miércoles, 8 de julio de 2015

Íngrimo e Insular.-Flavio Crescenzi


I
pie sobre un pie que se demora
huella en la tarde que barre las playas divididas
sombra de rascacielos o de palmera seca
sombra de chimango o de avioneta tardía
sol que con abrazos detenidos quema
sol que nada del sol hasta el ocaso

todo lo que me rodea es infinito
mar en la tarde mar de la mañana
agua por donde el corazón me lata sus unciones
resignados los ojos y los besos partidos
los ecos de tierra o de cemento tibio

la soledad es una piedra mal pulida
un islote atestado de chacales
donde pesan las voces de pasto chamuscado
y los patos silvestres surcan la tez pálida del cielo
como peces sutiles que son también graznidos

cuac en la tarde cuac de la mañana
la soledad siempre sabe a isla
enciende con recuerdos los motores del día entumecido
y al lastre demediado de la historia
lo oprime contra el pecho
como si fuera un ruiseñor que pía





II

para llegar al fondo de las cosas
es necesario teñirse de plomo las miradas
que caigan con el peso de los párpados sedientos
con el roce de una cadena de sal inagotable
hasta saciar el hambre de siglos o de impactos
que a los ojos llenos siempre de memoria
les destroza su vital dulzura de horizonte

todo pasa y se desarma en bisagras o adulterios
todo mueve el dedal del tiempo que no cesa
todo es flecha de carmín o vino endemoniado
porque los ojos son las persianas de la noche
y la noche una madriguera de insomnios contenidos

pararse así sin más reservas
en el centro geográfico del mundo que no nace
en ese discurso secretísimo que baila a grandes saltos
en cada silencioso volcán o juramento
en el ombligo que desde lejos abriga las palabras



III
tu rostro es un país donde no llueve nunca
salvo flores o jaguares blancos
labios emplumados o rubíes
que como un fruto de colores dulcísimos
en la anaranjada tarde se desgaja

a tu rostro lo rige la estación más verde
adonde van a dar todos los trenes vegetales
llevando de aire a aire su cargamento de ocres fúnebres
en un ademán de muerte o de resuellos últimos

yo soy el prisionero de tu rostro
insular y náufrago de adioses
puercoespín del viento
señor de los minerales blandos
provocador de los más tiernos derrumbes

qué festín de náuseas espejadas
qué mísero rosario susurrado
podrá entonces retener
tanta espesura final sin degollarse
hacerme caracol ciudad o madreselva
gemir el polvo náutico perfecto
soplo total de un incendio desatado




V

pepitas de miel o lirios limpios
llaves que tuercen la piel y los ramajes
todo en un súbito quejido verde
todo en torbellino e implosiones verdes
verdes como el follaje gris del patio que me obstruye
y el patio es un paladar que construye con saliva sus jardines

muere una imagen crece una paloma
crece una llanura muere un hormiguero
roncos los cuerpos resentidos y el agobio
muertas mis iglesias ya sin campanarios
ronca la música que se extiende lentísima

en la noche del sueño y las orejas húmedas
no todos los gatos son pardos ni gatos todavía
no todo lo pardo es ceguera reluciente
un miau es un chasquido de dedos como víboras
un maullido puede ser también una pradera

yo capto el abismo y la memoria limpia
desde el dolor del ser y del no ser me reincorporo
y miento si digo que esta osadía miento
como he mentido siempre que me extraigo
las claras rebeldías de un sótano de fuego
sótano letal como tus labios que no mienten
y saben tumbarme de amor los remolinos




VI

los toros de mabel
los toros de lucía
los toros de ana laura cristina o de viviana
los toros de un cielo oscurecido por los toros
el toro que emerge de sí mismo

los toros evocados
los toros ateridos
los toros de bernarda
los toros de mónica beatriz o los de alicia
los toros que cuelgan de mi cuello
los toros que suben por mis piernas
el toro que es la noche con su único cuerno carcomido

los toros de valeria
los toros de un telar con figuras de toros
con figuras de toros de tela y de durazno
con toros que como una ráfaga asesina
embisten la memoria taurina de los hombres

los toros de patricia
los toros de griselda francisca o susanita
los toros que son espuma en un océano de toros
los toros que pescan los toreros
con sus capas y sus pestañas larguísimas
los toros rojos sangre de toro malherido
los toros de maría belén o de fulana
los toros que se embriagan apuñalan y perecen

los toros toropintos
los toros torozambos
los toros torostoros
los toros torotumbo
los toros de lorca y aleixandre
los toros engreídos por torearse
los toros que contienen el planeta
los once toros desbocados que dijiste
los doce toros con alas como cruces que olvidaste
los toros de miura y altamira
y todos los que me queden por faenar
y dirimirles sus tristezas de toros abrumados
desde mi más honda desgracia azul y remotísima
olé





X

hasta aquí el cuento no narrado
las purgas elementales y las risas
el gozo o los silencios de algún agosto herido
herido como ave en pleno vuelo
que vuela sin embargo para no morir pedestre

hasta aquí el discurso caótico del lino
que nace en un puño entreabiertos de metales
para desembocar en la oceánica solicitud del suelo
y hacer del suelo un lugar perenne
fresco como un silbido de perfumes

de ahora en más quién sabe
porque saber no es presentir ni hacernos caso
saber es más bien aceptación o lágrima o cristales
quebrarlos o no pero quebrarlos
hacer con el diente un diente solo
pupilas en las yemas de los dedos
manos como racimos de dedos con pupilas
de ahora en más no sé
cómo saberlo



