domingo, 27 de marzo de 2016

Liliana Trovato Textos

                                                        142 ANIVERSARIO DE LA CIUDAD DE MAR DEL PLATA !!LEYENDO EN EL ENCUENTRO LITERARIO .PLAZOLETA BORGES

 
Recuerdos de Alfonsina

 
Te vas Alfonsina con tu soledad, qué poemas nuevos fuiste a buscar… y la melodía continúa en mi mente.
Sentada a orillas del mar, la tristeza invade mi alma. Me imagino adentrándome en las aguas turbulentas, es esos remolinos de arena que acompañaron los pasos de Alfonsina con una decisión de soldado sin arrepentimientos.
En esta ciudad que recorro cada año, no dejo de visitar el monumento en La Perla: lugar emblemático para miles de turistas que rodean la historia infeliz de Alfonsina
¿Por qué esa decisión drástica de terminar con tu existencia?, me pregunto. ¿Tanto, tanto, te afectaban los suicidios de tus amigos, tu amor no correspondido; ese que transmitiste en cada poesía?
Retazos de tu vida se asemejan a mi propia vida.
Ahora recorro la playa y me adentro en el mar. Quiero sentir ese cachetazo fuerte que te arrastró hasta las profundidades, Alfonsina.
No sé si habrás manoteado arrepentida queriendo volver a la orilla, o te dejaste llevar entregada a tu destino fatal.
El murmullo del agua chocando entre las rocas y el estallido impiadoso de las olas no te amedrentaron. Pensabas en tu amor, en tu vida sin sabores.
Valiente poetisa, sabe Dios qué angustia te acompañó vestida de mar, desamor de llanto, llevando en tu pecho la marca fatídica de un cáncer maligno. Y te dejaste estar.
Quizá, como en una película de antaño, pasaron por tu mente los momentos de encuentros clandestinos con aquel hombre casado mucho mayor, que te dejó embarazada.De cuando tras esa unión nació tu hijo Alejandro. De cuando regresaste a Buenos Aires siendo madre soltera.
Demostraste rasgos autobiográficos a los hombres de esa época, y una temática de amor.
Sé que a algunos críticos no les gustaban tus obras, por expresar abiertamente tus deseos y hablar de tu condición.
Me hubiera gustado ser tu amiga, Alfonsina, llegar a compartir y escribir tu relación de amistad y amor con Horacio Quiroga. Tu desilusión, cuando Leopoldo Lugones te ninguneaba y se negaba a responder tus cartas.
Defendías los derechos de las mujeres y criticabas la sociedad patriarcal. Te dolían las críticas de Borges. Los ultraístas consideraban a tu obra modernista y la llamaban cursi.
Y vos, valiente, formaste nuevas amistades con otros escritores e intelectuales, y tus poemas de amor pasaron a la inmortalidad.
¡Qué satisfacción la tuya por conocer a Federico García Lorca! Es allí que comenzaste a dejar tu estilo para crear otro: el de poesía vanguardista, con juegos de imágenes, referencias a la modernidad urbana y una marcada angustia metafísica.
Pero el tiempo marcó tus horas, querida Alfonsina. Y tu mastectomía te aisló hasta de tus amistades.
Igual sacaste fuerzas para escribirle a tu hijo:como testamento, una carta de despedida, y el poema “Voy a dormir”.
Y te fuiste, Alfonsina, caminando hacia el espigón.
 
Aunque, antes de partir, le dijiste a tu enfermera: y si llama él no le digas que estoy, dile que Alfonsina se ha ido…



