viernes, 4 de marzo de 2016

Metáforas de arena… ENTRE PAPELES BLANCOS.Por Conchi Sedano González


En la tarde del tiempo rescaté mi cajita de lata.
Me esperaban…
un adiós ante el vaso de whisky con hielo,
el lienzo roto de dos caligramas, 
tres solemnidades sin guirnaldas rojas ni bombones de chocolate negro
y en una toalla…cuatro lágrimas.
Entre folios manchados de insomnio, cinco amaneceres,
seis gritos de ausencia con viento de duelo pegado a la espalda
y las siete notas de mi pentagrama creando horizontes de duda
a ocho cartas bumerang, con fiebre de espera y de rabia.
Nueve desencuentros profanando un poema que increpa al orgullo
y, cobijadas, tras una sonrisa, tus diez rosas huérfanas -quizá mal contadas-
 Once tardes grises para la acuarela de tu calendario,
 doce puestas de sol sin metáforas ni castillos de arena,
 trece sombras de amor con textura de menta y acacias
y catorce palabras de amargo silencio…
entre quince líneas marchitas de distancia.

Hoy abrí mi cajita de lata
                                                                 …y esperé a que el piano sonara.
                                                                                                             ¿Bailamos?


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Esta tarde revisé lo que anoté de ti en mi cuaderno de notas.

Puse los puntos y las comas cada uno en su sitio.
Las frases sintácticamente bien construidas.

Todo en perfecto orden...

   Los sentimientos
                                -si no se expresan bien-
   duelen toda una vida.

Y frente al mar
- testigo doliente de todos mis silencios -
en mi cuaderno expuesto al sol de tantas correcciones
 por fin…
¡borré tu nombre!.


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Pasabas por mi calle desierta,
                                   con ojeras de lluvia
y sabor a verano.

Frente al mar de tus ojos me bebí el sonido de las olas
pinté mi propio arco iris entre nubes de nácar
y acuñé,
            para cada huella colgada en el perchero de mi vida,
un puñado de horas con flecos de otoño,
                                        la noche incompleta de un viejo poema
y cuatro palabras
              vagando por el vientre vacío de la madrugada.

Pasabas con tu mochila de celos
y sabor a verano.

 …Dicen que lloran los hombres detrás de los geranios.

            ¡Qué frío me produce tu sombra hecha pedazos!



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He tramitado mi dolor
en un envío urgente,
antes de que anochezca con tus sandalias atadas a mi última estrofa.

A dos pasos del olvido,
la tarde ha salido a buscarme
                                    y me hace un sitio en su mesa.

                                                        No me esperes.
                                 Tu canción
y la mía,
amenizan este momento célebre




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He corrido las cortinas del silencio
con tu dolor anónimo al final del trayecto,
con murmullo de soledad a mis espaldas
e inventándome calles
que no me huelan a rosas
ni a miradas furtivas.

Todo llega y se acaba como el humo
y como Gil de Biedma…
ya nunca seré joven,
ni sabré porqué rompí mis zapatos de cristal aquella noche,
ni porqué me he vestido como salón de invierno
para caminar a solas por la arena que nos besó los pies.

Quizá fuera mejor hacerlo juntos,
no lo sé,
pero tengo audiencia con la roca donde grabé tu nombre
…y no te espera.


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Ayer salí a la escena de la vida,
              regalé un quinto de cerveza,
                                                    a mi última ironía
          y algún verso desprovisto de fecha entre papeles blancos.
                                            
Tras la ventana
sólo la noche me vio llorar a solas.
                             



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A tu vuelta
ya peino sin complejo mi pelo anochecido,
  mi mesa está lacada con perfume de letras huérfanas
y he perdido, deliberadamente, la llave del silencio.

Un mar embravecido me regala quejidos de alma rota,
golpea el vaivén y la forma de mi duelo,
 vomita sentimientos a la orilla de esta playa desierta
y en la cárcel de tus ojos,
 adivino la lluvia de los últimos años.

Ha regresado el tiempo de vendimia…

Me niego a secar un llanto que no es mío.


