I
pie
sobre un pie que se demora
huella
en la tarde que barre las playas divididas
sombra
de rascacielos o de palmera seca
sombra
de chimango o de avioneta tardía
sol
que con abrazos detenidos quema
sol
que nada del sol hasta el ocaso
todo
lo que me rodea es infinito
mar
en la tarde mar de la mañana
agua
por donde el corazón me lata sus unciones
resignados
los ojos y los besos partidos
los
ecos de tierra o de cemento tibio
la
soledad es una piedra mal pulida
un
islote atestado de chacales
donde
pesan las voces de pasto chamuscado
y
los patos silvestres surcan la tez pálida del cielo
como
peces sutiles que son también graznidos
cuac
en la tarde cuac de la mañana
la
soledad siempre sabe a isla
enciende
con recuerdos los motores del día entumecido
y
al lastre demediado de la historia
lo
oprime contra el pecho
como
si fuera un ruiseñor que pía
II
para
llegar al fondo de las cosas
es
necesario teñirse de plomo las miradas
que
caigan con el peso de los párpados sedientos
con
el roce de una cadena de sal inagotable
hasta
saciar el hambre de siglos o de impactos
que
a los ojos llenos siempre de memoria
les
destroza su vital dulzura de horizonte
todo
pasa y se desarma en bisagras o adulterios
todo
mueve el dedal del tiempo que no cesa
todo
es flecha de carmín o vino endemoniado
porque
los ojos son las persianas de la noche
y
la noche una madriguera de insomnios contenidos
pararse
así sin más reservas
en
el centro geográfico del mundo que no nace
en
ese discurso secretísimo que baila a grandes saltos
en
cada silencioso volcán o juramento
en
el ombligo que desde lejos abriga las palabras
III
tu
rostro es un país donde no llueve nunca
salvo
flores o jaguares blancos
labios
emplumados o rubíes
que
como un fruto de colores dulcísimos
en
la anaranjada tarde se desgaja
a
tu rostro lo rige la estación más verde
adonde
van a dar todos los trenes vegetales
llevando
de aire a aire su cargamento de ocres fúnebres
en
un ademán de muerte o de resuellos últimos
yo
soy el prisionero de tu rostro
insular
y náufrago de adioses
puercoespín
del viento
señor
de los minerales blandos
provocador
de los más tiernos derrumbes
qué
festín de náuseas espejadas
qué
mísero rosario susurrado
podrá
entonces retener
tanta
espesura final sin degollarse
hacerme
caracol ciudad o madreselva
gemir
el polvo náutico perfecto
soplo
total de un incendio desatado
pepitas
de miel o lirios limpios
llaves
que tuercen la piel y los ramajes
todo
en un súbito quejido verde
todo
en torbellino e implosiones verdes
verdes
como el follaje gris del patio que me obstruye
y
el patio es un paladar que construye con saliva sus jardines
muere
una imagen crece una paloma
crece
una llanura muere un hormiguero
roncos
los cuerpos resentidos y el agobio
muertas
mis iglesias ya sin campanarios
ronca
la música que se extiende lentísima
en
la noche del sueño y las orejas húmedas
no
todos los gatos son pardos ni gatos todavía
no
todo lo pardo es ceguera reluciente
un
miau es un chasquido de dedos como víboras
un
maullido puede ser también una pradera
yo
capto el abismo y la memoria limpia
desde
el dolor del ser y del no ser me reincorporo
y
miento si digo que esta osadía miento
como
he mentido siempre que me extraigo
las
claras rebeldías de un sótano de fuego
sótano
letal como tus labios que no mienten
y
saben tumbarme de amor los remolinos
VI
los
toros de mabel
los
toros de lucía
los
toros de ana laura cristina o de viviana
los
toros de un cielo oscurecido por los toros
el
toro que emerge de sí mismo
los
toros evocados
los
toros ateridos
los
toros de bernarda
los