 
El sueño de Mary Ann

Proveniente de Londres Mary Ann se instaló en un lujoso hotel de
la ciudad luz.
Un hermoso día de octubre salió a hacer sus compras.
Esa mañana París estaba deslumbrante, la ciudad se encontraba a
su disposición.
París excedía a su encanto; Mary aún no veía en ese lugar más que
el objeto de un deseo contenido y a la vez irrefrenable.
¿Era el recuerdo de aquél hombre, la belleza de su cuerpo, el bri
llo de sus ojos o el deseo de ambos; en sus encuentros clandesti
nos?.
Mary se vanagloriaba de haber elegido a un hombre ¡adorable!; y
adorable dice todo, pero también lo que le falta al todo.
Ella sigue aferrada a su deseo, pero de hace tiempo que no sabe
nada de él.
Encuentra en su vida miles de cuerpos, de esos miles puede de
sear centenares, pero de todos ellos ama a una sola persona.
Está fascinada y se embriaga con esa afirmación -y se pregunta
-¿por qué deseo a Pablo?.
¿Es a él a quién desea, su silueta, una forma, ó es sólo más que
una parte de su cuerpo?
Lo idealiza y piensa que es único, porque le agrada su pelo, la for
ma de mirar, sus manos, el mover los dedos al hablar, su manera
de encender el cigarrillo, de fumar.
Mary aún lo espera; él llega por fin a su encuentro y es ahí, en ese
mismo instante que despertó de su sueño.
¡París es adorable!, Pablo todo una utopía.


 
SI SE PUEDE

Al ver un programa de televisión, quedé consternada con una historia de vida.
Julián Burgos Sanjuanino participó en el concurso, llamado Soñando por cantar dos.
Vi por la pantalla a un muchacho veinteañero de delicados rasgos, bien vestido al cual le faltaba un brazo. Después de su presentación, a la cuenta de¡ uno, dos, tres, dale!, comencé a oír una bella melodía que me hizo emocionar como al jurado. El predio completo con once mil personas aplaudían de pie con lágrimas en los ojos.
El jurado también lloró por la interpretación y por su historia de vida.
Por primera vez ante semejante multitud se animó a confesar que al nacer, cuando los médicos y enfermeras vieron aquella anormalidad, le propusieron a la madre darlo en adopción.
Por supuesto ella rechazó drásticamente el pedido de los profesionales y se quedó con su niño.
Pasaron los años y a la edad de ir a la escuela, sus compañeros hacían notar su diferencia de manera muy cruel y él se creyó que era distinto de sus pares y no era feliz, hasta intentó dejar de estudiar. Pero su madre lo crió con mucho amor, el amor incondicional que sabe de tantas vicisitudes, pues ante ella tenía una prolongación de su vida. Con mucha paciencia y voluntad Julián ayudó a su familia, él se imaginaba por su condición pidiendo monedas por la calle, pero siguió estudiando y actualmente lo sigue haciendo. Cantó maravillosamente bien y la gente pidió que se incorporara al escenario Raúl Lavié quien lo acompañó en una repetición de la canción No me doy por vencido, haciendo duo.Emocionado el negro Lavié se secaba sus lágrimas.
El muchacho comentó que su novia lo había dejado hacía unos meses.
El conductor Mariano Iudica se dirigió a la cámara hablándole a esa chica, diciéndole, vos te lo perdiste, ahora míralo por tv. Siguió el concurso y al momento de seleccionar los ganadores, tarea difícil pues había un gran nivel de cantantes, de cuatro finalistas el último fue Julián Burgos un ejemplo que supo pelearle a la vida y dejó de lado su vergüenza y su miedo para demostrarle a todos aquellos que lo discriminaron, que si se puede.

PERFUME LETAL


El demonio que todo lo asalta,

esta mañana me vino a ver

y queriendo pillarme en falta

me dijo: `Quisiera saber``

-¿Por qué haz enviado esa misiva

a tu querida amada,?

impregnando sus hojas

con letal perfume

Si amabas a esa mujer,

más que a ti mismo.

entre sedas negras y rosadas

tus manos acariciaban su cuerpo

descubriendo armoniosa figura

que deslumbraba como la aurora

te consolaba en las noches

y respondiste al aborrecido:

como un misterioso embrujo

se alteraron mis sentidos

era música su aliento

como su voz ; el mismo perfume

a mi alrededor todo destruyendo.

 
NECESARIOS

El reloj marca las horas. Es impiadoso.

El ambiente es cálido, y estamos expectantes a lo que sucederá en el transcurso de esta jornada.

