Dos hombres llegaron a un agujero en el
cielo. Uno le pidió al otro que le ayudara a subir… Pero el cielo era tan
bonito que el hombre que miraba por encima del margen lo olvidó todo, olvidó a
su compañero al que había prometido ayudar y salió corriendo hacia todo el
esplendor del cielo.
De un
poema en prosa inuit iglulik de principios del siglo XX,
contado por
Inugpasugjuk a Knud Rasmussen
Explorador polar y
antropólogo groenlandés.
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