toros de mónica beatriz o los de alicia
los
toros que cuelgan de mi cuello
los
toros que suben por mis piernas
el
toro que es la noche con su único cuerno carcomido
los
toros de valeria
los
toros de un telar con figuras de toros
con
figuras de toros de tela y de durazno
con
toros que como una ráfaga asesina
embisten
la memoria taurina de los hombres
los
toros de patricia
los
toros de griselda francisca o susanita
los
toros que son espuma en un océano de toros
los
toros que pescan los toreros
con
sus capas y sus pestañas larguísimas
los
toros rojos sangre de toro malherido
los
toros de maría belén o de fulana
los
toros que se embriagan apuñalan y perecen
los
toros toropintos
los
toros torozambos
los
toros torostoros
los
toros torotumbo
los
toros de lorca y aleixandre
los
toros engreídos por torearse
los
toros que contienen el planeta
los
once toros desbocados que dijiste
los
doce toros con alas como cruces que olvidaste
los
toros de miura y altamira
y
todos los que me queden por faenar
y
dirimirles sus tristezas de toros abrumados
desde
mi más honda desgracia azul y remotísima
olé
X
las
purgas elementales y las risas
el
gozo o los silencios de algún agosto herido
herido
como ave en pleno vuelo
que
vuela sin embargo para no morir pedestre
hasta
aquí el discurso caótico del lino
que
nace en un puño entreabiertos de metales
para
desembocar en la oceánica solicitud del suelo
y
hacer del suelo un lugar perenne
fresco
como un silbido de perfumes
de
ahora en más quién sabe
porque
saber no es presentir ni hacernos caso
saber
es más bien aceptación o lágrima o cristales
quebrarlos
o no pero quebrarlos
hacer
con el diente un diente solo
pupilas
en las yemas de los dedos
manos
como racimos de dedos con pupilas
de
ahora en más no sé
cómo
saberlo
XI
el
cuervo
el
cuervo indefinido el cuervo cuervo
el
cuervo que amanece de luto y se acuesta de duelo o de sandalias
el
negrísimo cuervo de garras como lámparas
el
cuervo cuervo indefinible
más
vale cuervo incrustado sobre las retinas hondas
que
mil sobrevolando con sus voces ganchudas
con
su viudez de aire y de escándalo encendido
con
su violencia de verdugo cervical o de pantano
que
oprime al ánade de picos como palas
de
palas como picos grandísimos
de
palas palas palas y picos picos picos
el
cuervo es esa incógnita severa
que
gravita como una nube de amenazas oscuras
en
las plegarias que tal vez broten de mi voz
la
nube que crezca al fin y se doblegue
derivando
en una tempestad de diamantes incoloros
en
una tormenta de cuervos cuervos cuervos
ya
sin otro color que el ojo lleno de plumaje
ya
sin otro cielo que el cielo negro de los cuervos
soy
todo alarido de cuervo o de fatiga
nevermore
las lluvias nevermore
los vientos
soy
el cuervo cuervo cuervo que acalora
desde
mis pies la tierra que extermino
XII
ah
la palabra larga como una carretera bizca
los
signos que son siameses aulladores
yo
soy la lombriz que asoma sus fierezas cínicas
la
lombriz que por los intersticios del lenguaje secretamente se sustrae
para
preñar cada sílaba con detonaciones grises
yo
he violado a las oraciones y las vocales magras
yo
soy el sátiro del verbo y las detonaciones grises consumidas
las
he llenado de escombro y de mercurio líquido
las
he hecho estallar y formar con sus fragmentos lagos deliciosos
cada
fragmento es además una luna indiscreta y muda
el
vórtice del huracán que lleva mi nombre es su molino
hasta
aquí la tarde hasta aquí el otoño
díganle
adiós a los ciervos sensibles
a
los ciervos con paraguas en los cuernos
a
los ciervos a prueba de infidelidad y chaparrones
los
ciervos que al portar un accesorio o una antorcha