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Si llegas con tu taza de café vacía y amordazado por viejas palabras,
                                                         no roces mi espalda deshojada
porque es tarde de lluvia
                           y transito confundida con la niebla,
ni me busques detrás de los visillos de la aurora,
las gotas de rocío
                han manchado de luna el cristal de mi ventana abierta.    

Enumera las horas que me amaste,
lanza al cielo tu cometa de dudas
                                        y devuélvele al viento mi parte de locura.
Él sabe donde estoy
                        …y secará dos lágrimas.



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Mirándote,
               he dejado un poema a la puerta de mi casa,
en el sillón profanado de tus dudas…
                  con los sinónimos justos
                              y desposeído de palabras que me saben a ausencia.

…No te olvides que resido al otro lado de la calle,
emborronando páginas de sueño adolescente,
                                       con un vals en las manos recién estrenado
      y en la tercera percha, mi smoking de arrogante sinfonía,
                       aunque estos ojos…
 ya no tengan el brillo de otro tiempo,
                                     ni tu estatura sobrepase un palmo de la mía.


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Escribí  dos cuentos maravillosos detrás de la indiferencia de los años,
descerrajé  la puerta de mi estancia,
     amanecí con tu vida en los labios
                              …y me dolieron todos los huesos de tenerte un día.

El tiempo,
marchito de orgullo y de silencio,
             me ha dibujado huellas en el espejo cóncavo del alma
 y cuatro fechas,
              de noches de ronda y de bohemia…

                                Y no sabe explicarme porqué se muere un sueño.



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Deposité sobre la arena mi cesta de panes y de peces,
mis redes y mi barca de silencios
…y una tarde libre en cada agenda
y unas pastas
y un té
…por si  llegabas.

Pero perdimos mucho tiempo meditando.


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Cuando se quiebren las raíces de esta higuera sin fruto 
              me encontrarás desvistiendo la tierra que fue tuya,
izando al viento las velas de mis horas   
                       y, sin poder evitarlo, de bruces
                                           sobre textos escritos en la arena.

Sólo me llevo un beso despintado en los labios,
                                      con sabor a ceniza y cierto olor a versos.
                       
Son las diez de otro día.  

                    …No hay lápices para colorear el alma.


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Sobreviví
         a un mundo de tallas sueltas de amor y desamor,
de llegada
y de espera…
y descolgué mi vestido de fiesta,
mis medias de lujo,
lo prestado, lo azul
 y tus amarras de barco hundido,
 deshilachadas y rotas
                                                                          ante un vaso de whisky.
         He pintado hojas muertas a todos los minutos de tu tiempo
y ya no me duele mirarte a los ojos,
ni brindar en cualquier tasca por un beso.
Mañana,
              vaciada de ti,
…será otro día.

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Por si estás asomado a la ventada…

Búscame en los rostros poblados de huellas
                …ocupo la silla solitaria en un salón vacío.             

Cada noche,
            me transformo en novela alegórica,
                                                a punto de ser editada.

Me levanto dividida en dos mitades 
                                              y, con la cara del alma recién lavada,
                  camino de puntillas
…para pasar inadvertida,
                      proceso mis castillos de gloria,
                 desayuno café con naranjas amargas                            
       y juego mi propio ajedrez ante una agenda vacía de fechas.
       
             No sé colgar la etiqueta a mis veladas de ausencia
                                                     ni regalo mi alegría a cualquier precio.

Escondida, detrás de un beso ausente,
                                                       sólo soy,       
             …un silencio en voz alta.


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Me resta contarte:
que elegí la forma del hexágono irregular,
         que llego después de mirarme al espejo de mis propios sueños,
y que enderezo estos huesos en un lugar y un mundo
                                                                               -que no me pertenece-
          Amanezco descalza de palabras
…o cubierta de laureles,
                      mientras destila olor a nardos
                                                         mi mesa de cristal oscuro.

Bebo despacio el agua de todas mis renuncias
y es fácil encontrarme
               no estoy entre farolas apagadas
               ni descuelgo el teléfono
                                         …en mis horas de lluvia.



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