En Chapultepec
De
la serie inédita “Enramadas”
I
Vuelvo
en un despojado espejismo
con tu linaje de silencio
con la confesión del paraíso y el ciprés
—los árboles pregoneros de infancias—.
Así
sentada en la umbría viudez de las esperas
sé
que estás viva
en el rostro somnoliento
de mis devotos insomnios.
…………………………..
Como
un campanario del cementerio
evocado
en otros campos.
*
II
Trajo
el vientre en el poema
sin
voz ni sangre desperdiciada,
indiferente
a Dios,
advirtiendo
en un crepúsculo
una
obra
una
oración
una perenne orfandad
sin arrojo
para develar secretos
quirománticos futuros;
después
nosotras los concebimos.
*
III
Una
entelequia era quedarte
por
eso elegiste la muerte
sólo
una metáfora abierta
en
el vientre,
en
la herencia zodiacal
de
nuestras mujeres.
Te
busqué,
sin
elevar la voz
sabiendo
que tu olor
de
misteriosa desolación
y
tiempo esclavizado
me
encontraría
descubriéndote
en la música
que
volabas cada mañana.
e
ingenuamente
te
sobrevivió.
*
IV
Juntábamos
hojas
para
guardar en los libros
en
ese otoño indestructible
de
sus manos
—venas
del color de
mi
ropa de estudiante—;
voz
apagada de ramas
de
tierra y lenguaje parco.
………….
Ella
tenía su propia Pascua
como
una vestal de fuego
consagrada
a la continuidad
de
estas sacerdotisas
que
multiplicamos ramas.
………………………..
Juntábamos
hojas
diametrales
en el piso
para
indicar el otoño perdurable,
en
que nos cubríamos
de
adolescencia y senectud.
*
V
La
abuela
dormía
cubierta entre las gasas negras
de
sus faldas;
las
mías, de colores
prorrogaban
entre las almohadas y los pañuelos que
cabalísticamente
o por costumbre,
permanecían
allí.
Pañuelos
cerca de las manos
debajo
de las almohadas
para
que las urgencias del sueño
nos
encontraran provistas de armas
de
tela batista, bordadas, empuntilladas.
Y
nuestras espaldas
beligerantemente
impasibles
se
miraban
desde
el territorio
propio
y finito
de
cada cama, cada suspiro y un sino
bailoteando
en los mosaicos encerados.
*
VI
Una
suerte de chubasco
atormentado
y quieto
como
un arco iris del siglo pasado.
La
clave que rememora
Tu
llegada
Igual
a una estación derrumbada
de
cronología.
Sólo
lo revive
la
impasible zona de silencios con música
esparcida
en
la alfombra
al
amparo
detrás
de la puerta / siempre allí
inmaterial
y constante.
*
VII
Ella
está en el cuarto aséptico
desmemoriado
de blancura
destejiendo
el crochet
que
improvisa
con
la mirada en la hospitalaria hiedra
construyendo
una variedad turbia
desde
donde nos abandona
en
una cronología apócrifa.
…..
Ella
está entramando
la
historia oscilante
donde
nos transforma en abalorios
en
hilos y olvidos.
….
Ella
teje otra forma
para
apartarnos doloridos o inocentes.
Nos
excluimos
acariciando
sus manos
que
pierden músicas, letanías,
dejándonos
el aroma como una maldita
y
certera brújula que nos indica
dónde
quedará,
habitante de la misma piel.
Acariciamos
sus manos
que
van deshilando
nuestros
años; viaje inmemorial donde nos perdemos:
esa
piel que nos quema al tacto
la
misma que nos dio la bienvenida;
esa
piel que forma parte de la nuestra…
despedida
queda, mansa con la imposibilidad de rescatarla, ya de arena,
de
humo, de agua.
Susana
Rozas selecciona poemas de su autoría para acompañar esta
entrevista:
*
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