Él-ella -Voy a romper el silencio…

Él-ella -¡Hola, buen día!

ÉL-éL -Hola-

Él-ella -Qué saludo cortante

ÉL-éL- Es lo que hay

ÉL-ella-¿Debido a qué, sí se puede saber? Así, no nos podemos tratar .

ÉL-éL-Lo de siempre, otra vez tengo que ir al médico, yo ya estoy cansado…

ÉL-él-¿Vos no lo estás?

ÉL-ella-Sí, pero hay que ir sí o sí.

- Eso es relativo, tampoco es cuestión de ir cada quince días o una vez al mes.

-Todo depende como salgan los análisis y las pruebas-

Él- él-Mirá, yo pongo mi buena voluntad, esfuerzo es lo que me sobra, pero no alcanza

lamentablemente.

ÉL-ella - Yo también estoy harto de que me pinchen y prueben conmigo como si fuera un

conejillo de indias.

Él-él-Pensaste en el tiempo que llevamos, las horas, los momentos ¡Es desgastante!

ÉL-ella-¡Bueno, ponele onda! Porque así no vamos a lograr nada.

Él-él-¡Ah!-que fácil es decirlo. ¡Ponele onda! ¿Qué más querés que ponga?

Él- ella-Vos sabes.

Él-él-¿Yo qué sé?

ÉL-ella-Dale, no te hagas el desentendido

Él-él-En todo caso decile a mi cuerpo, que todos mis órganos funcionen

perfectamente.

ÉL -ella- Quizás no es tu cuerpo, es la mente.

ÉL-él-Sí, justo. Ahora échale la culpa a la mente. No digas nada más, sí no me conoces.

-¿Y por casa como andamos? Tenés un humor de perros, estás alterado, estás

Insoportable, me imagino en esos días…

ÉL-ella-¿Te parece?

ÉL-él-¡Por supuesto! Yo te busco, trato de llegar a vos y es imposible, no lo logro.

Él-ella-Ponele más empuje, no estás solo, venís acompañado, si me pongo

a pensar de todos no sirve ninguno.

Él-él-¡Ah! No te lo voy a permitir!

-¿Fíjate en vos?

Él-ella-¿Por qué no dejamos de pelear y pensamos que hoy puede ser un gran día?

Él-él-Prepárate que ya estamos en clima-

Él-ella -No sé, todavía falta.

-¿No te das cuenta de que todo este esfuerzo no funciona?

Él-el-¡Que poco optimista te has vuelto! Te apuesto a que esta vez se produce el milagro.

ÉL-ella-¿Estás seguro,seguro? No sea cosa que esta vez me ilusione demasiado.

Él –él -Seguro-

Él-ella-Ya estoy preparado

ÉL-él-Yo también. Ahí voy, espérame.

ÉL-ella-Apúrate, pues tus compañeros te ganan de mano.

ÉL-él-No te equivoques, yo soy el protagonista de esta historia.

-¿Viste, ahora que decís?

ÉL-ella-Sin palabras, al fin te tengo y no te voy a soltar por nada del mundo. ¡Soy feliz!

Eso sí: vos sos el que determina el sexo.

ÉL-él -¡Que sea varón!

ÉL-ella- ¡No, que sea nena!

!
 
PERSEGUIDO

Aunque parezca extraño me siento perseguido.

Me levanto a las seis de la mañana, apago el despertador que suena puntualmente y me quedo remoloneando en la cama un rato más, respiro profundamente, inhalo, exhalo y así me relajo para comenzar la jornada.

Después de bañarme doy vueltas por la cocina, estoy indeciso si me afeito o me dejo la barba incipiente, si tomo café o mate y dudo que traje ponerme. Pasan los minutos, reconozco que soy vueltero, presiento que alguien me observa.

Vivo solo, mi departamento es interno, nadie puede verme por la ventana que levanto apenas para que entre el sol.

Preparado para salir, me miro al espejo, me doy el ok y tomo el ascensor.