son
también un signo lacerado por mi mano
una
palabra más embarazada por el cincel del tiempo
una
exageración de mi modestia destructora o de mi risa
le
perdí el terror a la tautología déspota
le
perdí el terror le perdí el terror
miren
cómo no muero en el gemido del fuego hecho palabra
miren
cómo juego con lo que designa las cosas innombrables
otra
vez miren cómo paren las sílabas dormidas
miren
su confesión de sangre nuevamente
miren
mi vida vida vida
ah
el viento que refresca mi rostro con postales
XIII
de
mi pecho brota una mujer de lienzos y acuarelas
una
mujer que brota y brota y desdibuja
en
su cabellera que es una telaraña vencida
en
los movimientos bruscos de su mentón de dunas
un
tejido de humo o terciopelo claro
esa
mujer no se me desprende ni nunca se me esconde
es
un apéndice de mi tórax anodino
crece
y se abre pesada y reticente
es
un colibrí o una peluca astuta
un
golpe de ceja o de trombón hirviendo
me
niego a ser también mujer con este pecho
con
esta bóveda que cumple una función de templo vertebrado
yo
trato y trato y trato de impedirla
de
aferrar y detener a mi mujer creciente
pero
me nace igual por la mirada
que
llena de mujeres inmensas lo que veo
XVI
el
gong de Góngora resuena todavía en mi oído de ciruelas
arranca
del invierno un arcoíris de párpados salados
los
sopesa y pesa con colgantes diminutos
los
hiere de sonidos o barcos primitivos
nos
llena de liras la lírica vista entretenida
los
verdaderos poemas son incendios dijo el antipoeta y mago
un
poema debe ser una debacle del intelecto dijeron los del cuartel
general de la poesía
yo
sólo sé que he decidido prenderle fuego a mis cuarteles con poemas
quemar
sus campos con su sonrisa de mazorca
porque
el maíz es la dentadura postiza del campo cuando ríe
allá
vienen mis tambores mis gaitas mis trompetas
escuchen
la música que anticipa el ritual del fuego
escuchen
el trueno criminal y sus marimbas
la
voz del horror y de socorro de la luna
porque
la luna es una piedra arrojada contra los parabrisas nocturnos
ya
llegan mis quijotes para vencer a los molinos disfrazados
ya
llegan con molinos mejores en sus lanzas suicidas
llegan
con poemas incendiarios y debacles de sentido
llegan
por las pantorrillas y las orillas oníricas
llegan
con tedio y amor pero triunfantes
XX
ahora
quién le cantará a la noche sus milagros de bruma
quién
al mar de nata y enemigo
al
mar que es una novia hermosa vestida de corales
de
corales y algas y naufragios
el
mar que se expande azul en las retinas
quién
arrojará sus ojos como dados siniestros
como
dados siempre de una misma cifra
la
cifra es uno o dos según cómo se mire
porque
al ojo hay que darle sus certezas
dejándole
un temblor en las intenciones o las apuestas absurdas
quién
se atreverá al poema después de tanta lengua desprendida
quién
a romper las vallas del silencio con algún bramido terco
quién
ahora que voy a sumergirme en las gargantas del sueño incomprensible
si
todo lo posible ya se ha dicho
en
una voz que es el continente de las palabras lúdicas
quién
se apropiará de este arsenal que vengo robándole al oleaje
quién
administrará mis vocablos de redes o misas invertidas
quién
será el profeta o el puente entre mi ceja y mis delirios
el
capitán del barco que se hunde o se pierde en la memoria de los
barcos
navíos
que como bueyes flotan en el aire ya sin alas
XXI
ssshh
silencio
que
el mar es ahora el único murmullo
y
yo su único intérprete con vida
ssshh
que
puede despertar y devorarnos
Una selección de poemas de Íngrimo e Insular.
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