viernes, 25 de diciembre de 2015

Marisa Lozano Fuego.


VOZ DE GUERRA


Ningún hombre mama metralla.
No se nace con escopeta bajo el brazo.Nadie llora con ruido de cañones. Un recién nacido, o un niño, no distingue enemigos.
No existe sexo, nacionalidad, color.
La distinción y el prejuicio se adquieren después, con eso que llaman cultura.
Aprendemos a separar en bandos a la Humanidad: blancos, negros, chinos, mujeres, hombres, ateos, creyentes, hetero, homo, bisexuales….como si fueran los productos de un supermercado.
En lugar de expandirse, la mente se limita, se encierra en una cárcel inventada, con barrotes férreo y transparentes, ilusorios, pero que tomamos por ciertos.
Si extendiésemos la mano tocaríamos aire, y notaríamos que la diferencia no existe. Que no hay frontera.
Pero nos enseñan a trazarla, y a definirla.
Todo aquello que desconocemos es peligroso, censurable, raro…..
Nos mueven a erradicarlo y a extinguirlo. Porque está en la otra orilla , y nos es ajeno.
Las banderas son vestidos de sangre que ponemos ante nuestros ojos para tapar la injusticia.
Atacamos en el nombre de un Dios, de una nación, de una revancha…el pretexto es indiferente.
Llevamos la ira dentro y la ejercemos en nuestros hogares, con nuestros seres queridos, de mil y un formas.
Con la lengua, con la mano, con la mirada.
No hieren menos esas armas que las de fuego.
En estos cuerpos se gesta la guerra, esa guerra que destroza las almas y que tan ajena nos resulta.
Esa que deseamos que cese.
Pero todos, poco a poco, ponemos pequeñas piedras en el edificio de la violencia, unas veces sin percatarnos y otras en nombre del orgullo.De la ambición. De la ignorancia.
Esa construcción se hace cada vez más sólida, de manera que amenaza nuestro sistema de valores.Nuestra humanidad. Nuestra vida.
Es fácil condenar la guerra, también hacerla.
Al fin y al cabo, luchar es un instinto animal.
La diferencia es que nosotros no siempre lo hacemos en aras de la supervivencia.
Y que no poseemos colmillos, ni garras. Y sí pretextos, leyes, intereses.
Llegará el día en que comprendamos la importancia de frenar la lucha, en vez de recoger cadáveres.
Desgraciadamente, puede que ese día sean más los cuerpos caídos que los que permanezcan en pie.


ARPEGIO ROTO


Huele a pólvora rota y la Tierra se viste
con la rabia escondida en el fondo del pecho,
el tornado se agita y la brisa revienta
como furia que tronza el escudo del Cielo.
En la críptica bala se alojan las iras
y el fusil caprichoso es latido de muerto,
y la Parca recoge los huesos lacrados
con resina de sucios y cárdenos besos.
Sin quererlo, inocentes se vuelven culpables,
nadie puede emerger de este pálpito ileso,
los cañones entonan poemas mortales
y los cuerpos persiguen fragancias de Averno.
En la piel de los niños se aloja metralla
que resuena en la sangre con hórridos ecos,
la inocencia supura palabras de aire
que entre ruido y espanto susurran anhelos.
Vomitando esperanza, se inmolan los hombres
con callada ansiedad e infantil desespero,
entregando sus venas en pro de la causa,
ofreciendo sus almas al pálido sueño.
La serpiente del hambre dibuja caricias
en estómagos llenos de horror y de miedo
y alimenta recuerdos de fresca nostalgia
cual fantasma que evoca los tiempos que fueron.
Huele a panes y a libros la brisa en la tarde,
cementerio arrasado de amor y recuerdos,
Ya no suenan arpegios de notas mojados,
solo escupen las bombas ensalmos de trueno.
El crepúsculo yermo persigue culpables
y las nubes revelan presagios funestos,
en la Luna se quiebra la blanca sonrisa
que velaba las noches rasgando el silencio.
Derrumbado el presente, asfixiado el futuro
sepultada la fe bajo un turbio desierto,
elegimos esquelas de luz barnizadas
como excusa por este marasmo tremendo.
Mas quizás en los rostros que siguen luchando
con la palma extendida y los ojos abiertos
encontremos los brotes de tierna poesía
que concilien al ser derrumbado y su duelo.


Pues Poetas ,llevemos la letra en lo alto
ondeando sin tregua, cual símbolo egregio
pues las armas mejores son hijas del alma
y la paz un poema fecundo y eterno.


ODIO


Soy guerra contenida, soy delito
deseando explotar, soy la marea,
soy esa negra furia que desea
con su garra, rasgar el Infinito.


Soy el íncubo vil, el ser proscrito,
el poderoso que destroza y crea,
soy todo lo que tú quieras que sea,
soy el Infierno tórrido y maldito.


Soy esa bofetada color sueño
que convierte tu vida en pesadilla,
que destroza tus ganas de vivir.


Soy el Odio candente, soy tu dueño
y soy esa perversa redecilla
que asfixia tu garganta hasta morir.



PAZ


Soy la dama magnética y desnuda
que acude a tu ventana si la llamas,
soy el azote puro de las flamas,
certeza que disipa toda duda.


Soy esa que a existir sin fe te ayuda,
una musa discreta que no amas,
soy la que con tus lágrimas derramas,
soy la que desfallece, sangra y suda.


Soy nimbo que dibujas, la paloma
libérrima y preciosa, sin espinas,
la rosa que enseñaron a volar.


Soy esa Paz que anhelas, ven y toma
mi mano si te caes cuando caminas
y nunca volverás a tropezar.


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