Llego a la planta baja, saludo al portero que lo único que hace es lustrar el bronce de la cerradura de la puerta, el portero eléctrico y barrer la vereda. Soy uno más de los que le pagan el sueldo por hacer esas boludeces, el tipo gana el doble que yo.

Me encamino hacia el trabajo y como en casa comienzo a presentir que alguien me sigue.

Me transformo de a poco en una persona nerviosa, molesta, transpiran mis manos, me aflojo la corbata…

Escucho su caminar, su respiración .Ya no soy el hombre tranquilo que salió calmo para cumplir un día más de trabajo.

Entrando en la empresa me voy aflojando tratando de alejar las tensiones turbadoras de lado.

Voy a mi escritorio, me siento y recurrentemente presiento sus movimientos que no se despegan de mí.

Pienso-¿qué es?-una alucinación, delirio o locura. No, nada de eso, yo soy normal. ¿Qué me ocurre?¿Por qué ésta sensación obsesiva?

Transcurre el día me concentro en el laburo, mi mente está compenetrada en el balance, me atrapan los números y despejo toda amenaza de pánico de mi cabeza. No hay fantasmas.

Comienza a oscurecer de a poco, dándome el tiempo de regresar a mi hogar antes que anochezca.

Camino hacia el subte, me envuelve el temor recurrente, me paralizo, se dificulta mi respiración, doy un paso en falso y tropiezo con una baldosa rota de las tantas que tienen las veredas de Buenos Aires. Caigo de rodillas, casi a mi lado en la misma posición, pero un poco

más alejada, desplazada, allí estaba ella, la descubrí, era mi sombra.
 
CARTA AL SOLDADO ARGENTINO

Bajo las ordenes del Mayor José R Baneta, se desempeñaba un regimiento de soldados Argentinos, que pertenecían a las clases 61 y 62.

Jóvenes simples, que habían salido de sus casas para cumplir con el servicio militar, que de un día para el otro, se encontraron radicados en las Islas Malvinas.

Bajo el lema ‘’Soldado Argentino´´ en abril de 1982, pedían a la población por distintos medios de comunicación, que se les enviaran cartas a estos jóvenes.

Sentí que ellos debían tener compañía por escrito para darles fuerza en esos momentos tan duros, alejados de todos sus seres queridos; y recibí cinco cartas que hoy guardo como documento histórico, único, entre mis pertenencias .Tiempo después recibí la siguiente misiva.

Estimada Sra:

Perdón por la confianza pero al leer sus líneas pareciera que la conozco desde hace mucho tiempo. Dado éstos acontecimientos que estamos viviendo los Argentinos, gracias a dios, nos estamos uniendo en torno a nuestra querida Bandera, con un único fin, lograr formar parte de una gran Nación.

Nuestro país de pronto, se enfrenta con la realidad de transformarse en la Patria Grande que soñara el Gran Capitán de los Andes. Por lo acontecido no solo el Reino Unido se encuentra desesperado, sino también los poderosos Estados Unidos y las Naciones de la Comunidad Europea. Hemos conmovido al mundo.

Las Naciones del Continente Americano se han manifestado en forma casi unánime a favor de una actitud franca y valiente, como si en el gesto Argentino quisieran encontrar el ejemplo necesario. Vuelvo a lo que afirmara; el sueño del Gran Capitán cobra forma y pide cancha para cobrar vida.

Los países Americanos unidos en comunión de intereses, exaltando sus mismos valores y acariciando sus mismas ilusiones.

Señora, no le quepa la menor duda de que mis oficiales, suboficiales y soldados saben lo que están haciendo y el por qué, además, tienen el coraje suficiente para soportar lo que venga.

Sin duda, los ingleses, se deben haber dado cuenta de que solamente muertos, nos sacarán de

éstas, nuestras queridas Malvinas.

Gracias por haber escrito y quiera Dios brindarle toda la felicidad que Ud. y su familia se merecen.

Hasta sus próximas líneas, con mucho afecto.

MY BANETA.

En junio al terminar la guerra fui directo al monumento de los Caídos que está situado en plaza San Martín, irónicamente casi en frente de la Torre de los Ingleses.