XI
el cuervo
el cuervo indefinido el cuervo cuervo
el cuervo que amanece de luto y se acuesta de duelo o de sandalias
el negrísimo cuervo de garras como lámparas
el cuervo cuervo indefinible

más vale cuervo incrustado sobre las retinas hondas
que mil sobrevolando con sus voces ganchudas
con su viudez de aire y de escándalo encendido
con su violencia de verdugo cervical o de pantano
que oprime al ánade de picos como palas
de palas como picos grandísimos
de palas palas palas y picos picos picos

el cuervo es esa incógnita severa
que gravita como una nube de amenazas oscuras
en las plegarias que tal vez broten de mi voz
la nube que crezca al fin y se doblegue
derivando en una tempestad de diamantes incoloros
en una tormenta de cuervos cuervos cuervos

ya sin otro color que el ojo lleno de plumaje
ya sin otro cielo que el cielo negro de los cuervos
soy todo alarido de cuervo o de fatiga
nevermore las lluvias nevermore los vientos
soy el cuervo cuervo cuervo que acalora
desde mis pies la tierra que extermino






XII

ah la palabra larga como una carretera bizca
los signos que son siameses aulladores
yo soy la lombriz que asoma sus fierezas cínicas
la lombriz que por los intersticios del lenguaje secretamente se sustrae
para preñar cada sílaba con detonaciones grises

yo he violado a las oraciones y las vocales magras
yo soy el sátiro del verbo y las detonaciones grises consumidas
las he llenado de escombro y de mercurio líquido
las he hecho estallar y formar con sus fragmentos lagos deliciosos
cada fragmento es además una luna indiscreta y muda
el vórtice del huracán que lleva mi nombre es su molino

hasta aquí la tarde hasta aquí el otoño
díganle adiós a los ciervos sensibles
a los ciervos con paraguas en los cuernos
a los ciervos a prueba de infidelidad y chaparrones
los ciervos que al portar un accesorio o una antorcha
son también un signo lacerado por mi mano
una palabra más embarazada por el cincel del tiempo
una exageración de mi modestia destructora o de mi risa

le perdí el terror a la tautología déspota
le perdí el terror le perdí el terror
miren cómo no muero en el gemido del fuego hecho palabra
miren cómo juego con lo que designa las cosas innombrables
otra vez miren cómo paren las sílabas dormidas
miren su confesión de sangre nuevamente
miren mi vida vida vida
ah el viento que refresca mi rostro con postales



XIII

de mi pecho brota una mujer de lienzos y acuarelas
una mujer que brota y brota y desdibuja
en su cabellera que es una telaraña vencida
en los movimientos bruscos de su mentón de dunas
un tejido de humo o terciopelo claro

esa mujer no se me desprende ni nunca se me esconde
es un apéndice de mi tórax anodino
crece y se abre pesada y reticente
es un colibrí o una peluca astuta
un golpe de ceja o de trombón hirviendo

me niego a ser también mujer con este pecho
con esta bóveda que cumple una función de templo vertebrado
yo trato y trato y trato de impedirla
de aferrar y detener a mi mujer creciente
pero me nace igual por la mirada
que llena de mujeres inmensas lo que veo


 XVI

el gong de Góngora resuena todavía en mi oído de ciruelas
arranca del invierno un arcoíris de párpados salados
los sopesa y pesa con colgantes diminutos
los hiere de sonidos o barcos primitivos
nos llena de liras la lírica vista entretenida

los verdaderos poemas son incendios dijo el antipoeta y mago
un poema debe ser una debacle del intelecto dijeron los del cuartel general de la poesía
yo sólo sé que he decidido prenderle fuego a mis cuarteles con poemas
quemar sus campos con su sonrisa de mazorca
porque el maíz es la dentadura postiza del campo cuando ríe

allá vienen mis tambores mis gaitas mis trompetas
escuchen la música que anticipa el ritual del fuego
escuchen el trueno criminal y sus marimbas
la voz del horror y de socorro de la luna
porque la luna es una piedra arrojada contra los parabrisas nocturnos

ya llegan mis quijotes para vencer a los molinos disfrazados
ya llegan con molinos mejores en sus lanzas suicidas
llegan con poemas incendiarios y debacles de sentido
llegan por las pantorrillas y las orillas oníricas
llegan con tedio y amor pero triunfantes




XX

ahora quién le cantará a la noche sus milagros de bruma
quién al mar de nata y enemigo
al mar que es una novia hermosa vestida de corales
de corales y algas y naufragios
el mar que se expande azul en las retinas

quién arrojará sus ojos como dados siniestros
como dados siempre de una misma cifra
la cifra es uno o dos según cómo se mire
porque al ojo hay que darle sus certezas
dejándole un temblor en las intenciones o las apuestas absurdas

quién se atreverá al poema después de tanta lengua desprendida
quién a romper las vallas del silencio con algún bramido terco
quién ahora que voy a sumergirme en las gargantas del sueño incomprensible
si todo lo posible ya se ha dicho
en una voz que es el continente de las palabras lúdicas

quién se apropiará de este arsenal que vengo robándole al oleaje
quién administrará mis vocablos de redes o misas invertidas
quién será el profeta o el puente entre mi ceja y mis delirios
el capitán del barco que se hunde o se pierde en la memoria de los barcos
navíos que como bueyes flotan en el aire ya sin alas



XXI

ssshh
silencio
que el mar es ahora el único murmullo
y yo su único intérprete con vida
ssshh
que puede despertar y devorarnos

Una selección de poemas de Íngrimo e Insular.

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