a los Reyes Magos bajo su almohada. Encontrarla cada año era una de sus mayores satisfacciones.


Hizo hasta lo posible y lo imposible para darle gusto, era la niña de sus ojos. Buscó en tiendas, preguntó a los mercaderes y hasta escribió al tío de Alibabá.


La niña esperaba la noche del 24 para recibir el regalo de papá. "Sé que sé te ha caído un dientecito, mi pequeña, quisiera que confirmes al ratoncito tu pedido. Esta noche vendrá, ponlo donde tu ya sabes", le dijo.


Ella obedeció. Aquella misma tarde redacto una nueva misiva al ratoncito. El ratón-papá la leyó y respondió inmediatamente. "Conseguiré el regalo para mi hija y también esperaré la respuesta del tío de Alibabá".


Así fue como el 22 en la noche ¡oh grata sorpresa!, cuando todos dormían ingresó por la ventana del dormitorio de los padres el obsequio.


A la mañana siguiente, al despertar papá y mamá. Se quedan atónitos. Se levantaron despacito, lo recogieron y lo guardaron en el aparador.


El 24 ya se vive, esperan la Nochebuena con una cena riquísima, a base de lechón. Cantan los tres donde está el Nacimiento al Niño-Dios.


Luego la niña va al aparador, ve la alfombra voladora. La abre poco a poco con ayuda de sus padres. Y los tres la llevan al balcón de la sala, hacen unos sonidos mágicos, se sientan encima de ella e inician un vuelo navideño, van por mares, ríos y montañas. Los hogares resplandecen con las luces.


Música. Noche de ronda. Es Navidad.




NAVIDAD NUEVA PARA PANCHA

Naya tuvo de niña una muñeca negrita como ella, negrita retinta, le puso por nombre: Pancha. Su tía se la regaló cuando tenía cinco años. Naya vio como la tía le hizo un  vestido de bolas blancas con fondo rojo. Le había colocado y puesto unos aretitos. Siempre recordaba el amor con que se la dio. Era de trapo, tenía una carita redonda como la de ella. Durante su infancia fue su preferida, dándole de comer con las tacitas de diversos colores.

Le cocinaba a Pancha su papilla, su comida y le daba mucha banana, para que fuera fuerte decía. Ambas conversaban y se hicieron inseparables. Naya creció y Pancha fue a pasar a su tocador. No la perdió de vista.

En su adolescencia le contó sobre su primer beso y de los chicos que la rondaban. De sus amigas.  Ella le escuchaba con atención. Guardaba sus secretos.

Un día hubo un concurso de muñecos en el colegio donde estudiaba y decidió participar. Naya tenìa 14 años. La tomó del tocador, la llevó donde otra tía que cosía para miniaturas. Y, le pusieron nuevo vestido, zapatitos negros, medias blancas, turbante en su cabecita, aretitos, pulseras rojas de fideos y rubor en sus mejillas. Pancha sonreía y Naya ¡ah!, Naya la cargaba y enseñaba al jurado. Pancha superó las expectativas, bailó “el son de los diablos, son”. Ganó el concurso.

Las dos eran felices y la esta fue compartida en el hogar y en la escuela. Naya obtuvo su diploma, que hasta ahora lo guarda en el nuevo hogar que formó.


 Naya creció, se hizo fuerte. La negrita siempre estuvo a su lado. Nació la hija de Naya. Se llamó Azul. Azul hizo lo mismo que su madre, la acogió. Ya no ganó concursos, pero estuvo en su camita de nena, de ñaña. La presentó a sus amigos. La muñeca de trapo gozó de fiestas. Fiestas de colores. De juegos  madre-hija. Esos juegos de la comidita.

Pasó el tiempo. Naya es ahora abuela. Pancha envejeció y está en un taller de reparación, allí le pondrán nuevo atuendo para Lola, la hija de Azul.

Navidad nueva tendrá Pancha y Lola tendrá a su: negita en dorada canción.


 Juguemos a las canicas

Se abre lentamente el candado de esa puerta verde, aparece entonces un jardín donde están Pepe Grillo y también Pinocho, en aparente quietud. Surge en ese paisaje como por encanto Alicia con su tortuga y les dice sutilmente: -Juguemos a las canicas







SOLO VENUS

Estrellas de mar
unidas una a otra
como en una cadena real
hubieron en esa playa
y miraron ellas hacia el cielo
que brillaba con intensidad.