Sentí dentro de mi pecho y de mi corazón que latía aceleradamente un gran alivio al ver que en ninguna de las placas recordatorias figuraban sus nombres. Ni del el Mayor Baneta, ni de los soldados Jorge Suarez, Héctor Traverso, Carlos Mario y ni Daniel que vino a saludarme personalmente junto a su esposa Ivonne, a mi negocio de Laprida, Partido de Lomas de Zamora, para darme la sorpresa.

Daniel e Ivonne eran oriundos de Salta, pero él tenía destino en Campo de Mayo, Pcia de Bs As, dónde se desempeñaba como Piloto de Helicóptero.

Como homenaje los invité a cenar a mi casa. En el transcurso de esa velada, donde me contaba de su participación en las islas detalles íntimos, mezclados con pantallazos de su vida familiar, ¡sentí que lo conocía de siempre, de toda la vida!
  
Sin que me diera cuenta



Me adhería ti, y no me despegué un solo momento.

No sé si estaba contenta o decepcionada. Pero no podía hacer otra cosa más que dejarme llevar.

Me llevaste recorrer sitios jamás soñados. Yo pertenecía a mi lugar de origen. Venía de unas raíces fuertes, arraigadas a la tierra donde nací y viví siempre.

Ahora recuerdo aquel día, cuando cambió todo. Sucedió sin que me diera cuenta, pensé: el otoño comenzó, y mis compañeras empezaron a caer lentamente. Se apilaron unas sobre otras, amontonadas, unidas. Otras separadas, solas.

Y ahí estaba yo, pendiendo de un hilo: Intuía que una ráfaga de viento me haría caer junto a ellas.

Así fue: finalmente, me fue imposible mantenerme unida a mi rama.

Con mis compañeras, nos fuimos esparciendo por las calles y las veredas. Garuaba. Terminamos mojadas por esa fina llovizna que nos dejaba indefensas sobre el suelo frío y resbaladizo.

Las personas caminaban sobre nosotras. Vi que muchas de mis compañeras se iban hacia un lado o hacia otro. Cada una partía, acaso para no vernos nunca más.

Mis nervaduras —antes robustas como huesos—se tornaron frágiles. Ahora se doblaban, y yo iba perdiendo mi forma.

Entonces, llegaste. Con toda tu elegancia de mujer, ni miraste por dónde caminabas.

Y, sin darte cuenta, me transportaste bajo la fina suela de tu calzado. Y allí permanecí.

En un momento me pareció sentir que volaba, que vos y yo volábamos junto a otros zapatos sin hojas adheridas.

Seguimos unidas hasta llegar a esta calle tan distinta a mi calle. A esta cuidad ordenada y silenciosa, donde se huele el mar. Ya no tengo fuerzas, estoy golpeada, me asfixio. Apenas puedo respirar, necesito que me sueltes, que me dejes volar como los pájaros libres, sin rumbo fijo. No puedo agradecerte que me hayas hecho conocer centenares de calles nuevas desprovistas de hojas caídas ni que me hayas traído a esta primavera, donde todo está en flor. Sé que en mi continente, el otoño, la estación más bella y romántica, se presenta como cada año con sus gamas de colores opacos. Y las hojas crujientes van dejando huérfano y desnudo a mi hogar.

Nunca te enteraste de que fuimos inseparables.

Estaba tan pegada a ti; y tú tan distraída y desprolija, que no me dejaste descansar para poder reponerme.

Si te hubieras detenido por un instante, seguro me hubieras descubierto, y también desprendido de tu zapato.

Y si yo no hubiera estado tan débil, habría podido seguir soñando con sobrevolar el océano, regresar a mi tierra y terminar mis días en casa, morir allá.

Pero sigo aquí pegada a la suela de tu zapato, ignorada, lejos del continente Americano, de mi país. Y solo puedo sentir tu indiferencia.

Y mi rama…, pienso. ¿Podrá imaginar mi llanto y mi soledad?

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El septyimo cielo en los ojos n°60