Era una noche de redonda luna
en que una fogata se prendió
por ese círculo de fiesta
la mar sonaba en ronquido sereno
y Venus radiante con otras estrellas
escribió su nombre para la eternidad.




 Las niñas de Cuchumatán

Estas niñitas han jugado con sus pelotas de caucho y han ganado un campeonato en su pueblo de Cuchumatán. Kukulcán su Dios las ha protegido y ellas están alegres por la victoria,  sonríen luego ante el lente de la cámara digital que las atrapa con sus ojos y su sonrisa en picardía habladora. Las ven, sus cabellos negros se baten al son de la marimba y sus guipiles brillan por este gozo.







JUEGOS DE CHUZO Y QUILLA


Pequeñas son las moneditas


que le doy a Chuzo, mi perrito


y él juega con alboroto llevándolas


para aquí / para allá.


Quilla, su doncella le contesta con


...afecto. Las moneditas suenan, suenan


dentro de su casa de juguetes.


Luego él no descansa, sino que baila


chachacha. Punta y taco, punta y taco.


 

LOS MIELITOS

 

  La dulce ternura


que se encuentra


en Mielita


mi dulce pajarita


que se hizo novia


de Mielito, el pajarito


cantaron su amor


de rama en rama


de árbol en árbol


e hicieron su nido


a todo rubor


en ese sauce llorón


que desde mi ventana


me mira.



 SELVA DE LOS ESPEJOS

Mirombomba, la niña gorda como una bola  le pide con sonidos  a lo Tarzán al tucán Camilino  que ponga su pico hacia arriba y cante gozoso, así vendrá la lluvia, al poco rato se hace nubloso el cielo y zas: tormenta.  Camilino se mete  a su nido y Mirombomba vuelve a su choza,  sabe que dentro de una semana  habrá  mas  agua en el río y reirá con ellos, la selva de los espejos. 



 

 Vuelo con príncipe de turbante.

Acaso no es etéreo volar
hacia esos reinos de mar
de tierras pétreas
de árboles alucinantes
en parapente, si
en alas delta, si
mejor en alfombras persas
y con un príncipe de turbante
que maneje la nave
con acierto y sin combate
en esas nubes de caballitos alados
y  sabrosos frutos sanos.


Hay viento verde, versión al alemán desde Austria de Wolfang Ratz



-¿Hay viento verde?
te pregunto
y me respondes:
-si lo hay.
Viento verde que envuelve
a tu montaña.



-¿Gibt es grünen Wind?
frage ich dich
und du antwortest:
-Ja, es gibt ihn.
Grünen Win der
deinen Hügel umwelt.

Versión al alemán de Wolfang Ratz, reside en Austria; para La Barca de Papel. Cali, Viena, Febrero del 2009.
Gracias al poeta Manuel Ramos.





 

El matrimonio de Pirombombo, el hongo

Es domingo en Cumpanamá,
la capirona anuncia
en fiesta de pueblo,
el matrimonio de Pirombombo,
el hongo.


Pirombombo, el hongo
está en hechizo de amor,
por beber
las aguas que catarata sonora,
manan en Cumpanamá.


Duendes y diablillos,
vestidos en azules y rojos,
aplauden en contento,
tras los patiquinales,
la unión de Pirombombo, el hongo,
con Juanita Ishpingo,


Las calles en adorno de fiesta,
con orquídeas y victorias regias;
yarinas decoradas, a punto
de casamiento.


Baile de pandilla,
quena, pito,
tambor y bombo,
en domingo de carnaval.


Los padrinos son Corombombo
y Mirombomba, los amigos de
Pirombombo.


Los casa don Juan Botijón,
el padre de Juanita Ishpingo,
y está corajudo
por tener de nuevo hijo,
a Pirombombo, el hongo.


¡Qué parranda!...
en quena, pito,
tambor y bombo,

en el matrimonio
de Pirombombo.



Julia del Prado Morales, escritora peruana.
Publicado en Cabriolas. Editorial San Marcos, Lima, 2004



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El septyimo cielo en los ojos n°60